por Jacques Couvas
La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares
adoptó una nueva estrategia para atraer la participación activa de
ciudadanos y dirigentes políticos en busca de una prohibición mundial de
las ojivas letales.
El perfil de la estrategia fue destacada en una conferencia de los
responsables de la campaña, conocida como ICAN por las siglas en inglés,
en la ciudad turca de Estambul, donde se indicó que la propuesta es
contribuir a sensibilizar a la opinión pública y a las autoridades sobre
las consecuencias de las detonaciones atómicas.
ICAN, una coalición de 286 organizaciones no gubernamentales de 68
países que trabajan por la desaparición del arsenal nuclear del planeta,
se ha comprometido a ir más allá de la retórica e invita a gobiernos
sensibles ante el tema a que tome medidas concretas.
Con ese fin prepara un foro internacional de la sociedad civil para
el 2 y 3 de marzo en Oslo, al que seguirá una conferencia de expertos
sobre la amenaza nuclear militar, organizada por el gobierno de Noruega
con el apoyo de otras 16 naciones.
“Funcionarios de países con armas atómicas nos dicen constantemente
que no es posible cumplir con el Tratado de No Proliferación Nuclear
(TPN) en términos prácticos”, dijo a IPS la coordinadora de ICAN para
Europa, Medio Oriente y África, Arielle Denis, en la rueda de prensa del
sábado 26 en Estambul.
“Nuestra postura es que hay antecedentes de tratados internacionales
que llevaron a la prohibición de otras armas letales. Si la comunidad
mundial logró prohibir las minas terrestres y las bombas de racimo,
también podrá con las armas nucleares”, explicó.
La coalición de organizaciones sostiene que cualquier país, aun los
que tienen armas atómicas, pueden ser objeto de un ataque nuclear en el
nuevo contexto geopolítico, que alienta la proliferación de los
(llamados) estados díscolos y de organizaciones terroristas.
“Aunque no se han utilizado bombas atómicas desde 1945, el
ciberterrorismo hace realista la explosión de una ojiva nuclear”,
observó Denis.
El principal aspecto de la estrategia es la cuestión humanitaria de una detonación nuclear, aun de una sola.
ICAN publicó un informe en 2012 sobre los daños inmediatos y a largo
plazo en las poblaciones locales. Las ondas de un estallido que se
desplazan cientos de kilómetros en una hora son letales para quienes
están cerca de la detonación, que suelen vaporizarse por la intensa
presión y calor. Más lejos, las víctimas padecen la falta de oxígeno y
el exceso de monóxido de carbono, daños pulmonares y auditivos y
hemorragias internas.
Pero las consecuencias de la radiación se sienten a distancias aun
mayores. Esto afecta a la mayoría de los órganos del cuerpo con
consecuencias que duran décadas y con alteraciones genéticas para las
víctimas y sus descendientes.
Ese análisis coincide con estudios realizados por el gobierno de
Estados Unidos e instituciones de investigación durante los años 70 y la
última década.
En caso de un ataque nuclear que involucre tres misiles de potencia
media contra una base de misiles balísticos intercontinentales en “el
cinturón agrícola” de Estados Unidos, que abarca la región centro-
norte, se calculó que podría haber entre 7,5 y 15 millones de muertos y
entre 10 y 20 millones de personas gravemente heridas.
El aspecto humanitario de la población superviviente sería
prácticamente imposible de manejar, pues la radiactividad existente
obligaría a reubicar a unas 40 millones de personas lo más lejos
posible. La reubicación llevaría de varias semanas a años.
El “cinturón agrícola” de Estados Unidos es una zona rural. Europa
tiene el triple de densidad poblacional que Estados Unidos, y una
detonación nuclear tendrían un impacto humanitario más catastrófico
allí.
La ICAN se basa en el TPN, suscrito el 1 de julio de 1968 en Nueva
York y gradualmente ratificado por 189 estados, entre los que no están
India ni Pakistán ni Israel. Su validez fue ampliada por tiempo
indefinido en mayo de 1995.
Los países signatarios están divididos por estados nucleares y no
nucleares. El primer grupo está integrado por China, Estados Unidos,
Francia, Gran Bretaña y Rusia, los mismos miembros permanentes del
Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El artículo VI del TPN alienta a las partes a celebrar “negociaciones
de buena fe sobre medidas efectivas relativas al cese de la carrera de
armas nucleares cuanto antes y al desarme nuclear”, y “sobre un tratado
de desarme general y completo bajo un estricto y efectivo control
internacional”.
“El desarme debe ser general y completo”, puntualizó Denis. “En los
años 90 hubo cierta ambigüedad en el TPN al respecto, pero fue aclarado
por el derecho internacional, y todos los estados signatarios deben
comenzar negociaciones para desmantelar sus armas nucleares”, subrayó.
Estados Unidos siempre interpretó que ese artículo no era obligatorio
para las partes. Pero la Corte Internacional de Justicia declaró el 8
de julio de 1996: “existe una obligación de buscar de buena fe y lograr
negociaciones que lleven a un desarme nuclear en todos sus aspectos bajo
un estricto y efectivo control internacional”.
La falta de una clara voluntad de los estados nucleares de sentarse
en la mesa de negociaciones alentó a organizaciones de la sociedad
civil, que conforman la ICAN, a concientizar a ciudadanos y dirigentes
políticos del mundo sobre la amenaza de mantener arsenales atómicos.
La cantidad de ojivas nucleares se redujo de forma drástica tras el
fin de la Guerra Fría, a principios de los años 90, de 60.000 a 19.000,
pero a la ICAN le preocupan las continuas mejoras tecnológicas de esas
armas.
El gasto nuclear en Estados Unidos ascendió a 61.300 millones de dólares en 2011, 10 por ciento más que el año anterior.
Los nueve países que se sabe, o se sospecha, tienen armamento nuclear
aumentaron en 15 por ciento su gasto en el mismo periodo, que asciende a
105.000 millones de dólares.
Desde 1958, Israel adoptó una política de no confirmación y no negación sobre su arsenal nuclear.
“El nivel de gasto es un fuerte indicio de que los países con armas
nucleares no tienen intenciones de deshacerse de ellas en breve”, alertó
Denis. “Los gobiernos de esos estados dicen que desmantelarán sus
arsenales en cuanto los otros hagan lo mismo. Es un círculo vicioso sin
fin”, se lamentó.
Fuente: Pressenza
lunes, 4 de febrero de 2013
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