por Amy Goodman*
Muchos han considerado el esfuerzo fallido por destituir al gobernador
de Wisconsin, Scott Walker, como señal de una crisis del movimiento de
los trabajadores y un acontecimiento crucial para la elección
presidencial que tendrá lugar este año en Estados Unidos. Walker impulsó
una controvertida iniciativa para mermar el poder de los sindicatos del
sector público de su estado.
Pressenza, Nueva York. Los
sindicatos comenzaron una dura batalla contra las medidas y,
acompañados de una gran muestra de solidaridad popular por parte de
muchos sectores, redoblaron la apuesta. Esta semana, los sindicatos
perdieron la batalla. La inyección masiva de fondos a la campaña de
Walker, que durante meses supuso una saturación de publicidad electoral
en el llamado “estado del tejón”, fue determinante para su victoria. Más
que una derrota para los sindicatos, la victoria de Walker supone una
derrota para nuestra democracia en esta era post-Citizens United en la
que es posible comprar las elecciones con la ayuda de algunos cuantos
multimillonarios.
En febrero de 2011, el ex jefe administrativo del condado de
Milwaukee y recientemente elegido gobernador del estado, Scott Walker,
impulsó un plan para despojar a los trabajadores públicos de Wisconsin
de sus derechos de negociación colectiva. Cabe resaltar que esta acción
no había sido una de sus promesas de campaña. La reacción hizo historia.
Decenas de miles de personas marcharon hasta el Capitolio de Wisconsin
para después ocuparlo. Walker amenazó con enviar a la guardia nacional.
La multitud creció, y pese a la estrategia de Walker de “dividir y
vencer” a los sindicatos (una frase que una frase que le dijo a uno de
sus donantes multimillonarios y que quedó registrada por casualidad en
una conversación grabada), los sindicatos de policías y bomberos, que
por cuestiones de estrategia no habían sido incluidos en el plan de
Walker contra los derechos de negociación colectiva, salieron a las
calles para apoyar la ocupación. Al mismo tiempo, en Egipto, la
ocupación de la plaza Tahrir estaba en plena ebullición y muchas
pancartas escritas en inglés y árabe expresaban su solidaridad con los
trabajadores de Wisconsin.
La exigencia por los derechos laborales fue poderosa y sostenida. El
movimiento volcó todos sus esfuerzos en una petición para destituir a
Walker y a una gran parte de sus aliados republicanos en el senado de
Wisconsin. Pero la ley aplacó la potencia del movimiento. Según la ley
de destitución del estado, un funcionario electo debe ocupar su cargo
durante un mínimo de un año antes de poder ser destituido. Al mismo
tiempo, una laguna jurídica permite que el funcionario expuesto a la
destitución recaude una cantidad ilimitada de donaciones a partir del
momento en que se presenta el pedido de revocación de mandato. Esto
quiere decir que la campaña de Walker empezó a recaudar fondos en
noviembre de 2011. Por el contrario, las donaciones individuales a su
adversario, Tom Barrett, el alcalde de Milwaukee, no podían superar los
10.000 dólares y, visto que ganó la elección primaria del Partido
Demócrata recién el 8 de mayo pasado, su campaña duró menos de un mes.
El fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Citizens
United, que permite donaciones corporativas ilimitadas a las campañas
electorales, y la laguna jurídica de la ley de Wisconsin posibilitaron
que se generara una gran brecha en cuanto a recaudación de fondos entre
Walker y Barrett y que se registrara la elección más cara de la historia
de Wisconsin. Según los últimos registros estatales sobre el
financiamiento electoral, la campaña de Walker recaudó 30,5 millones de
dólares, una cifra más de siete veces superior a los 3,9 millones de
dólares que declaró Barrett. Si a esto le añadimos el gasto cubierto por
los súper PAC, se llega a un total estimado de 63,5 millones de
dólares.
Según la revista Forbes, Walker obtuvo donaciones de 14
multimillonarios, de los cuales solo uno vive en Wisconsin. Entre los 13
multimillonarios domiciliados fuera de Wisconsin está Christy Walton,
la viuda de John T. Walton, hijo de Sam Walton, el fundador de Wal-mart.
En su libro más reciente The Price of Inequality: How Today’s Divided
Society Endangers Our Future (El precio de la desigualdad: cómo la
sociedad dividida de hoy pone en peligro nuestro futuro), el economista
galardonado con el Premio Nobel, Joseph Stiglitz, habla sobre la familia
Walton. Según Stiglitz: “Los seis herederos del imperio Wal-Mart tienen
una fortuna acumulada de 69.700 millones de dólares, una suma
equivalente al patrimonio total del 30% de la población estadounidense
de menores ingresos”, o sea, alrededor de 95 millones de personas.
Stiglitz me dijo en una entrevista concedida a Democracy Now!: “Hemos
pasado de una democracia, que debería seguir el principio de 'una
persona es igual a un voto', a algo que más bien sigue el principio de
'un dólar es igual a un voto'. Ese tipo de democracia no se va a ocupar
de las necesidades reales del 99 por ciento de la población”.
Lo que sí hicieron los votantes de Wisconsin fue regresarle el poder
del Senado al Partido Demócrata. La nueva mayoría tendrá el poder de
bloquear legislaciones controvertidas como la que hizo famoso a Walker.
Al mismo tiempo, a tres estados de distancia, en Montana, el fiscal
general del estado, el demócrata Steve Bullock, ganó la nominación de su
partido para postularse como candidato a la gobernación, cargo que
actualmente ocupa el también demócrata Brian Schweitzer, cuyo mandato
llega a término. En su calidad de fiscal general del estado de Montana,
Bullock impulsó una campaña contra el fallo del caso Citizens United,
basándose en la ley contra prácticas corruptas del estado (la cual tiene
100 años de existencia), que prohíbe el tipo de donaciones a campañas
permitidas a partir de dicho fallo. Actualmente, el caso se encuentra en
manos de la Corte Suprema de Estados Unidos.
Puede que el esfuerzo por destituir a Walker haya terminado, pero la
lucha por la democracia comienza por aceptar que una persona es igual a
un voto y que el voto del 1 por ciento más rico no vale más que el del
resto de la población.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
sábado, 9 de junio de 2012
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