por Olivier Turquet
Parece que no va tan mal. Hablamos con Antonio Mazzeo, un periodista
que denuncia desde hace años el tráfico de armas, el militarismo y el
mercantilismo resultante. Militante de la campaña No Muos (campaña
contra la instalación del sistema de telecomunicaciones por satélite de
la Marina de los Estados Unidos de América), Mazzeo es autor de
numerosas publicaciones sobre el saqueo del medio ambiente, los
conflictos internacionales y los crímenes de las mafias transnacionales.
¿Cómo va el comercio de armas a nivel mundial?
Las importaciones y exportaciones de los sistemas de la muerte no
parecen muy afectadas por la crisis mundial y estructural que está
afectando al planeta. De hecho, el capital financiero internacional
tiene la loca creencia de que el conflicto y la posterior reconstrucción
de los países bombardeados pueden ser el motor para salir del
estancamiento e impulsar la demanda, la economía y el desarrollo.
Lástima que la crisis, las burbujas especulativas financiarias y la
insostenible expansión financiera de la deuda pública se hayan originado
en gran medida a consecuencia del modelo de guerra global y permanente
puesto en marcha con la primera aventura internacional contra Saddam
Hussein en el Golfo a principios de los años 90, afirmada posteriormente
con la llamada “guerra contra el terrorismo” en cualquier lugar y a
cualquier precio después del 11 de septiembre de 2001. Es decir, las
armas han generado también la crisis que ahora se quiere “vencer” con
las armas. Escenarios que podrían llevar a la humanidad al Holocausto, a
la destrucción del medio ambiente, al hambre de la gente.
¿Cómo se puede cuantificar el nivel de negocios del mercado de armas actual?
Aunque partimos de la base de que el negocio de sistemas de muerte se
caracteriza por la falta de transparencia de información oficial y la
gran zona gris donde se mueven ilegalmente productores, intermediarios,
agencias de inteligencia, militares y organizaciones criminales
transnacionales, tenemos datos bastante fiables. De acuerdo con el
último anuario sobre el gasto militar mundial publicado por el SIPRI
(Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), en 2011
se dedicaron 1 740 millardos de dólares a sistemas de
armas en todo el mundo. Para el Instituto sueco es el mayor gasto desde
1989, el año de la caída del Muro de Berlín. Sólo para que nos demos más
cuenta del nivel escandaloso de la cifra de negocios de los mercaderes
de la muerte, señalamos que en las guerras se gastan cada minuto 3,3
millones de dólares, lo que equivale a 198 millones de dólares a la hora
o 4,7 millardos de dólares al día. Cada habitante del planeta se ve
privado de esta manera de aproximadamente 250 dólares al año, dinero
que, en cambio, se podría utilizar para la producción de alimentos, la
educación y la salud. Así que las armas matan sin tener que disparar.
¿Cuáles son los países implicados?
En 2011 los Estados Unidos de América (EE.UU.) fueron los mayores
compradores de sistemas de armas en el mundo, con un costo estimado de
711 millardos de dólares. En segundo lugar se ha afirmado la China,
potencia emergente mundial, con un gasto de alrededor de 143 millardos
de dólares, pero con un ritmo de crecimiento a lo largo de los años
bastante impetuoso, un 170% en términos reales en el período comprendido
entre 2002 y 2011. Muy por detrás, en tercer lugar, se encuentra Rusia
con 72 millardos de dólares.
Los EE.UU. controlan el 40% del mercado mundial de las exportaciones.
