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Hermanas y hermanos:
En nombre del Pueblo de
Venezuela, reciban un fervoroso saludo bolivariano junto con el vivo
testimonio de hermandad hacia cada uno de los Pueblos de la Patria
Grande. En realidad lamento no poder acudir a esta cita en Santiago de
Chile. Como es del conocimiento de todas y todos ustedes, desde
diciembre del año pasado estoy batallando nuevamente por mi salud en la
Cuba revolucionaria y hermana. Por eso, estas líneas son la manera de
hacerme presente en esta Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños; son la manera de reafirmar, hoy más que
nunca, el compromiso vivo y activo de Venezuela con la causa histórica
de la Unión.
Imposible no sentir a Simón Bolívar palpitando
entre nosotros en esta Cumbre de la Unidad. Imposible no evocar a Pablo
Neruda, a Pablo de Chile y de América, en esta tierra y en este presente
de Patria Grande del que estamos hechos: Libertador, un mundo de paz
nació en tus brazos. La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron, de
nuestra joven sangre venida de tu sangre/ saldrán paz, pan y trigo para
el mundo que haremos.
Bolívar, siempre Bolívar. En este 2013
estamos conmemorando el Bicentenario de la Campaña Admirable: 200 años
de aquella prodigiosa gesta bolivariana. El 14 de mayo de 1813 un
Ejército de neogranadinos y venezolanos partió desde Cúcuta al mando del
entonces Brigadier Simón Bolívar, avanzando con una prodigiosa rapidez,
combatió y venció en Niquitao, Los Horcones y Taguanes para liberar el
centro y el occidente de Venezuela, entrando triunfalmente el 6 de
agosto de aquel año de gloria en Caracas. La victoria militar de los
patriotas tuvo una trascendente consecuencia política: el nacimiento de
la II República de Venezuela.
Por eso con un recuerdo vivo,
quiero compartir con ustedes una certeza: gracias a la CELAC ya nos
vamos pareciendo a todo lo que una vez fuimos y a todo lo que quisimos
ser pero nos fue arrebatado; nos vamos pareciendo a la Pachamama, a la
cintura cósmica del Sur, a la reina de las Naciones y la madre de las
Repúblicas.
Desde aquel diciembre de 2011, cuando fundamos en
Caracas la CELAC, los acontecimientos mundiales no han hecho más que
ratificar la extraordinaria importancia del gran paso hacia adelante que
dimos. Ahí está la crisis golpeando a EEUU y a Europa y arrojando a la
miseria a miles de seres humanos. Miles de mujeres, hombres, niñas y
niños han perdido sus casas, sus empleos, su seguridad social, sus más
elementales derechos. Mientras que EEUU y Europa, parafraseo al eminente
filósofo Ernesto Laclau, están cometiendo un suicidio colectivo,
nosotros estamos capeando el temporal, y lo vamos a capear
definitivamente. Somos, hoy por hoy, ejemplo para el mundo de unidad en
la diversidad, en función de la justicia, el bienestar social y la
felicidad.
A un año y casi dos meses de su constitución en
Caracas, la CELAC ha sabido plantarse con un carácter y una personalidad
bien definidas, lejos de cualquier dictamen o pretensión ajena a sus
principios y postulados. Hoy más que nunca podemos decir que cuando
afirmamos que hemos reemprendido real y verdaderamente El Camino De
Nuestros Libertadores, lema que identifica a esta Comunidad, no
estábamos haciendo una retórica y vana declaración. Ahora bien, tan
trascendente lema exige que lo llenemos cada día de más y más contenido
histórico, político, económico y social.
Por eso hoy
ratificamos la denuncia y la condena del vergonzoso bloqueo imperial a
la Cuba martiana y revolucionaria; la continua colonización y, ahora, la
militarización progresiva de las Islas Malvinas, ambos hechos son
violatorios de todas las resoluciones que ha emitido ONU para
salvaguardar los derechos de los Pueblos cubano y argentino, pero sin
voluntad alguna de parte de este organismo supranacional para hacerlas
cumplir. La justicia está incontestablemente del lado de Cuba y de la
Argentina. Si somos una Nación de Repúblicas, nuestra soberanía es la de
toda la Patria Grande, y debemos hacerla respetar.
