Consultado por un periodista, allá por 1994, sobre “¿Qué le gustaría
que figurara en su epitafio?” , Silo respondió: “Fue una buena persona,
pero un mal escritor.”
Tal definición, que al par que puntualiza lo esencial, contiene la
cuota habitual de ironía y humor con la que solía deleitar a todos sus
interlocutores, no deja de parecernos demasiado humilde. Ensayando
definiciones, podríamos agregar: Un guía sabio, pero también un pensador
profundo o un maestro bondadoso, pero también un estratega formidable;
un activista como pocos, pero también un místico apasionado; un rebelde
indomable, pero también un analista agudo; un Iniciado pero también un
revolucionario social.
Y por supuesto, a juzgar por la belleza literaria y la plasticidad
poética que destilan sus textos, destacaríamos que Silo ha sido un
magnífico escritor, por lo demás concentrado mucho más en la utilidad y
justeza de sus apreciaciones que en su forma externa. Tal como él mismo
lo comenta en un pasaje de su obra: “No argumentes tampoco que te
desagrada mi modo de presentar las cosas porque eso no dices de la
cáscara cuando te agrada el fruto. Expongo del modo que me parece
conveniente, no del que fuera deseable para los que aspiran a cosas
alejadas de la verdad interior.”
Así, podríamos continuar agregando definiciones, y ninguna, por si
sola, daría cuenta cabalmente de la extraordinaria personalidad de quien
fundara la corriente conocida como Nuevo Humanismo o Humanismo
Universalista y de cuyo Mensaje espiritual y existencial emanaría una
profunda posibilidad de liberación para el Ser Humano.
“Si te hablo de aquello que hace feliz y libre al Ser Humano, vale la
pena que intentes comprender” – explica en una de las primeras páginas
de La Mirada Interna, texto central de la doctrina de Silo. Y no hay
duda que lo hemos intentado y lo seguiremos intentando…
Para quien escribe, la enseñanza de Silo es esencialmente
revolucionaria. Revolucionaria porque propugna la profunda modificación
de estructuras sicosociales que dificultan el pleno despliegue de un ser
humano libre de dolor y sufrimiento.
Silo pone en discusión dichas estructuras anquilosadas, proponiendo
además experiencias que permitan a cada Ser humano saltar por sobre el
abismo del sin sentido vital.
“Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí: ¡humanizar la tierra!
¿Qué es humanizar la tierra? Es superar el dolor y el sufrimiento, es
aprender sin límites, es amar la realidad que construyes.”
Aunque esencialmente existencial, la enseñanza de Silo es
necesariamente trascendente. Así, invita a rebelarse contra la aparente
fatalidad de la muerte, afirmando la posibilidad de un destino
trascendente para el Ser Humano, sugiriendo una vida coherente entre lo
que se piensa, siente y hace, superando la indiferencia hacia los demás,
yendo activamente y en actitud solidaria hacia todos.
Revolucionarias son sus proclamas en el campo social y político,
expresadas en aquel lema que anima la acción humanista en más de cien
países del planeta: “Nada por encima del Ser Humano y ningún Ser Humano
por debajo de otro”
Revolucionaria (y libertaria) es su concepción de “lo humano”,
alejada de todo naturalismo y zoologismo, definiendo Silo al Ser Humano
como un “ser histórico cuyo modo de acción social transforma su propia
naturaleza”.
Revolucionarias sus ideas en el área de la psicología, fundamentando las
capacidades transformadoras humanas en base a la actividad propia de su
conciencia, la espacialidad de su representación y la ampliación del
horizonte temporal que le es característica.
Revolucionaria su propuesta epistemológica, habiendo desarrollado un
Método que enfatiza en la estructuralidad dinámica de todo fenómeno y en
la esencial significación de incluir la propia mirada para una cabal
comprensión de lo estudiado.
Revolucionario es su mensaje espiritual, que rechaza la imposición
dogmática y la intolerancia religiosa para abrirse a la experiencia
luminosa presente en la profundidad de todo ser humano. Espiritualidad
que impulsa la libertad del pensamiento, la búsqueda del buen
conocimiento y, por tanto, alienta la libertad y diversidad de
interpretaciones acerca de lo sagrado y la inmortalidad.
Revolucionarios también sus aportes en el campo de la mística,
poniendo a disposición de cualquier ser humano cuatro disciplinas
iniciáticas en las que sintetiza experiencias inspiradoras de las
diversas tradiciones históricas.
Revolucionaria es la imagen de futuro que propone Silo, colocando a
las diversas culturas no sólo en un escenario de tolerancia mutua, sino
de convergencia hacia una Nación Humana Universal, en la que cada una
pueda aportar desde sus mejores acumulaciones históricas.
Alguien podría preguntarse acerca de la oportunidad y vigencia de tal
ideario y deberíamos responder a ello de manera paradójica. Atendiendo a
las necesidades, no habrá nada más oportuno que abordar de inmediato un
diálogo centrado en las propuestas de Silo. Sin embargo, enfocándonos
en su impronta revolucionaria, es posible que los cambios a los que se
aspira en ellas no puedan ser solamente ponderados desde la inmediatez.
Mucho menos, al comprender la relevancia universal que contienen.
¡Salud, querido Silo! Seguimos juntos en este elevado propósito de
liberación, abrazando la mejor de las causas, la que nos lleva a superar
la violencia y el sufrimiento en nosotros y en el mundo social, la que
nos mueve a emprender acciones con otros y por otros, aquella que nos
conmueve cuando celebramos el avance humano compartido.
¡Gracias, Maestro querido!, no habrá fracaso que nos derrote, ya que la
rebeldía y la búsqueda de libertad son el alimento de todos los
humanistas del mundo.
Autor: Javier Tolcachier
Fuente: Pressenza
miércoles, 16 de septiembre de 2015
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