La actualidad del cómic, su valor como lenguaje y herramienta política,
fueron desgranados en la inauguración de Comicópolis por Art Spiegelman,
creador del icónico "Maus", historieta sobre el Holocausto que instaló a
la novela gráfica como género con su aparición hace más de tres
décadas, y se definió como "un Moisés que acercó a todos a la tierra
prometida en la que no pudo entrar".
"Me siento como Moisés que prometió a todos llevarlos a la tierra
prometida pero no se le permitió entrar en ella", bromeó consultado
sobre la evolución de la novela gráfica, durante una conferencia
ofrecida en Tecnópolis.
"'Maus' dio permiso para que otros accedieran a esta forma de relato",
que no fue su intención crear y que no aspira a repetir: "¿Cómo se dice
neurótico en español?", preguntó antes de desarrollar su explicación.
"Mi interés en el cómic está en su forma, todo lo que hice antes de
'Maus' -parecido a una narración- fueron ocho páginas que me llevaron
ocho meses escribir"; de hecho la premiada obra, el único cómic acreedor
de un Pulitzer, "fue un proyecto de dos años que se extendió 13 y ahora
-ironizó- que me estoy volviendo viejo, no me interesan obras largas,
me estoy abocando a novelas de una página".
'Maus', caracterizado por humanos con cabezas de animales -gatos para
los nazis, ratones los judíos y cerdos los polacos no judíos-, cambió la
historia de la novela gráfica tras su publicación entre el 80 y el 91.
Basada en las entrevistas que le hizo a su padre polaco como
sobreviviente del horror del nazismo demostró el peso que esta expresión
podía tener como género en sí mismo.
"Siempre pensé que 'Maus' sería leído de manera póstuma -repasó-, no
intentaba crear un género pero deseaba un material que pudiera ser
revisitado".
"Los cómics ante nada son un medio", postuló consultado en torno a las
dimensiones políticas que pueden alcanzar, teniendo en cuenta el
atentado que causó 12 muertos en enero en la revista francesa Charlie
Hedbo tras la publicación de un dibujo de Mahoma, generando el hashtag
#yosoycharlie que esta semana trocó en #yonosoycharlie, luego de que
cuestionaran la situación de la inmigración en Europa recurriendo a la
imagen del niño sirio ahogado en playas turcas.
"Por lo general son un medio que subvierte áreas", debido a "un lenguaje
muy vertiginoso que hace que la gente se ponga nerviosa más rápido",
sonríe, cuestiones visuales "muy primitivas".
En el caso de Hedbo, "se puede decir que la imagen de Mahoma no intenta
ofender sino señalar cómo la religión puede usarse como medio político
fanatizado, pero no se puede dibujar lo indibujable", graficó.
En tanto que el conflicto de los inmigrantes en Europa reforzó, "es una
continuación de ese pasado de xenofobia por el que Hedbo estuvo en
problemas la semana pasada, con cuestiones que tenía que decir pero
decodificadas de manera inapropiada".
"Soy un ciego en Argentina", dijo consultado sobre el escenario de la
ilustración y la historieta local, y enumeró entre "los pocos" autores
que conocía a José Muñoz, Carlos Nine y Enrique Breccia, el hombre que
con 80 años se levantó de sopetón y abandonó sin aviso la mesa donde
almorzaban, volcando todo a su paso, para perderse detrás de un niño y
preguntarle qué cómic llevaba en su mano.
"Me conmovió ver esa curiosidad y respeto, cuán comprometido estaba con
ese mundo", rememoró sobre Breccia, tras lo cual se refirió a Liniers,
padrino de la tercera edición de Comicópolis, y el único argentino en
haber ilustrado la portada de The New Yorker, si se descarta la imagen
del Papa Francisco que lo precedió.
"De Ricardo me fascina que es mi opuesto, yo puedo hacer 50 veces una
misma página y él, hacer 50 páginas en ese mismo lapso", dijo sobre el
dibujante al que conoció cuando publicó el libro "The big wet balloon"
-"Los sábados son como un gran globo rojo"- con Toon Books, la editorial
que conduce Francoise Mouly, directora artística de The New Yorker y
además su esposa.
Tras celebrar "la conversación internacional y la posibilidad de conocer
nuevas figuras" que se genera en Comicópolis, se refirió a "Wordless!",
la "orquestación visual" que junto al compositor y saxofonista Phillip
Johnston ofrecerá el domingo próximo, a las 16, en el microestadio de
Tecnópolis, espectáculo que por primera vez ofrecerá en un país donde no
se habla inglés y que configura un homenaje al mundo del cómic y sus
pioneros.
"Lo más cercano que tengo a un hobby es estudiar la historia y la
estética del cómic" y de eso se trata en parte la presentación que
incluirá 15 secuencias visuales y otras 15 musicales interpretadas por
seis músicos, especialmente compuestas por Johnston para la ocasión en
diferentes estilos -música clásica, jazz, blues y tango entre otros-,
mientras Spiegelman habla sobre lo que sabe de ese universo intentando
comunicar su esencia al público.
"Me pregunté por qué la gente aceptaba de buen grado un subgénero de
novelas que fue de la Primera a la Segunda Guerra Mundial que tenían una
imagen por página sin palabras y con mucha información visual -cargadas
de sentido político y sexual-, mientras que a los cómics los
consideraban casi pornográficos y analfabetos", explicó sobre el origen
de este show que buscaba, "hacer entender que no se trataba de un
subgénero basura".
"La música, como las imágenes, te ayuda a entender con rapidez y
precisión", por eso a conjugación: "es como cuando Miles Davis dice
'escuchen y luego les cuento quién es Charles Mingus", graficó el
dibujante.
"La música ayuda a comunicar una idea", le pone ritmo a un relato que se
extenderá por más de una hora: "no se asusten será muy entretenido",
pidió Spiegelman ante la performance que surgió de "la necesidad de
inventar un género para comunicar de qué se trata el cómic".
Fuente: Télam
sábado, 19 de septiembre de 2015
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