El filme argentino Una infancia clandestina, de Benjamín Ávila, que
narra la historia de una familia que se enfrenta al régimen de la
dictadura; conmovió este domingo al público del Festival de Cine de
Cannes, provocando lágrimas en algunos de los presentes.
Una infancia clandestina, la película del argentino Benjamín Ávila que
relata la historia de una familia que se enfrenta a la dictadura en la
década de los 70, causó conmoción este domingo en el Festival de Cannes.
El film, que según su director está basada en su propia
historia y en una catarsis sobre la vivencias de su familia, hizo que
muchos de los presentes desbordaran lágrimas por la delicadeza y el
humor que presenta.
La obra trata de la vida cotidiana de una
familia que debe vivir bajo una falsa identidad en Buenos Aires, luego
de pasar 12 años exiliado en Cuba, mientras preparan acciones militares
contra el régimen. El miedo se mezcla con el amor y el humor.
En
su escuela Juan (protagonista) se llamará "Ernesto" -en homenaje al Che
Guevara- y deberá decir que es de la provincia de Córdoba para disimular
su acento cubano. A veces, cuando hay señales de que su casa puede ser
allanada por los militares, debe correr a esconderse en un sótano con su
hermana Vicky, un bebé de pocos meses.
Ernesto vive una historia
de amor con una compañera de escuela que equilibra, en la ficción, la
fuerte tensión que reina en su casa con las reuniones de militantes y
las armas escondidas.
El director indicó a los medios que si bien
la película “no es estrictamente autobiográfica”, se intentó que “la
historia hablara por sí sola".
Según diversos cinéfilos citados
en medios locales argentinos, la escena más fuerte del film es el
enfrentamiento entre la madre de Juan, interpretada por Natalia Oreiro,
y su abuela ( Cristina Banegas), quien presa de miedo por el riesgo que
corren todos les pide que le dejen a sus nietos y se vayan de
Argentina.
Una espectadora en llanto preguntó a Benjamín Ávila,
tras la proyección, si no consideraba que la generación de sus padres
había sacrificado a sus niños por sus ideales revolucionarios.
"La
vida no es blanco y negro, es más complicada. Hay que aprender a verla
de manera más justa. Lo más importante es saber que los sacrificios
hechos en esas revoluciones que no triunfaron nos demuestran que las
ideas no se matan, que sobreviven a pesar de todo", declaró el
realizador, también conmocionado.
Actualmente una infancia
clandestina concursa por la Cámara de Oro en la sección “Quincena de
Realizadores" del Festival de Cannes.
Fuente: teleSUR
domingo, 20 de mayo de 2012
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