miércoles, 7 de abril de 2010
“Siempre estuve buscando mi lugar pero no lo encontraba”.
por María Eugenia Vidal.
Muchas veces se habla del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 en Argentina, y de lo vivido por la sociedad en esa larga noche de muerte y de sombras. Esa parte de la realidad nos sumerge en las páginas de la novela "La imposibilidad del olvido", de Pablo Spinella, un tenaz defensor de los Derechos Humanos. Entrevista exclusiva para Pressenza con el autor.
“Con sencillez, filosofía llena de ternura, el autor desgrana en su relato la búsqueda de una verdad personal de una vida signada por la dictadura militar. Sus dudas, contradicciones, rebeldías, decepciones, marcan el relato de una inexorable necesidad de afianzar su identidad”, afirma Estela B. de Carlotto en la introducción del libro de Pablo Spinella.
Cartas, fotos y documentos encontrados en una caja disparan una historia ficcional pero real. Lucas, el protagonista, no puede parar de escribir, necesita conjurar el olvido con palabras.
Una novela que cuenta los recuerdos de un hombre que vivió el golpe lejos de cualquier trinchera o despacho, lejos de la militancia o de la represión, con dolor y una realidad oculta de torturas y desapariciones.
Desde hace mucho tiempo los libros son un refugio. El autor, durante años se internó en la lectura, siguiendo influyentes autores como Julio Cortazar, Fiódor Dotoievski, Irbil Yalom, José Saramago, Osvaldo Bayer, Haroldo Conti, Arturo Jauretche, entre otros.
Pablo nació en la ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, el 16 de septiembre de 1972.
“Siempre quise escribir una historia en torno a un desaparecido. Pero el libro siempre estaba contado en primera persona y hablaba el desaparecido. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta que yo no tenía que ser el protagonista y tampoco la historia tenía que ser contada desde los ojos del desaparecido. Porque las vivencias mías están más relacionadas con Lucas que es hijo de… y lo va descubriendo tal cual está contado en el libro”, revela Spinella.
Pablo es un defensor de los Derechos Humano, y colabora desde hace algunos años en las causas referidas a los detenidos-desaparecidos.
“No podemos hablar de Derechos Humanos y nombrar a los desaparecidos nada más o a las víctimas de Terrorismo de Estado. Derechos Humanos es también tener una vivienda digna, acceso a la educación, trabajo, etc., afirma el novelista.
-En la novela, Lucas adopta una metodología para averiguar el destino de su padre, ¿es similar a cómo lo descubriste vos?
-En todo el libro siempre hay algo de autobiográfico. Lucas descubre muchos datos investigando y a veces por casualidad. Y a mí me pasó exactamente lo mismo. Una vez, yo encuentro una caja con fotos y cartas y a partir de ahí decido ponerme en contacto con mis tíos.
-¿Cómo empezaste a colaborar con organismos de Derechos Humanos?
Siempre estuve vinculado a los organismos y siempre trabajé por los Derechos Humanos de una forma unilateral. Comencé a colaborar con distintos organismos hasta que se crea el Archivo Nacional de la Memoria, que es un Centro para la Promoción y Difusión de los Derechos Humanos internacional auspiciado por UNESCO. Dentro del Archivo hay un departamento de investigación histórica, que se propone hacer un repaso de aquellos acontecimientos que tuvieron que ver con el Terrorismo de Estado, desde 1955 hasta ahora. Lo que mayor beneficio me trajo estar colaborando en el Archivo es el aprendizaje: para practicar mi propia historia y, por otro lado, ayudar a que se conozca más lo que pasó en 1976.
-Contame en qué otro libro estás trabajando
El proyecto inicial es una trilogía. En el primer libro escribe el hijo acerca de cómo descubrió la desaparición de su padre. Para el segundo, recuperé las cartas que se escribían los hermanos de mi padre para averiguar qué había pasado con él. Esas cartas datan desde 1978 hasta 1981. En ese libro se va a armar en formato de novela el relato de esas cartas, intercalándose con capítulos acerca de cómo fue la vida de mi papá los días previos a su secuestro. Y el tercero, va a tratar sobre sus días en un Centro Clandestino de Detención, relatando las relaciones humanas que se desarrollaban entre los detenidos.
-En el ámbito político se está desarrollando un enfrentamiento entre derechas e izquierdas, ¿cómo lo ves vos?
La derecha siempre se junta para que voltear al que viene. Hay una amenaza concreta de desestabilización, pero no creo que esté en riesgo la gobernabilidad a partir del 2011.
-Después de la experiencia con tu padre, ¿qué te motiva a participar en política?
Ya a los 13 participaba del centro de estudiantes del colegio, recién comenzada la democracia y era todo un revuelo. Mi familia me decía que no me tenía que meter en política, pero evidentemente hay algo que ya lo llevaba. Siempre estuve buscando mi lugar pero no lo encontraba. En el momento de conocer la historia de mi viejo, me di cuenta por qué siempre ante una injusticia me rebelaba. A veces de la manera equivocada. No nos podemos acostumbrar al paisaje de ver a los chicos pidiendo o durmiendo en una esquina. Si nos acostumbramos a eso y caminamos indiferentes, estamos haciendo las cosas mal. Entonces hay que empezar a tener una participación activa. El compromiso tiene que estar. Mi papá desapareció por una causa y yo siento que la tengo que continuar.
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