sábado, 16 de enero de 2010
Haití: cuando la solidaridad llega tarde.
por Néstor Elías.
El mundo occidental no termina de llegar a tiempo a su propia tragedia.
Otra vez la tierra se abrió. Otra vez la vida sufrió las consecuencias de la acción inhumana del hombre que se empeña en destruir, lastimar y excluir a todo aquello y a todos aquellos que no generen dinero. Poderoso Don dinero diría un trovador español...La muerte una vez más explica al mundo dominante.
El pueblo haitiano sufrió una de las peores acciones de la naturaleza. Más de 120.00 muertos y habrá muchos miles más...más de 3.000.000 de afectados y seguirán apareciendo necesitados y necesidades. Podría no haber sido Haití y sería lo mismo o muy parecido.
Los medios se cansaron de titular "terremoto en el país más pobre de América Latina". ¿Será que el terremoto ya estaba entonces en esa región? Algo queda claro. El mundo sabía que allí estaban los más pobres del continente muriendo de hambre y padeciendo necesidad extrema, sólo que recién hoy es válido dicho calificativo a fin de impactar mejor en los lectores de periódicos o en los ávidos televidentes. Es decir, de cara a poder ganar terreno en el negocio editorial de ventas, hoy se puede hablar de la pobreza en Haití. ¿de cuantas otras pobrezas hoy no nos están hablando? ¿Cuantos "terremotos" humanos estamos padeciendo como planeta esperando a que sea la Tierra la que nos obligue a titular sobre dicha situación? ¿Alcanza con enviar cascos blancos para solucionar una crisis de pobreza semejante?. Si así fuera ¿Porque no enviaron cascos blancos para solucionar la crisis financiera internacional y si destinaron más de un billón de dólares para arreglar ese cataclismo ideológico? Obviamente para el sistema actual valen más los bancos y las "companys" que las personas.
Esta es la razón por la cual no hay ninguna posibilidad para que la llamada "ayuda humanitaria" llegue a tiempo ni en esta oportunidad ni en futuras tragedias, hasta tanto el "poderoso mundo desarrollado" no salga de su letargo de absurdos y su violencia destructiva.
Haití es hoy un espejo en el que muchos nos vemos reflejar como el rumbo del futuro incierto.
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