Mi descubrimiento de América, las crónicas que Vladimir
Maiakovski escribió luego de recorrer Cuba, México y Estados Unidos
entre 1925 y 1926, se publican ahora en una nueva edición que revela la
sorprendente mirada anticipatoria sobre la realidad económica, social y
cultural de un continente nuevo para el gran escritor ruso.
Publicado por Entropía y traducido por Olga Korobenko,
el libro presenta la profunda visión de Maiakovski (1893-1930),
iniciador del futurismo ruso, sobre su experiencia en distintos puntos
de América: una visita fugaz a Cuba, un paso por México y una intensa
estadía de seis meses en Nueva York, Detroit y Chicago.
"Necesito viajar. Para mí, el contacto con todo aquello que respira vida
casi constituye la lectura de libros. El viaje emociona al lector de
hoy. En lugar de historias ficticias, supuestamente curiosas, sobre
imágenes, metáforas y temas aburridos, surgen experiencias interesantes
en sí mismas", sostiene el poeta.
Y luego arroja una reflexión sobre los dieciocho días de océano que lo
alejaron de la Unión Soviética, donde ya era un escritor consagrado: "El
océano es fruto de la imaginación. Estando en el mar, no puedes ver las
costas, las olas son más grandes de lo que sería necesario para
disfrutar de ellas, y tampoco sabes qué es lo que tienes bajo tus
pies".
"Pero lo que cuenta es la imaginación: saber que ni a derecha ni a
izquierda hay tierra firme hasta el polo, que adelante hay un mundo
completamente nuevo, un segundo mundo, y que debajo tal vez de encuentre
la Atlántida", reflexiona uno de los autores del manifiesto "La
bofetada al gusto del público", de 1912.
En la primera parte del libro, dedicada a Cuba y México, el autor de Poesía y revolución
anota su experiencia en el vapor Espagne: "Las clases son auténticas.
En la primera viajan comerciantes, fabricantes de sombreros y cuellos,
primeras figuras del arte y monjas".
"Gente extraña: tienen nacionalidad turca, sólo hablan inglés, viven en
México y representan a empresas francesas con pasaportes paraguayos y
argentinos", observa en medio del mar.
"Son los colonizadores de hoy, lo peor de la sociedad mexicana.
Siguiendo la tradición de los acompañantes y los herederos de Colón, que
expoliaban a los indios, obligan a las personas de piel roja a
deslomarse en las plantaciones habaneras a cambio de unas corbatas rojas
que hacen a los negros comulgar con la civilización europea", apunta el
autor de obras teatrales como La chinche (1929) y Hablando a plena voz (1930).
Maiakovski, quien junto al artista Aleksandr Ródchenko fundó la agencia
de publicidad Mayakovski-Ródchenko Advertising-Constructor, llegando a
crear más de 150 piezas publicitarias, va más allá de la mera
descripción: reflexiona sobre política, habla de la desigualdad, piensa
las relaciones de poder, se detiene en los objetos, las calles, las
construcciones, los modos de producción, los medios de transporte y de
comunicación.
Recorriendo Ciudad de México, el escritor sostiene que "la excentricidad
de la política mexicana y sus rasgos insólitos a primera vista se
explican por el hecho de que sus raíces se encuentran no sólo en la
economía de México, sino también, y principalmente, en las expectativas y
los anhelos de los Estados Unidos".
Con Estados Unidos, país que lo fascina y lo incomoda, es claro cuando
dice que "ni siquiera ocupan toda América del Norte y, sin embargo
-fíjense- se han quedado, apropiado y absorbido los nombres de todas las
Américas".
"Los Estados Unidos se apoderaron del derecho a llamarse América por la
fuerza, con sus acorazados dreadnought y sus dólares, infundiendo terror
en las repúblicas y las colonias vecinas", afirma Maiakovski,
considerado "el poeta de octubre".
Y, con un asombroso sentido anticipatorio, anota que "cuando la gente
ingenua quiere ver la capital de los Estados Unidos se dirige a
Washington. La gente avispada va a una minúscula calle de Nueva York,
Wall Street, la calle de los bancos, la calle que de hecho dirige el
país".
Maiakovski, que se suicidó de un disparo en el corazón el 14 de abril de
1930, configura un libro que refleja una mirada lúcida, sarcástica, con
tanto vuelo poético como rigurosidad histórica, y que parece registrar
todos los aspectos del complejo mundo que vendría, con una potente voz
que llega hasta nuestros días.
Fuente: Télam
sábado, 19 de septiembre de 2015
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