por Mariano Quiroga
Europa se desgrana, por un lado la tecnocracia monopolista insiste en la
genuflexión frente a los poderes financiero-militares y del otro el
pueblo, la gente, “los contribuyentes” expresan su descontento, su
fastidio, su necesidad de dar un golpe de timón que no sea ajuste, que
no sea achicamiento, que no sea cambiar algo para no cambiar nada.
Pressenza, París. Este debate se vive en numerosos frentes: España, con el movimiento
del 15M en cabeza, muestra la ruptura entre el poder político servil a
los poderes económicos que dirigen las políticas europeas y una
población asqueada de tanta corrupción y de un sistema electoral que
hace suponer una democracia, pero que por su composición restrictivista y
las traiciones flagrantes de los cargos electos se convierte en un
corsé en beneficio de las élites y la Banca.
Cuesta aceptar que contrariamente a los ajustes y recortes que se
suceden en educación, sanidad, ayudas sociales e infraestructuras los
gobiernos opten por el salvataje obstinado de bancas privadas que más
que víctimas de esta crisis, son promotores.
La palabra crisis, de hecho, ha sido inoculada como una vacuna para
el descorazonamiento y la permisividad. Pero su efecto comienza a
decaer, no sólo en España, sino en toda Europa.
Los indignados italianos se han manifestado por millares reclamando
un gobierno legítimo y no la dictadura de Goldman Sachs, en la figura de
Carlo Monti como presidente impuesto. A la que habría que sumar la de
Mario Draghi dirigiendo el Banco Central Europeo en beneficio de
empresas privadas.
No en nuestro nombre
Como en las manifestaciones multitudinarias que rechazaban el ataque
anglohispanonorteamericano contra Irak, bajo el lema: “No más sangre por
petróleo” o “No en nuestro nombre”. En Frankfurt volvieron a reunirse
un par de decenas de miles de personas vociferando que no se empobrezca
el continente, que no se desintegren años de luchas para progresar y
avanzar buscando el estado de Bienestar, en plumazos de tecnócratas sin
sangre en las venas.
Ni hablar de la protesta social de los diezmados helenos, que siguen
enfrentando en las calles la indefensión de un gobierno que sólo aspira a
satisfacer a los bancos para no declarar el vergonzoso default, que
dejaría a Grecia fuera de Europa. Pero también de este plan de
convertibilidad continental que es el Euro como moneda única. Los dos
partidos mayoritarios antes de las políticas de ajuste (los
socialdemócratas y la centroderecha) que en 2009 sumaron casi el 80 % de
los votos, pasaron en las últimas elecciones al 32 %.
Grecia, ante la incapacidad para armar un gobierno que acate las
medidas de ajuste que le dicta la Unión Europea, ha programado nuevas
elecciones para el 17 de junio. La negociaciones febriles continúan para
intentar evitar llegar a esas instancias, mientras las tasas de
suicidio se disparan.
Portugal, en movilización masiva de sus sindicatos y alterado por
sucesivas huelgas generales, vuelve a ser un país exportador de mano de
obra, pero sigue sin plantearse la necesidad de resolver los conflictos
heredados de la dictadura más larga de la historia europea y de los
enfrentamientos sucesivos que han dejado, entre otras secuelas, una
participación electoral que no alcanza el 60 %.
El ejemplo islandés
Si bien la isla nórdica nunca fue aceptada como miembro de la Unión
Europea (y mientras no pague a los estados europeos que salvaron a sus
especuladores offshore en los bancos islandeses no va a ser integrada),
su gesta contra el pago al FMI y la movilización social que forzó la
dimisión del primer ministro son considerados como modélicos para los
movimientos sociales en el resto del continente.
Pese al silencio de los grandes medios de comunicación, propiedad de
las corporaciones financiero-militares o, al menos, cooptadas por las
publicidades, en Grecia, España, Alemania, Portugal y el resto de
polvorines, cunde el efecto demostración de Islandia, un país que se
resiste a las imposiciones foráneas, a través de plebiscitos de alta
participación y con discusiones permanentes sobre el rumbo a seguir.
El reciente proclamado presidente francés François Hollande quizás
debería tomar la temperatura de lo que quiere el pueblo francés antes de
seguir obsecuentemente las directivas promovidas por Angela Merkel y
Barack Obama, quienes se apuraron a ser los primeros en recibirlo.
Fin del absolutismo
En medio de este proceso de recortes y ajustes en todos los estados
europeos la OTAN les exige a sus miembros invertir. Más precisamente les
exige comprar nuevas armas norteamericanas para poder ser más efectivos
en sus intervenciones, declaraba su secretario general, Anders Fogh
Rasmussen.
La historia nos vuelve a poner frente a un momento bisagra. El
reinado del absolutismo bancario, de la fijación del patrón petróleo
como modelo productivo, la persistencia en la hegemonía militarista y el
maltrato consciente del planeta que habitamos y no podemos reemplazar
está declinando. La curva es descendente, pese a todos los esfuerzos por
mostrar lo sólido que es el capitalismo, lo legítima que es la
democracia occidental, ponderando el extractivismo y que se siga jugando
a ver quién eyacula más lejos sus bombas nucleares.
Los pueblos están tomando consciencia de esta ruptura, la
sensibilidad no es la misma, no se acatan las mismas normas, no se
persiguen las mismas zanahorias. La tan mancillada utopía vuelve a
cobrar brillo y vuelve a estar en las gargantas y en el corazón de los
jóvenes.
lunes, 21 de mayo de 2012
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