jueves, 17 de enero de 2013

Negri declara a favor de las multitudes


El ensayista italiano Antonio Negri, junto a su socio teórico, el norteamericano Michael Hardt, acaba de publicar una “Declaración” a favor de las multitudes que en diversas zonas del planeta, en Europa y Estados Unidos particularmente, se están levantando contra la tiranía de los bancos y de sus soportes político-ideológicos, los partidos liberales, sean socialdemócratas o de derecha, a los que además acusan de racistas sin hacer diferencias.

“Esto no es un manifiesto. Los manifiestos ofrecen un atisbo de un mundo por venir y engendran a su vez el sujeto que no siendo más que un espectro, debe materializarse para convertirse en agente del cambio. Los manifiestos funcionan como los antiguos profetas, quienes mediante el poder de su visión creaban su propio pueblo”, dicen ambos autores en Declaración, que acaba de publicar la casa Akal.
Y agregan: “Los movimientos sociales de hoy han invertido ese orden, haciendo que los manifiestos y los profetas se vuelvan obsoletos. Los agentes del cambio ya han salido a las calles y han ocupado las plazas, no sólo amenazando y derrocando a los gobernantes, sino también haciendo aparecer visiones de un nuevo mundo”.
Negri es italiano, profesor en la Universidad de Padua; Hardt vive en los Estados Unidos. Juntos produjeron dos de los libros-clave para intentar entender qué había pasado en el mundo después de la caída del muro de Berlín, en 1989, y de las Torres Gemelas, en 2001: Multitud e Imperio.
“A principios de 2011, en lo más hondo de crisis sociales y económicas caracterizadas por la desigualdad radical, el sentido común parecía dictar que confiáramos en las decisiones y la orientación de los poderes dominantes para evitar que se nos vinieran encima desastres aún mayores”, continúan.
Pero la crisis socioeconómica, que se había desatado en 2008 -agravada por los nuevos modos de producción tecnocientíficos sin control estatal- era demasiado grave como para pensarse como una crisis y no como un cambio de paradigma y en consecuencias, de subjetividades.
“Las protestas contra los regímenes represivos se extendieron rápidamente a otros países norteafricanos y de Oriente medio, incluidos Bahrein y Yemen y, por último, Libia y Siria, pero la chispa inicial en Túnez y Egipto prendió también mucho más lejos”, escriben Negri y Hardt.
“Los manifestantes que ocuparon el edificio del congreso del Estado de Wisconsin en febrero y marzo expresaron su solidaridad y reconocieron su sintonía con sus iguales en el Cairo, pero el paso decisivo comenzó el 15 de mayo con las ocupaciones de las principales plazas de España por parte de los indignados”.
Por cierto, sólo un sector. “Los rebeldes norteafricanos se oponían a los regímenes represivos y sus reivindicaciones se centraban en la destitución de los tiranos, mientras que las muy distintas reivindicaciones sociales de las acampadas en Europa, Estados Unidos e Israel se dirigían contra los sistemas constitucionales representativos”, insisten los teóricos.
“Además, la protesta israelí de las tiendas sopesó con mucho cuidado las reivindicaciones al objeto de permanecer en silencio sobre las cuestiones de los asentamientos y de los derechos de los palestinos, los griegos se enfrentaban a la deuda soberana y a medidas de austeridad de proporciones históricas, mientras que la indignación de los revoltosos británicos se dirigía contra una larga historia de jerarquía racial”.
Finalmente, Negri y Hardt aclaran el por qué de bautizar a su libro como una declaración.
“Una característica que muestran los movimientos, aunque de diferentes maneras, es lo que concebimos como una lucha por el común. Cuando Mohamed Bouazizi se prendió fuego, se entendió que su protesta no solo iba dirigida contra el abuso que había sufrido a manos de la policía local, sino también contra la apremiante situación social y económica de los trabajadores del país, muchos de los cuales no consiguen encontrar un trabajo que se corresponda con su grado de formación”.
En efecto, “tanto en Túnez como en Egipto los enérgicos llamamientos a destituir al tirano hicieron que muchos observadores hicieran oídos sordos a las profundas cuestiones sociales que estaban en juego en estos movimientos, así como a las acciones decisivas de los sindicatos.
“Nuestro principal elemento de reflexión aquí son las formas dominantes de subjetividad producidas en el contexto de la crisis social y política actual. Empleamos cuatro principales figuras subjetivas -el endeudado, el mediatizado, el seguritizado y el representado-, todas las cuales se han visto empobrecidas o han visto cómo sus potencias de acción social son ocultadas o mistificadas”. El futuro, al parecer, ya llegó.
Fuente: Télam

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