por Luis Ammann
La cultura abarca, en una visión amplia, todo lo que es obra del ser
humano. Esa producción es categorizada por cada sociedad, que ordena sus
valores según su tradición, según sus proyecciones a futuro y según su
situación actual en cada momento.
El ataque a una cultura, empresa que sólo cabe en la mentalidad
enfermiza de los imperios, requiere una planificación que pone en la
mira no sólo a los valores principales de esa sociedad sino que se
dirige contra todos ellos. Si la sociedad agredida no puede advertir y
contrarrestar rápidamente ese embate, el resultado es su devastación
cultural. ¿Esto es lo que ocurrió en el caso de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS)?
No tenemos distancia temporal ni elementos suficientes para
establecer en este minuto -tampoco es el interés- los factores que
contribuyeron al derrumbe de la URSS; pero sí queremos mostrarles un
ejemplo de esos planes que siempre son a largo plazo. Los siguientes son
párrafos de un libro recomendable para espíritus fuertes: The Craft of
Intelligence (El arte de la Inteligencia, 1963) de Allen Wels Dulles (*)
Un programa de Telesur recordó hoy el texto de Dulles, a propósito de
una frase del discurso de Barack Obama al asumir su segundo período
cuando dijo que prefería la solución pacífica de los problemas, o algo
similar. Tal vez sea cierto: del trabajo sucio se encargan otros.
«Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus
valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a
creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en
la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus
proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más
irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e
irreversible extinción de su autoconciencia.
“De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su
carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas
de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se
desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro,
deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos.
Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados
artistas que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el
culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una
palabra: cualquier tipo de inmoralidad.
“En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De
una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el
despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de
principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas [como]
innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la
insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo [y] la drogadicción,
el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la
enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo
esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el
capullo de una flor.
“Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo
que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de
indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos,
desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos
parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos.
Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos,
desmoralizaremos, pervertiremos (…)». Es textual.
La lectura de ese texto es revulsiva. Produce indignación pero, sobre
todo, dolor y agobio al ver la pérdida de los signos de humanidad en
los ejecutores de la política imperial. Es difícil pensar que una
cultura promueva conductas tan alejadas de los valores humanos y, sobre
todo, pensar que haya algo rescatable en el momento de su derrumbe. Pero
afortunadamente, ya es visible sobre el horizonte temporal una nueva
sensibilidad que fundará la sociedad definitivamente humana.
(*) Dulles fue director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) entre 1953 y 1961.
viernes, 15 de febrero de 2013
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