Azotados por la pobreza y el cambio climático, los pobladores
de Bangladesh han encontrado solaz en la creatividad altruista de un
innovador arquitecto.
Bangladesh es uno de los países más pobres del mundo y el octavo más
poblado. La situación de este país, de por sí precaria, se ha agudizado
en los últimos años debido a que la mayor parte de su territorio yace
casi al nivel del mar y con el calentamiento global ha sufrido numerosas
inundaciones. Pero son en estas ocasiones, cuando la necesidad apremia,
en las que se muestra la empatía y la creatividad.
Una organización sin fines de lucro, llamada Shidhulai Swanirvar Sangstha,
ha ideado una formidable alternativa para los estragos que generan las
inundaciones: construir hogares, escuelas y hospitales flotantes (aunque
sin la refinación estética, quizás esta sea la mejor idea de
arquitectura flotante después de los jardines flotantes de Babilonia).
Esta organización maneja alrededor de 100 barcos en los cuales las
personas pueden acceder a educación, servicios médicos y recibir
asesoría sobre administración financiera y ayuda con sus cultivos.
Cuando llegan los monzones, prácticamente lo único que permanece
funcionando son las escuelas flotantes, que además son populares con los
niños ante la idea de estar en el agua navegando –aunque en medio de la
destrucción.
El fundador de este proyecto, el arquitecto Mohammed Rezwan, además
de diseñar los barcos con Internet y pequeñas librerías ha desarrollado
también un sistema de alerta para las inundaciones y una serie lámparas
solares que son obsequiadas a los alumnos para que puedan moverse por
las zonas sin electricidad.
Por si esto fuera poco, Rezwan creó un sistema que llama “cultivo de
agua solar” que permite a los damnificados utilizar la energía del sol
para seguir creciendo vegetales sin tener que tener una tierra o usar
fertilizante. Esto basado en camas flotantes de lirios acuáticos y un
sistema de reciclaje de abono de pato.
Cuando las demás personas se preguntaban si debían seguir
construyendo casas a un lado del río, Razwan tomó la iniciativa y
construyó casas en el río. “Esta ayudando a las personas a adaptarse al
cambio climático”, dice Rezwan. “Y al mismo tiempo, les está enseñando
como proteger el medio ambiente y usar los recursos naturales”. Sin duda
un caso inspirador, que nos confirma que las crisis son oportunidades
también de innovar.
Fuente: Pressenza
sábado, 12 de enero de 2013
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