por Mariano Quiroga
Mientras los gobiernos europeos siguen sometidos al imperio de las
corporaciones militofinancieras y aplican, tropezando una y otra vez con
las mismas piedras, los planes de ajuste y de recorte, el disenso
crece, se multiplica.
Ya no es la izquierda ortodoxa la que se opone a esta involución, son las personas sensatas, vengan de la ideología que vengan.
Pressenza, Redacción París. Y así como entre los sumisos tecnócratas la obsecuencia es ley y se
defiende el orden establecido a sangre y fuego, entre los disidentes se
abre un amplísimo debate. Que no debería despreciarse ni subestimarse.
Ese debate es clave para el futuro, es imprescindible para este
presente de confusión, combustión y desasosiego, pero, por sobre todas
las cosas es esencial para el futuro. Porque la dirección que sigan los
pueblos y no los gobiernos, es la que permitirá llegar a nuevas formas
de gestionar el cotidiano de las sociedades.
Soluciones
Queremos soluciones y seguimos creyendo que las soluciones van a
llegar de afuera, pero estos movimientos sociales que se están
constituyendo son, en sí mismos, parte de la solución.
El severo cuestionamiento del sistema político europeo, divorciado de
las necesidades de la gente, lleva a una encrucijada de desprestigio
total que permite, al menos, cuestionar la esencia de las ideologías que
monopolizan el pensamiento occidental.
La economía ya no se concibe como una ciencia (un viejo paradigma que
tumba) si no como una ideología que impone creencias y dogmas con la
frialdad del laboratorio, pero la vida es un quirófano donde ya no queda
más anestesia. Y ante el descrédito de los cirujanos y de la medicina
oficial, la gente opta por otros tratamientos.
En la panza de la bestia
Esa búsqueda es de una profundidad muy interesante, porque no estamos
en el reemplazo de la dirigencia, si no en el reemplazo de paradigmas,
en la instalación de una nueva concepción del mundo, de la sociedad, del
ser humano y su entorno. Como decía Eduardo Galeano luego de pasearse
por la Plaza Catalunya, tomada por la acampada del 15M “este mundo de
mierda está embarazado de un mundo mejor”.
Este debate se da en la panza de este mundo enfermo que va perdiendo
pedazos de sí mismo mientras intenta curar lo incurable. Y el debate no
se limita a los objetivos, a los resultados, sino también a cómo se va a
llegar a esos resultados o dicho de otro modo, a cómo vamos a caminar
ese camino.
Conceptualmente se discute mucho sobre los métodos y se cometen, de
manera bastante habitual, ciertos errores que no favorecen el
esclarecimiento.
¿Pacifismo o noviolencia?
El pacifismo no es una metodología de acción. El pacifismo es la
oposición a la guerra y el anhelo de vivir en un mundo en paz.
El pacifismo para expresarse en el mundo requiere de una metodología y
han sido muchas las formas que se han utilizado para evitar las guerras,
empezando por una posible tercera guerra mundial en un mundo bipolar,
como el que enfrentaron Bertrand Russell y Albert Einstein entre otros,
en plena crisis tras la utilización de la bomba atómica.
Más adelante se puede estudiar la oposición a la guerra de Argelia en
Francia o a la guerra de Vietnam en Estados Unidos. Más recientes se
pueden ver la oposición a la invasión de Irak con los millones de
personas alrededor del mundo que salieron a manifestarse el 15 de
febrero de 2003 o el veto de Rusia y China a una intervención militar en
Siria los últimos meses. Son diferentes ejemplos de momentos en los que
el pacifismo se ha expresado en el mundo.
Pero, por regla general, esa acción se traduce en tácticas
noviolentas. Ya sea por el profundo asco que se puede tener por la
violencia, por no querer utilizar las estrategias del enemigo o para
obtener el apoyo más amplio posible.
En este sentido podemos contar con los ejemplos de los levantamientos
de Túnez y Egipto, que pese a la resistencia de sus respectivos
regímenes, los disidentes prevalecieron en una forma de lucha
noviolenta. O podemos observar la lucha infatigable de los monjes
budistas de Myanmar, que tras años de obstinada lucha han conseguido
elecciones, las cuales le han dado la oportunidad a Aung San Suu Kyi de
obtener un escaño en el congreso tras la disolución del autoritario
gobierno birmano. Ni hablar de la lucha por los derechos civiles de la
comunidad afroamericana liderada por Martin Luther King o el
anticolonialismo de N’Kruma en Ghana y Gandhi en India, máximo exponente
e ideólogo de la desobediencia civil, el boicot, el vacío a la
autoridad y otras armas de la noviolencia.
La noviolencia como camino
La noviolencia no es una forma de estar, sino que es una forma de
hacer, de actuar, de avanzar. “No hay camino para la paz, la paz es el
camino” decía Mahatma Gandhi, disociando el resultado de la forma de
obtenerlo.
En este sentido creo que son ejemplos muy valiosos los que se están
aprendiendo con el movimiento de los “indignados” en España y con el
movimiento estudiantil chileno. Dos movimientos que no cejan en su
fórmula noviolenta para llevar adelante su lucha.
La noviolencia exige creatividad, exige compañerismo y exige sacrificio. No pueden ejercerla los blandos.
Pero estos dos movimientos han conseguido algo muy interesante: la
unidad y el apoyo. Vastas franjas de la población se han puesto de
acuerdo con sus reivindicaciones y buena parte de ello se debe a la
aplicación de la noviolencia, que permite empatizar con el reclamo y
prestar atención al mensaje, que no es catártico y desintegrador como en
el caso confrontativo, si no que busca ser inclusivo.
“¡No nos mires, únete!” se gritaba en todas las capitales europeas y
en más de 200 ciudades españolas el 15 de mayo del 2011 y se repetía en
el aniversario de este despertar colectivo.
Nuevas formas
La construcción desde la noviolencia además de haber provocado un
largo apoyo, ha permitido que se instale una nueva forma de hacer cosas
en conjunto, estableciendo una nueva forma de relación y de comunicación
entre los participantes de la lucha social.
La horizontalidad es una manera de evitar la violencia de la manipulación y del abuso de las jerarquías.
Primero las personas, ha sido una consigna de un
alto valor moral que no pone ni a una ideología, ni a un credo, ni a un
objetivo por encima de las personas, lo que quiere decir que nada está
por encima del bien común, lo que es bueno para todos.
Otra cosa importante que se ha desarrollado es la premisa de que no importa de dónde vienes, importa adónde vas.
Que en la práctica pone por delante el proyecto en común que la
propiedad de las ideas o si uno busca la identificación con el pasado.
En el futuro hay lugar para todos, siempre y cuando no se pretenda
uniformar al conjunto.
Esta forma de hacer y llevar adelante un proyecto es lo que ha dotado
de tanta fuerza, de tanta participación y de tanta convergencia a estos
dos ejemplos que he tomado. Y en ese debate sobre el futuro, sobre las
estrategias, sobre los pasos a dar ya no hay lugar para dudar de la
utilidad de la noviolencia. Es un escalón que se ha subido y del que no
se quiere descender.
No se discute la noviolencia, se aplica o no se aplica. Por eso el
mundo bebé que vamos a parir no puede parecerse a los progenitores del
caos, del dolor y la injusticia.
domingo, 27 de mayo de 2012
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