Cuando
resuena el fúnebre sonido de los tambores de la guerra en el mundo,
cuánto valor tiene que los Estados de América Latina y el Caribe estemos
creando una zona de paz donde se respete celosamente el derecho
internacional y se reivindique la solución política y negociada de los
conflictos. Tenemos el deber de anteponer a la lógica de la guerra una
cultura de la paz, sustentada en la justicia y en la igualdad.
La CELAC es el proyecto de unión política, económica, cultural y social
más importante de nuestra historia contemporánea. Tenemos todo el
derecho de sentirnos orgullosos: la Nación de Repúblicas, como la
llamaba el Libertador Simón Bolívar, ha comenzado a perfilarse como una
hermosa y feliz realidad.
Cómo no recordar, otra vez, la voz de
Neruda cuando nos dice desde su memorable poema Alturas de Machu
Picchu: Sube a nacer conmigo, hermano. Subamos, hermanas y hermanos,
porque ha llegado la hora de nacer de nuevo, con toda la memoria y todo
el porvenir iluminando el presente.
Los sagrados propósitos,
las relaciones fraternas, y los intereses comunes que unen entre sí a
las Repúblicas de Nuestra América Latino Caribeña, tienen en la CELAC
una base fundamental no sólo para garantizar la estabilidad de los
Gobiernos que nuestros Pueblos se han dado, sino la soberanía y,
digámoslo con Jorge Luis Borges, la perpetuidad de cada una de nuestras
Patrias.seremos Patria! ¡O hacemos la única Patria Grande, o no habrá
Patria para nadie en estas tierras!
Cómo no reconocernos en
estas palabras que el Libertador Bernardo O'Higgins, el gran discípulo
del inmenso Francisco de Miranda, le escribiera a Bolívar en 1818: La
causa que defiende Chile es la misma en que se hallan comprometidos
Buenos Aires, la Nueva Granada, México y Venezuela, o, mejor diríamos,
es la de todo el continente de Colombia.
Todo cuanto hagamos
por la unidad no sólo estará justificado por la historia sino que además
se convertirá en el más luminoso legado que podamos dejarles a las
nuevas generaciones. Igualmente, estaremos honrando activamente la
memoria de nuestros Libertadores y Libertadoras. En la CELAC, como
quería Bolívar, hemos vuelto a ser una sola Patria.
Quiero
evocar con ustedes unas palabras del sabio Andrés Bello, tan
entrañablemente chileno como venezolano, quien no sólo fue el pionero
del Derecho Internacional en Nuestra América, sino, también, el primer
jurista en el mundo en darle cuerpo doctrinal a los organismos
multilaterales de integración y unidad. Desde el siglo XIX, este gran
forjador de nuestra Independencia intelectual nos sigue marcando el
camino: La tendencia del siglo que vivimos es a multiplicar los puntos
de contacto entre los pueblos, a unirlos, a fraternizarlos, a hacer de
todo el género humano una sola familia. Resistir esa tendencia es
descender en la escala de la civilización. Mi convicción es que la
tendencia del siglo XXI debe ser la misma que la enunciada, con tanta
lucidez, por Bello.
La gran política tiene en la CELAC un
sólido espacio para su realización. Se ha puesto elocuentemente de
manifiesto que Nuestra América Latino Caribeña es capaz de verse y
pensarse a sí misma y al mundo con plena autonomía, y de actuar
conjuntamente.
La gran política supone un aprendizaje
permanente: es aprender a convivir con nuestras diferencias, aceptarlas y
procesarlas, buscando siempre la mejor manera de complementarnos. La
gran política impide que la intriga nos divida. No olvidemos aquella
dolorosa advertencia de Bolívar: Más hace un intrigante en un día que
cien hombres de bien en un mes.
Pero estoy persuadido de que,
en esta hora estelar de nuestra historia, fracasarán quienes intenten
desviarnos; que prevalecerá, lo digo con Bolívar, el bien inestimable de
la unión; que el monroísmo desaparecerá definitivamente como
instrumento de opresión, dominación y desunión en este lado del mundo.
