por Clarinha Glock
La tragedia de la discoteca Kiss desvió la atención de los
participantes del Foro Social Temático (FST), celebrado entre el 26 y el
31 de enero en Porto Alegre, ciudad del sur de Brasil que se hizo
famosa por alojar las primeras ediciones del Foro Social Mundial (FSM).
En la madrugada del domingo 27, la opinión pública local y mundial se
conmovió por la muerte de cientos de jóvenes asfixiados en el incendio
de la discoteca Kiss, en la ciudad universitaria de Santa Maria, a 292
kilómetros de Porto Alegre.
Para este viernes 1 se habían confirmado 236 muertes, mientras decenas de jóvenes permanecían en estado grave. Las causas señaladas del incendio
fueron la negligencia y una serie de errores e irregularidades
cometidas por los dueños del local y por algunos de los músicos que
estaban actuando.
De inmediato, el comité organizador del FST canceló las actividades
culturales previstas, pero decidió mantener los encuentros para debatir
el tema general de este año: “Democracia, ciudades, desarrollo
sostenible y trabajo decente”.
El FSM es el mayor ámbito de debate de una miríada de grupos y
organizaciones de la sociedad civil organizada, cuyo común denominador
es la crítica al rumbo de la globalización capitalista.
Días antes del inicio del FST, la Central Única de Trabajadores de
Brasil (CUT) y la Marcha Mundial de las Mujeres anunciaron que no
participarían de los debates en protesta por lo que calificaron “la
institucionalización” del foro por parte del gobierno municipal de Porto
Alegre, que aprobó una ley previendo la celebración anual del FSM.
Otra crítica se dirigió a la participación de entidades “de derecha”, como empresarios y representantes de grupos religiosos.
Por tales críticas, por la cancelación de los espectáculos o por la
conmoción que causaron las muertes de Santa Maria, lo cierto es que no
se cumplió la expectativa de que el FST reuniera a 40.000 personas.
Según Cícero Pereira da Silva, delegado de otra central obrera, la
Unión General de los Trabajadores, y uno de los coordinadores del grupo
que debatió sobre el mundo del trabajo, se inscribieron 15.000
participantes, incluyendo a visitantes de países vecinos, de Europa y de
Estados Unidos.
El documento final del FST –la Carta de Porto Alegre, divulgada el
jueves 31– se dividió en temas. Las propuestas presentadas se entregarán
en marzo a la Comisión Internacional del FSM, que se celebrará en Túnez.
“Sobre el mundo del trabajo, se decidió promover una lucha
intransigente por los derechos humanos y la calidad de vida en las
grandes ciudades”, dijo Pereira da Silva a IPS. “Sostuvimos una fuerte
discusión sobre trabajo decente, que siempre fue uno de los temas
general de la Organización Internacional del Trabajo, y nos enfocamos
mucho en la tragedia de Santa Maria. Culpamos al poder público por no
fiscalizar”, abundó.
En materia de salud, el Movimento Saúde +10 –compuesto por diversas
entidades de profesionales de la medicina, universitarios, sindicatos y
grupos religiosos– propuso recolectar 1,5 millones de firmas para apoyar
la presentación de un proyecto de ley que obligue a destinar 10 por
ciento del presupuesto federal a la atención sanitaria.
La Carta de Porto Alegre también subraya la necesidad de una nueva
ética, de la educación y de la preservación de técnicas tradicionales de
producción.
El grupo que debatió sobre el mundo de la igualdad racial condenó la
intolerancia religiosa, la violencia contra las mujeres y la ausencia de
programas de los gobiernos municipales para ampliar la participación de
la población afrodescendiente.
José Antônio dos Santos da Silva, coordinador del Foro Permanente de
Educación y Diversidad Étnico-Racial del estado de Rio Grande do Sul, se
sumó al duelo general por los muertos de la discoteca y recordó al
mismo tiempo que son elevadas las cifras de jóvenes negros asesinados
cada día en este país de casi 200 millones de habitantes. Sin embargo,
la prensa no denuncia esos hechos, dijo.
“Es preocupante la falta de oportunidades laborales para los jóvenes
negros y su cooptación para el tráfico de drogas. Esto fortalece nuestra
brega por una política de cuotas en la educación pública”, dijo Silva a
IPS. “Los índices de violencia muestran que de cada 10 jóvenes muertos,
siete son negros y 90 por ciento de ellos viven en las periferias” de
las ciudades.
De manera simultánea al FST, activistas sociales se reunieron en la
también sureña ciudad de São Paulo en los “Diálogos rumbo al Foro Social
Mundial”, organizados por el Grupo de Apoyo y Reflexión sobre el
Proceso del FSM.
Con todo, Messaoud Romdhani, uno de los organizadores del FSM de
Túnez, se mostró optimista pese a las incertidumbres y tensiones que
vive su país, cuna de los movimientos populares y democratizadores que
dos años atrás sacudieron Medio Oriente y el norte de África y que la
prensa bautizó como Primavera Árabe.
Romdhani, profesor de inglés de 56 años y activista por los derechos
humanos, espera que el FMS intensifique el intercambio entre la
población y los movimientos sociales de su país con organizaciones
internacionales de amplia experiencia.
“Queremos mostrar la situación de Túnez y esperamos ayuda para
superar este momento de transición que ha sido muy difícil, porque el
gobierno no mostró hasta ahora interés en implantar una democracia y
garantizar los derechos humanos”, dijo Romdhani a IPS.
Tras el levantamiento que derrocó al dictador Zine El Abidine Ben Ali
en enero de 2011, Túnez se embarcó en una serie de reformas que
incluyeron la elección de una Asamblea Constituyente y la formación de
un gobierno provisorio, en el que es mayoría el partido islamista
moderado Ennahda.
Pero Romdhani sostuvo que “persiste la práctica del antiguo régimen,
con amenazas del partido religioso que domina el gobierno”. El activista
teme el giro a un islamismo extremo. En este aspecto, se mantienen las
luchas por la igualdad de género y la libertad de expresión. “El FSM nos
va a ayudar a atraer la atención hacia Túnez y aportará combustible y
solidaridad a estas peleas”, expresó.
Según Romdhani, las autoridades de su país no han planteado
restricciones a la organización del FSM, “tal vez porque quieren mostrar
ante los medios internacionales que el gobierno actúa correctamente”.
La Primavera Árabe, caracterizada por una serie de manifestaciones
por más libertad, dignidad e igualdad, activó un sueño, dijo. “Nosotros,
que luchábamos por eso desde hacía tanto tiempo, nos dimos cuenta de
que es más fácil derrocar un dictador que implantar una democracia”.
“La democracia exige más tiempo para superar años de opresión, intereses petroleros y la intolerancia”, resumió.
Fuente: Pressenza
viernes, 8 de febrero de 2013
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