por Mariano Quiroga
De las atroces dictaduras latinoamericanas los países de la región
salieron endeudados y obedientes a los poderes extranjeros (FMI, Banco
Mundial, Banco del Tesoro, Wall Street, etc.). Estos poderes tenían sus
aliados locales en una clase oligárquica de terratenientes y
propietarios de los medios de comunicación históricos del continente.
Esas oligarquías rapaces sostuvieron los golpes de estado para entrar
en el progreso monopolista del neoliberalismo a ultranza y consiguieron
apoderarse de la democracia para continuar con sus planes con una
cierta cobertura de legalidad.
En los años 1990 accedieron al poder presidentes sin ninguna noción
de pertenencia al continente americano, absolutamente colonizados y
dispuestos a todo para obtener beneficios personales y de sus pares.
Alberto Fujimori en Perú es un buen ejemplo, que terminó haciéndose un
golpe de estado a sí mismo por las ansias de control y poder, o el gran
privatizador argentino Carlos Menem, más preocupado por lo que pudieran
narrar las revistas del corazón sobre sus conquistas que por la bomba
de tiempo que estaba creando la figura mentirosa del “Plan de
convertibilidad” de su ministro de economía y funcionario de la
dictadura militar, Domingo Cavallo. Bolivia tuvo a Sánchez de Lozada,
dos veces presidente, un tipo que dominaba el idioma inglés pero que
hablaba el castellano como un gringo, una de las figuras más grotescas
de la política regional. Ecuador cedió su moneda para pasarse al dólar y
así siguiendo la ristra de gobiernos antipopulares.
No es de extrañar que el refugio popular se haya dado confiando en
presidentes con otro perfil, presidentes que priorizaran por los pobres,
que también equivale a poner en relieve a los campesinos,
históricamente invisibilizados por el poder de los propietarios de las
tierras, y a los pueblos originarios, que ya no son mirados de forma
condescendiente por las nuevas generaciones.
Estamos Unidos de América
De ese modo América Latina se dio gobiernos por contagio que salieran
del patrón neoliberal que había llevado más allá del precipicio a todos
y cada uno de los países que siguieron el recetario de Washington y
París.
Los llaman “populistas” porque ponen por delante el interés general
que los intereses particulares y esto los ha puesto en conflictos muy
serios con las élites en cada uno de los países. Pero aquellos elegidos
que no transigieron frente a las presiones y exigencias foráneas y
locales son los que están llevando adelante un proceso unificador en
Latinoamérica y son aquellos, también, que están volviendo orgullosos a
sus pueblos de sus raíces, de sus convicciones y de sus sueños.
Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en
Argentina, el Frente Amplio en Uruguay, Rafael Correa en Ecuador y,
fundamentalmente, Hugo Chávez en Venezuela han mostrado un camino de
rebeldía frente a los poderes establecidos que han sido continuados y
profundizados con la llegada de Cristina Fernández, Pepe Mujica o Dilma
Rousseff.
Esta capacidad de organizarse para resistir debería ser el camino a
seguir en Europa para poder dar respuesta al cobro de las pérdidas del
casino especulativo a los ciudadanos de a pie. La ortodoxia del ajuste y
la austeridad conocemos el destino que tiene: estallidos sociales,
hambre y miseria para muchos y ganancias multimillonarias y construcción
de monopolios gigantescos para beneficio de unos pocos.
Muchas veces se critica que este camino lleva indefectiblemente a los
liderazgos y al personalismo, no creo que sea un tema de las
organizaciones sociales, sino del armado de los sistemas políticos, que
han generado esta democracia representativa que sólo puede construirse a
través de personalidades fuertes y coherentes. Otros países de la
región también votaron candidatos esperanzadores, Michelle Bachelet en
Chile y toda la lista de la Concertación; Alejandro Toledo y luego Alan
García en Perú o incluso Andrés Pastrana en Colombia, pero que no
pudieron hacer frente a los poderes oligopolistas ya sea por falta de
convicciones o por falta de apoyo popular, el dichoso “populismo”
sudamericano que nada tiene que ver con el populismo europeo.
Fuente: Pressenza
lunes, 14 de enero de 2013
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