El año pasado, los gigantes del complejo militar industrial de los
EE.UU. exportaron armas por valor de 46,1 millardos de dólares, una
cifra cuatro veces superior a la suma de las exportaciones en los
primeros años de 2000. Otra confirmación de que detrás de la llamada
“guerra contra el terrorismo” y la ridícula propaganda sobre la “defensa
de los derechos humanos” y la “intervención humanitaria” están sobre
todo los negocios de los fabricantes y los comerciantes de la muerte. La
clasificación de los exportadores es ligeramente diferente a la de los
compradores privados: en ésta, Rusia ocupa el segundo lugar, seguido por
China. Pero si consideramos el conjunto de los países miembros de la
Unión Europea (UE), nos encontramos, sin embargo, con un hecho poco
conocido. El volumen de negocios de las exportaciones de los países de
la UE se acerca más a la de los EE.UU., casi 32 millardos de euros al
año con un récord de 41 millardos de dólares como sucedió en 2009. Como
se denunció en la revista Missione Oggi (Misión Hoy) en una
investigación realizada por Giorgio Beretta de la Red Italiana para el
Desarme, el grueso de las transferencias (más del 45%) se destina a los
países del Sur. En los cinco años comprendidos entre 2006-2010, entre
los principales destinatarios del armamento europeo destacan en
particular los regímenes autoritarios de la península arábiga (Arabia
Saudí ha comprado armas europeas por valor de 12 millardos de dólares,
los Emiratos Árabes Unidos por 9 millardos de dólares, Omán y Kuwait,
por 4,3 millardos y 1,6 millardos, respectivamente), algunos países de
Oriente Medio en medio de sangrientos conflictos internos (4 millardos
de dólares para Pakistán, Turquía 3,5 millardos); diferentes naciones
del continente africano (Marruecos, 2,5 millardos, Argelia, 1,8
millardos, Egipto y Sudáfrica, 1 millardo, cada uno y Libia, 1
millardo).
En la especial clasificación mundial de “consumidores” de sistemas de
guerra están adquiriendo un papel de liderazgo en los últimos años los
países que han experimentado altas tasas de crecimiento económico y
producto interno bruto: además de China, impresiona en particular la
India que, según el SIPRI, ya es el mayor cliente mundial de los
mercaderes de la muerte. Pero están también Corea del Sur, Pakistán y
Singapur, mientras que aumenta progresivamente el papel de los países
del África subsahariana, algunos con niveles inimaginables de pobreza y
subdesarrollo, que llegaron a gastar 18 millardos de dólares al año en
sistemas bélicos.
¿Qué función cumple Italia en este mercado?
Ya hemos hablado del papel cada vez más importante de la UE en el
mundo de las armas. Italia ocupa ya el tercer lugar entre los estados
miembros de la UE por lo que se refiere al volumen de negocios,
ligeramente por detrás de Francia y Alemania, pero por delante de Gran
Bretaña. En los últimos cinco años hemos vendido sistemas de armas por
23,2 millardos y gran parte del negocio es prerrogativa de las dos
compañías financieras controladas en parte por capital del Estado,
Finmeccanica (que ocupa el 8 º puesto en el mundo entre los productores y
exportadores armas) y Fincantieri.
Según el informe sobre exportación de armas, lleno de lagunas y
omisiones, presentado al Parlamento por el Gobierno, en el año 2011 se
emitieron 2 497 autorizaciones de exportación por un total de algo más
de 3 millardos de euros, en comparación con los 2 millardos y 906
millones de 2010, con un aumento anual del 5,28%. Y esto en un período
de crisis con una drástica reducción del empleo entre los trabajadores
de las fábricas de armas italianas. El factor decisivo en la expansión
de las ventas ha sido la promoción del made in Italy por los
ministros-vendedores de armas de los gobiernos de Berlusconi y Monti.
Ellos han sido muy eficaces a la hora de viajar a lo largo y ancho del
planeta para apoyar la exportación de armas y el establecimiento de
alianzas con los regímenes más corruptos o responsables de innumerables
violaciones de derechos humanos. De hecho, no es casual que en 2011 se
haya producido un aumento muy significativo del número de autorizaciones
con respecto al año anterior, para los llamados “programas
intergubernamentales de cooperación” y se puede apostar que los datos de
2012 serán aún mayores dado el historial de activismo del Ministro de
Defensa, el almirante Di Paola, incansable en las misiones y visitas al
extranjero y la participación en las principales ferias internacionales
de la industria armamentística.
