En
1968 el mundo industrial despertó del sueño de una vida asegurada por
una vida peligrosa en ciertos escenarios que incubaban prosperidades y
estados sociales fundados en el expolio de países abandonados por la
corrosión del capital: París, Praga y Chicago fueron algunas de esas
ciudades que se levantaron contra esa táctica.
Empezaban
los años rojos, que durarían, en esa parte del planeta, hasta la
primera crisis del petróleo, en 1973, que coincidió con la
radicalización de grupúsculos islámicos que desbarataron casi toda la
herencia de Nasser en Egipto y Ataturk en Turquía.
En ese contexto, el 25 de agosto de 1968, se produce, en Chicago, la Convención del Partido Demócrata. Pero lo que nunca imaginaron fue que más de 5 mil personas llegaron hasta la ciudad para armar una protesta monumental.
Eso cuenta el poeta Allen Ginsberg en "Testimonio en Chicago", que acaba de publicar la casa Gallo Nero, a quien acompañaban, entre otros, William Seward Burroughs, Jean Genet y Norman Mailer y sus ejércitos de la noche.
Se rompieron vidrios, autos, se quemaron documentos, cartillas de racionamiento, se fornicó al aire libre, se fumó marihuana. La cosa se iba de madre hasta que 24 mil policías fueron autorizados a reprimir ferozmente.
Casi tan fácil como organizar un golpe de Estado por mecanismos "democráticos", Ginsberg y compañía fueron detenidos, procesados e interrogados como instigadores, subversivos y demás epítetos al tono.
"Testimonio..." reúne por primera vez las actas de la brutal violación de los derechos humanos del autor de "Aullido", que sin dudar salmodió poemas, ignoró preguntas y se burló de los policías y espías del FBI que habían infiltrado la movida sediciosa.
El libro tiene un prólogo de Fernanda Pivano (especialista en la obra de Charles Bukowsky) y la crónica, completa, de la comparecencia de Ginsberg, publicada, incompleta, en The New York Review of Books, y firmada por Jason Epstein.
Acompañado de fotos (Burroughs, de traje negro, en la tapa, fumando un cigarrillo), "Testimonio...", sin embargo, no llega a las alturas de "Los ejércitos de la noche", de Norman Mailer, que continuó con la marcha sobre el Pentágono y la candidatura del escritor a la alcaidía de Nueva York, que perdió.
Ginsberg, poco fácil de domesticar, es un antecedente, si se quiere, de los okupas de Wall Street, que impugnan la dictadura de los bancos. En los 60 se trataba de los bancos y de la cultura. Era otra época. Pero otra época que no llama a la nostalgia sino a nuevas formas de organización.
Fuente: Télam.
En ese contexto, el 25 de agosto de 1968, se produce, en Chicago, la Convención del Partido Demócrata. Pero lo que nunca imaginaron fue que más de 5 mil personas llegaron hasta la ciudad para armar una protesta monumental.
Eso cuenta el poeta Allen Ginsberg en "Testimonio en Chicago", que acaba de publicar la casa Gallo Nero, a quien acompañaban, entre otros, William Seward Burroughs, Jean Genet y Norman Mailer y sus ejércitos de la noche.
Se rompieron vidrios, autos, se quemaron documentos, cartillas de racionamiento, se fornicó al aire libre, se fumó marihuana. La cosa se iba de madre hasta que 24 mil policías fueron autorizados a reprimir ferozmente.
Casi tan fácil como organizar un golpe de Estado por mecanismos "democráticos", Ginsberg y compañía fueron detenidos, procesados e interrogados como instigadores, subversivos y demás epítetos al tono.
"Testimonio..." reúne por primera vez las actas de la brutal violación de los derechos humanos del autor de "Aullido", que sin dudar salmodió poemas, ignoró preguntas y se burló de los policías y espías del FBI que habían infiltrado la movida sediciosa.
El libro tiene un prólogo de Fernanda Pivano (especialista en la obra de Charles Bukowsky) y la crónica, completa, de la comparecencia de Ginsberg, publicada, incompleta, en The New York Review of Books, y firmada por Jason Epstein.
Acompañado de fotos (Burroughs, de traje negro, en la tapa, fumando un cigarrillo), "Testimonio...", sin embargo, no llega a las alturas de "Los ejércitos de la noche", de Norman Mailer, que continuó con la marcha sobre el Pentágono y la candidatura del escritor a la alcaidía de Nueva York, que perdió.
Ginsberg, poco fácil de domesticar, es un antecedente, si se quiere, de los okupas de Wall Street, que impugnan la dictadura de los bancos. En los 60 se trataba de los bancos y de la cultura. Era otra época. Pero otra época que no llama a la nostalgia sino a nuevas formas de organización.
Fuente: Télam.
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