(1968), deben llamarnos a la reflexión: El subdesarrollo como dicen
ahora los técnicos o científicos sociales, no posee un carácter
puramente económico o productivo. Reviste un sentido intensamente
histórico. Es el fruto de la fragmentación latinoamericana. Lo que
ocurre, en síntesis, es que existe una cuestión nacional sin resolver.
América Latina no se encuentra dividida porque es “subdesarrollada” sino
que es “subdesarrollada” porque está dividida. El subdesarrollo es hijo
de la división, y, por eso mismo, es decisivo resolver la cuestión
nacional nuestroamericana en los próximos años. Hoy contamos con todas
las condiciones objetivas y subjetivas para hacerlo.
Queridos hermanos y hermanas:
Me voy a detener brevemente en algunos puntos de la agenda de la CELAC. Dejo otros por fuera para no alargar más este mensaje.
Pienso que es del todo decisivo darle el más riguroso cumplimiento a
dos grandes compromisos sociales, incluidos dentro del Plan de Acción de
Caracas, para que la CELAC tenga valor de existencia para nuestros
Pueblos: hablo del desarrollo del Programa Latinoamericano y Caribeño de
Alfabetización y del Programa Latinoamericano y Caribeño de
Erradicación del Hambre.
inversión pública. Desde la CELAC,
nosotros podemos sostener el crecimiento económico con una fuerte
inversión social, acordando una agenda común para la igualdad y para el
reconocimiento al derecho universal que tiene cada uno de nuestros
ciudadanos, sin exclusión, a recibir salud y educación gratuitas.
Igualmente, urge consensuar acuerdos que nos permitan crear y llevar
adelante una agenda energética común. Contamos con una fortaleza, de
entrada, para enfrentar el panorama extremo de un mundo donde las
fuentes energéticas tienen sus días contados. Ingentes son los recursos
de la región: sólo tenemos que crear políticas adecuadas que estén a la
altura de los dones que la naturaleza nos ha prodigado. Allí está la
experiencia exitosa de PETROCARIBE para demostrar que sí es posible
construir una alianza energética con base en la reciprocidad.
Quiero parafrasear a Bolívar: lo que hemos hecho es apenas un preludio
de la gran tarea a cumplir para consolidar a nuestra CELAC. Nunca antes
habíamos contado con un escenario tan apropiado. Multipliquemos los
efectos sensibles y los esfuerzos bien dirigidos, lo digo con Bolívar,
para convertir a la CELAC en centro de irradiación del nuevo sistema de
unión de los países de América Latina y el Caribe.
Queridos Jefes de Estado y de Gobierno:
Nos hemos comprometido en darle todo el apoyo a Cuba que ocupa, a
partir de esta Cumbre de Santiago, la Presidencia Pro Témpore de nuestra
Comunidad. Es un acto de justicia luego de más 50 años de resistencia
al criminal bloqueo imperial. América Latina y el Caribe le están
diciendo a Estados Unidos con una sola voz que todos los intentos por
aislar a Cuba han fracasado y fracasarán.
Quiso el azar, y así
quedara en la historia, que precisamente el día de hoy, en que Cuba
asume la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños, se conmemoren 160 años del nacimiento del
apóstol de la independencia Cubana, y uno de los más grandes
bolivarianos de todos los tiempos: José Martí.
Sus proféticas
palabras aun resuenan: “pueblo y no pueblos, decimos de intento, por no
parecernos que hay más que uno del bravo a la Patagonia. Una ha de ser,
pues que lo es. América, aun cuando no quisiera serlo; y los hermanos
que pelean, juntos al cabo de una colosal nación espiritual, se amarán
luego.”
Ha llegado el tiempo de ese amor de Martí, de ese amor de Bolívar, el amor nuestroamericano.
Por eso, desde mi corazón bolivariano, hago votos por el rotundo éxito
de esta Cumbre de la CELAC. Aquí en La Habana estaré pendiente de su
desarrollo. Con toda la luz de la Patria Grande que irradia hoy con más
fuerza en Santiago de Chile, vaya un infinito y fraterno abrazo para
todas y todos.
Hugo Chávez Frías
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Hasta la Victoria Siempre
Que Viva la Unión de Nuestros Pueblos
Que Viva la CELAC
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