También se ha producido una escalada de las exportaciones de armas
italianas a las zonas de mayor tensión en el mundo, desde el norte de
África a Oriente Medio hasta el sureste asiático. En 2011 más del 64% de
las armas, con un valor de casi 2 millardos de euros, terminó en
países que no forman parte de la OTAN. La lista de los principales
clientes empieza con Argelia ( 477,5 millones de euros en sistemas
militares de la producción italiana), Singapur (395,28), India (259,41),
Turquía (170,8). Incluso el pobre y maltratado continente africano se
está convirtiendo gradualmente en El dorado de los traficantes de armas
italianas. En los últimos cinco años hemos vendido rifles y armas
ligeras a Camerún y Somalia, y camiones, aviones de combate y
helicópteros a Libia, Marruecos y Nigeria. Hay que decir que la ley
italiana que regula la exportación de armas no estipula la obligación de
documentar todas las transferencias de armas ligeras, “comunes” o “de
uso civil”, de las que Italia es uno de los mayores productores del
mundo. De modo que a las cifras citadas anteriormente hay que añadir el
volumen de exportación de las industrias productoras de rifles, pistolas
y municiones, que según el archivo de Desarme asciende a no menos de
mil millones de euros sólo en el período 2009-2010.
También en este caso, los clientes más importantes no son europeos y
no son miembros de la OTAN. Destacan sobre todo los países asiáticos,
los cuales han importado en los últimos dos años armas “ligeras” por
valor de 142 millones de euros, e incluso diferentes países bajo embargo
internacional (China, Líbano, la República Democrática del Congo, Irán,
Armenia y Azerbaiyán), beligerantes o acusados de cometer violaciones
graves de los derechos humanos (la Federación de Rusia, Tailandia,
Filipinas, Pakistán, India, Afganistán, Colombia, Israel y Kenya). Poco
antes del estallido del conflicto en Libia, el régimen de Muammar
Gaddafi compró armas a Italia por 8,4 millones de euros, en su mayoría
pistolas y rifles Beretta “” y “Benelli”, mientras que Yemen, otro país
desgarrado por la guerra civil, ha importado armas italianas por 487 119
euros. Según lo denunciado por el Observatorio sobre armas ligeras de
Brescia (OPAL), en 2011, el año de los levantamientos de la Primavera
árabe, sólo en la provincia de Brescia se exportaron a África del Norte
armas y municiones por un total de 6,8 millones de euros, y a los países
de Oriente Medio por 11 millones de euros. El OPAL también ha
demostrado que en el mismo año se exportaron también armas fabricadas en
Brescia a Bielorrusia por más de un millón de euros, justo antes de que
la Unión Europea decretara el embargo por las innumerables violaciones y
represiones aplicadas por el régimen del presidente Lukashenko. En
muchas partes del mundo se dispara contra la multitud con armas y balas
italianas, pero esto parece no indignar a los políticos, los sindicatos,
los medios de comunicación o los intelectuales.
¿Qué es lo que se vende más en este momento?
De todo. Las guerras y las represiones populares, cada vez más
numerosas, necesitan armas “ligeras”, gases lacrimógenos, tanques,
vehículos oruga, helicópteros de ataque, aviones de combate, armas
químicas, biológicas y nucleares (para estas últimas se ha puesto en
marcha un costosísimo programa de modernización y miniaturización para
hacerlas más flexibles y que se puedan utilizar en escenarios
geográficamente “limitados”). Pero los que devoran enormes recursos
financieros y humanos son principalmente los sistemas de guerra aéreos y
espaciales por sus costos estratosféricos. Además, para responder a las
nuevas estrategias de intervención y de inteligencia militar, los
aviones no tripulados, los cacareados drones, son ahora el pozo
de San Patricio para los productores de armas y negociadores. Esto
explica por qué en la clasificación especial de industrias productoras
en los primeros puestos por volumen de negocios figuran los gigantes
americanos y europeos que operan en los sectores aeroespacial,
misilístico y nuclear. En 2010, la cantidad de pedidos de Lockheed
Martin (el principal exportador de armas del mundo, dedicado, entre
otras cosas, a la realización de los F-35 de combate y el sistema de
telecomunicaciones por satélite MUOS) ascendió a 26,6 millardos de
euros. En segundo lugar se encuentra BAE Systems (24,8 millardos) y, a
continuación, Boeing (23,4), Northrop Grumman (21,3) y General Dynamics
(18,1). Al octavo puesto, como hemos dicho, se encuentra la italiana
Finmeccanica con exportaciones por un valor de 10,9 millardos de euros.
¿Cuál es la relación entre bancos, especulación financiera y comercio de armas?
