lunes, 26 de abril de 2010

Verdad y Justicia para Armenia.


Por: Luis Ammann.
Hemos escrito antes de ahora que la memoria es la función del psiquismo que retiene las percepciones y almacena la información que los sentidos proporcionan. También hemos citado a Agustín cuando afirmaba que la memoria y “el alma” -entendida como Ser- eran lo mismo “pues el alma recuerda en la medida en que es”. Más allá de la poesía, se puede considerar al ser humano como “el ser que tiene memoria”, “que conserva su pasado y lo actualiza…que tiene historia y tradición”. En esa fuente abreva la conciencia para cotejar y decidir lo que está bien y lo que está mal. Por eso hay que retener aún aquello que nos duele. Para reconocer cuando amenaza con volver, para que no vuelva a pasar.
En esos criterios y en la búsqueda de Justicia se basa la decisión de recordar cada 24 de abril la masacre del pueblo armenio en 1915 durante el Imperio Turco Otomano. Fue un genocidio y se prolongó hasta 1923, varios años después de terminar la primera guerra mundial, provocando el ostracismo de los sobrevivientes a diversos estados del mundo, entre ellos a la Argentina.
“Acogidos por el pueblo argentino, los armenios desterrados hallaron refugio, solidaridad y una tierra donde desarrollar su cultura y tradiciones” se lee en una “solicitada” publicada ayer por la Comisión Interinstitucional Armenia.
A partir de 1985 nuestro país “instrumentó e intensificó las medidas ante la Organización de Naciones Unidas para el reconocimiento internacional del genocidio cometido contra el pueblo armenio. En enero de 2007, el presidente Néstor Kirchner promulgó la ley 26199 declarando el 24 de abril como “Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos”. “Este reconocimiento -en palabras de los descendientes de los armenios- es el testimonio de un compromiso vigente con los derechos humanos, el derecho a la verdad y la prevención de nuevos crímenes contra la humanidad”.
En ese sentido y con ese propósito recordamos y demandamos justicia junto a los hijos y nietos de los sobrevivientes armenios.

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