por Mariano Quiroga*
La mesa de trabajo sobre el rol de las Fuerzas Armadas y los medios es
el blanqueo de una situación perversa: el espacio comunicacional es un
terreno bélico. Las armas de la información son estudiadas en
profundidad por los ejércitos y ellos mismos enseñan cómo se combate en
el terreno de la comunicación.
Pressenza, Bonn. Parapetados tras el escudo del terrorismo o del amotinamiento frente a
los poderes establecidos se lanzan a la batalla los servicios
mediáticos del ejército. ¿Qué se puede informar de lo que esté
sucediendo? ¿Cómo relatar los hechos para ganar la batalla mediática?
¿Cómo adaptar el mensaje al entorno cultural, religioso, geográfico que
corresponda?
Estrategia comunicacional pero dirigida desde el puesto de comando.
Erich Mosblech, teniente en activo, no nos hace descubrir nada que no
sepamos, pero esta suerte de sincericidio nos muestra desde el costado
teórico cómo se elaboran las estrategias que utilizaron, por ejemplo,
los 129 mil ISAF que actuaron en Afganistán.
La capitán Valeria Diefenbach relata desde la experiencia operativa
de las misiones realizadas, mostrándonos los ejemplos empleados en
Afganistán (canales de televisión y antenas de radio, publicaciones de
distintos tipos), incluso los contenidos de los programas, las líneas
editoriales y ejes de la información, los idiomas en los que se
transmitía. Las consignas precisas a la población: no salir a la calle,
no asustarse de las acciones de los soldados, pedido de información
sobre la posición de los “rebeldes”.
La guerra de la comunicación ocupa a la armada que despliega todo su
arsenal propagandístico. La periodista serbia Zana Cimili nos permite
conocer cómo fue el funcionamiento en Kosovo y cuál es la situación
actual. Evidentemente la información confidencial no circula, pero este
acercamiento nos permite comprender mejor por qué fue el ejército alemán
el que informó a los soldados franceses la ubicación precisa de Muanmar
Khadaffi para que ellos pudieran enviar a sus sicarios locales,
exaltados con la posibilidad de ser ellos quienes matasen al dictador
libio.
El dilema sobre la independencia de los medios no obtuvo una
respuesta franca de la parte de los militares, esgrimiendo la necesidad
de servir a la patria y de salvar la vida de niños inocentes los
militares se reservan el derecho de controlar los medios que necesiten
para hacer cumplir sus objetivos. Que se trate de fuerzas armadas que
responden a países democráticos parece servirles de coartada para
justificar sus actuaciones.
Guido Westerwelle
Así como los militares no cambiaron una coma de los textos que traían
preparados, y seguramente confirmados por sus superiores, el ministro
de asuntos exteriores teutón, Guido Westerwelle tampoco se distanció de
un milímetro de la doctrina corporativista alemana que tiene de rodillas
a media Europa.
Intentando mostrarse como un tipo simpático y jocoso su discurso
inevitablemente recordaba a esos líderes que embebidos de sus
suprapoderes se creen con autoridad para dictarle al resto del mundo
cómo son las cosas. ¿Qué necesidad había de discutir sobre cómo hacer
evolucionar la educación en una dirección de cultura de paz? El señor
Westerwelle ya tiene la respuesta. ¿Para qué plantearse transformar las
instituciones hacia una forma más democrática y que contemple al ser de
humano como centro de los cambios y no como un espectador o un simple
consumidor? No hay por qué preocuparse, Guido tiene todas las respuestas
y tiene la generosidad de compartirlas con todos.
Un fotógrafo de Bangladesh lo cuestionó y lo dejó bastante mal
parado: “Señor Westerwelle, usted dice que la educación conduce hacia a
la paz, que fomentando la educación llega la paz. Sólo quería decirle
que quienes andan tirando bombas por el mundo son personas muy buen
educadas. Y cuando usted habla del rol de las Naciones Unidas me parece
que se olvida que existe el Consejo de Seguridad que controla y censura
todas las resoluciones de los demás miembros. Ese consejo lo integran
los 5 mayores fabricantes de armas del mundo, Poner la paz y la
seguridad en manos de ellos es como dejar a nuestros hijos al cuidado de
una horda de pedófilos”.
Reproducir aquí la evasiva respuesta del ministro podría ser
considerado como parte de una campaña de desprestigio del político
alemán. Es interesante ver como la ausencia de debate, de confrontación
ideológica alimenta esa sensación de supremacía intelectual que
arrastran los ejecutivos teutones. Habría que ver qué sucede si se
discutieran los mandamientos del divino Banco Central Europeo y se le
pidiera al FMI y al Banco Mundial que exhibieran algún ejemplo de país,
ciudad o barrio que haya conseguido progresar siguiendo sus recetas.
Evidentemente, sin devastar a otros.
* Escritor y poeta argentino. Ha trabajado para diferentes medios
gráficos, radio y televisión. Compagina la escritura con labores de
videasta. Activista social permanente, su obra es el reflejo de una
búsqueda más transformadora que estética. Vive actualmente en Paris.
jueves, 28 de junio de 2012
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