Sin el sistema financiero y bancario internacional no sería posible
la existencia del complejo militar industrial, ni sería posible
garantizar los productos, las transacciones y las exportaciones. Los
bancos invierten directamente en la industria bélica, revelan
participaciones cada vez más impresionantes, proporcionan los adelantos y
la cobertura necesarios a las exportaciones. Los fondos soberanos, los
innumerables fondos de inversión hasta los llamados “fondo de pensiones”
gestionados por las instituciones estatales de seguridad y las
principales centrales sindicales han ido al asalto de las acciones de
las principales compañías productoras del sector. Un flujo de dinero
sustraído a la economía real, a la producción de bienes y al bienestar
que alimenta inmensas burbujas especulativas y acelera y deteriora los
procesos de crisis sistémica. Un paradigma de la complejidad y la
perversidad de la globalización de los mercados y las finanzas, donde
entre los principales accionistas de los productores de armas hay
regímenes que mañana podrían ser bombardeados y abatidos con las armas
producidas por las empresas “controladas”. Donde no existen límites ni
fronteras, y donde las opciones de política económica y exterior de los
Estados están fuertemente condicionadas, subordinándolas a las ganancias
de los administradores y propietarios de las fábricas de la muerte.
Cada vez estoy más convencido de que para comprender plenamente las
razones de la sumisión total de todos nuestros gobiernos recientes
(Prodi, Berlusconi, Monti, etc.) a las aventuras y los proyectos
militares de Washington se debe estudiar detenidamente el peso
específico de Finmeccanica & C. en el sistema Italia. Siguiendo
siempre la estela de los militares de EE.UU. en las guerras de los
Balcanes, Irak y Afganistán, aceptamos transformar Vicenza, patrimonio
de la Humanidad de la UNESCO, en la mayor base-vivienda militar de los
EE.UU. en Europa. Hemos transformado el aeropuerto de Sigonella, en
Sicilia, en la capital mundial de aviones no tripulados destruyendo toda
una reserva natural, Niscemi (Caltanissetta), para instalar uno de los
cuatro terminales terrestres del peligrosísimo sistema de
telecomunicaciones por satélite MUOS de la Marina de los EE.UU.Y nos
endeudamos fuertemente, así como el futuro de nuestros hijos y nietos
mediante la compra de un centenar de bombarderos con capacidad nuclear
F-35 que otros países socios de la OTAN consideran inútiles, obsoletos y
supercostosos. Y todo esto para asegurar privilegios y beneficios a las
empresas de Finmeccanica, a la que el Pentágono finalmente abre la
puerta asegurando lucrativos contratos y licencias de fabricación. Una
prueba de la trama inextricable de la banca, las finanzas y los
mercaderes de la muerte, la constituye el hecho de que los fondos de
inversión y de ahorro italianos se utilizan para comprar participaciones
de las compañías de producción de armamento en el extranjero, tal como
se documenta en la investigación del IRES (impuesto de
sociedades)Toscana sobre Finanzas y Armamento. “Entidades de crédito e
industria militar entre el mercado y la responsabilidad social”
(Florencia, 2010).
Aparatos militares, guerras, comercio de armas: ¿relación perversa?
Exacto, una relación perversa, inmoral, criminal y criminógena como
se prueba en una serie de investigaciones abiertas por los magistrados
italianos sobre el sistema de corrupción pública generada en torno a
filiales de Finmeccanica y empresas controladas. Una compañía que parece
cada vez más un cajero automático de la que sacar los sobornos para
alimentar la codicia de los partidos y los políticos o entregar sueldos
fastuosos y gratificaciones a su familia, los amantes y los clientes de
los mismos de siempre.
Se ha creado un sistema en el que ya han saltado todos los mecanismos
para diferenciar entre los sectores público y privado y los
controladores y controlados, desautorizando todo control que venga de la
base que sería el deber de una verdadera democracia ya que están en
juego los bienes comunes y los inmensos recursos públicos, porque entre
los actores figuran las burguesías mafiosas transnacionales que reciclan
dinero, multiplican las ganancias y controlan de manera prepotente las
fuerzas políticas, militares y económicas de todo el planeta. Uno de los
mejores ejemplos del nivel de degradación alcanzado en el complejo
financiero-militar-industrial está representado por la imparable
transmigración a los consejos de administración de las fábricas de armas
de (ex) generales, almirantes y jefes militares. Un reciente informe de
la ONG estadounidense Citizens for Responsability and Ethics (Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética) y la Fundación New Brave
encontró que desde 2009 a 2011, el 70% de los generales de EE.UU. de
tres y cuatro estrellas retirados, encontró trabajo como funcionarios o
consultores en las compañías armamentísticas (es el caso de 76 oficiales
superiores de 108). El Consejo de Administración de los cinco
contratistas militares más importantes de las fuerzas armadas de EE.UU.
(de nuevo Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Raytheon y Northrop
Grumman), están formados en la actualidad por nueve ex representantes
de las más altas esferas del ejército. Con el agravante de que dos de
ellos continúan trabajando directamente en el Departamento de Defensa
(el General James Cartwright, miembro de la junta directiva de Raytheon y
el almirante Gary Roughead de Northrop Grumman, que son funcionarios de
la Dirección de Política de Defensa del Gobierno de los EE.UU.) . En
Italia, por desgracia, pasa lo mismo: no hay Consejo de Administración
de la industria bélica en el que no figuren ex Jefes de Estado o
funcionarios de alto nivel. Así se puede promover de la mejor manera
posible las “joyas” de la muerte a los militares que hasta unos días
antes eran los subordinados. Obvio que proliferan los ¡Sí, señor! hasta
para los gastos más locos e injustificados.
A veces nos asalta un sentimiento de impotencia, ¿qué pueden hacer las personas, como tú y como yo, contra esta situación?
El panorama internacional es, por desgracia, desconsolador. Los
diversos intentos para obligar a las Naciones Unidas a que adopten
políticas y tratados para limitar y controlar la producción y la
exportación de sistemas de armas han fracasado en la mayoría de los
casos o han sido más que edulcorados por la acción de poderosos grupos
de presión de los fabricantes de armas y los bancos. Los gobiernos y la
comunidad internacional son cada vez más prisioneros de los señores de
la guerra. Por esta razón, creo yo, que la palabra y la acción debe
pasar directamente a los individuos, a las organizaciones no
gubernamentales, a las asociaciones y a los grupos de base del otro mundo,
es decir, a la extraordinaria comunidad transnacional que espera y cree
que otro mundo es posible. Se han de multiplicar los esfuerzos y las
campañas contra todas las guerras y los procesos de militarización de
los territorios y el espacio, contra los gastos militares y la
producción de armas, desde las ligeras a las superpesados. Hay que
liberar a la economía, la política, las universidades y los centros de
saber del control siempre más asfixiante de los poderes militares.
Debemos actuar para golpear los cimientos del complejo
financiero-militar-industrial, impidiendo que los propios ahorros o los
fondos de inversión y pensiones vayan a alimentar a los mercaderes de la
muerte, obligando a los bancos a “desarmarse” y volverse más éticos.
Las grandes cuestiones internacionales deben volver a ser el centro del
debate político general en los parlamentos, las fábricas, los lugares de
trabajo, las escuelas y las universidades. Debemos recuperar los
espacios de la cultura y el pensamiento de la paz, con el derecho y el
deber de resolver las disputas y conflictos a través del diálogo y no
por la fuerza. Los movimientos en el Sur del mundo, y aquí en Italia,
los que en Val di Susa se oponen al TAV (tren de alta velocidad) o que
en Niscemi se oponen al MUOS, con sus prácticas de lucha, de acción
directa y desobediencia civil, nos muestran a diario los métodos más
eficaces para un camino de desintoxicación y liberación de los mitos de
las ganancias fáciles, del saqueo de los territorios y la guerra. La
objeción de conciencia generalizada al servicio militar, a la
militarización, a la producción de armas, la objeción fiscal no como
mero testimonio personal, sino como fenómeno de masas de denuncia y el
cierre de relaciones financieras con las instituciones bancarias que
promueven sistemas de guerra pueden ser herramientas importantes que nos
muestren la solución para dar la vuelta a la balanza de fuerzas entre
las mujeres y los hombres y el capital, y evitar la siempre cada vez más
rápida y loca carrera de la humanidad hacia el genocidio. Tenemos que
intentarlo. Ya.
Fuente: Pressenza
viernes, 11 de enero de 2013
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