por Leticia Pogoriles
Ferréz,
el creador del Movimiento de Literatura Marginal en Brasil, estuvo de
visita en Buenos Aires para presentar su libro "Manual práctico del
odio", una ficción en una favela de San Pablo donde un grupo que planea
un asalto se convierte en la excusa para trazar un mosaico de los
miedos, los amores y la marginalidad.
Ferréz pasó los 30 y escribe desde los 12 años cuando ni siquiera sabía lo que significa la palabra cuento.
"Los maestros me decían que lo que escribía no era una redacción sino un cuento. Como no había Internet, les preguntaba a las personas mayores: - `¿qué es un cuento?. Es una historia más grande`, me respondían", recuerda en diálogo con Télam.
Nació en Capão Redondo, barrio periférico al sur de San Pablo que le dio letra y sustento a sus ficciones y también, como explica su traductora argentina Lucía Tennina: "uno de los blancos más apuntados por los relatos del terror que alimentan la retórica de la seguridad en los medios de comunicación".
"Manual...", editado en la colección Vereda Brasil del sello Corregidor con impecable traducción, un glosario de palabras y una batería de estudios críticos especiales para esta edición, propone con un ritmo cinematográfico una novela donde sus personajes se marginalizan, se abrazan al crimen y sin dejar de ser un policial contundente también transita lo que el escritor y poeta Joao Camillo Penna llamó una "noir social".
Su personaje central es Régis, un líder que imparte la filosofía de conquistar la riqueza nacional, "dinero, dinero es la razón de todo", dice, y profesa un objetivo aún más contundente: asaltar un banco para poder traspasar ese "muro social" que el propio Ferréz experimentó.
"No tengo cómo hacer un libro fuera de este tema, estoy adentro y veo quién es parte. Mi papel no es una simple participación, yo vivo allá, yo soy tema. Los personajes están basados en personas reales que ficcionalicé porque la realidad no cabe en un libro", dice y agrega: "lo escribí desde el lado criminal, para mostrar cómo las personas se involucran en el crimen, aún siendo buenas".
Ferréz sostiene que en su "Manual..." no hay moral, "ellos son criminales, pero también son seres humanos con familia, con sueños y este relato tiene esa pretensión: la de mostrar el lado más humano del crimen, de las personas que fueron juzgadas por un delito y que están en un lugar que la vida los fue llevando".
El lenguaje de la novela -enraizada en las expresiones callejeras y en el hip hop, género al que Ferréz suscribe con pasión- fue definido poéticamente por el músico Arnaldo Antunes, uno de los críticos invitados a analizar la edición en español de esta obra.
"Ferréz no da vueltas. Habla de forma lisa, limpia, sin desvíos. Prosa sustantiva, sin subterfugios. Con agilidad narrativa, pegada al ritmo del habla, contaminada por el acento de la periferia, Ferréz crea una sintaxis propia, líneas de las que brota la vida de las calles", escribe uno de los Tribalistas.
El escritor es también el ideólogo del llamado Movimiento de Literatura Marginal que comenzó a funcionar en 1999, cuando sacó su primer libro "Capão Pecado" y que agrupa a escritores de las regiones periféricas de Brasil.
"No tenían cómo definirme, era un autor de la periferia, de la literatura urbana, entonces me llamaron literatura marginal. Al comienzo fue extraño pero dije: `si ese es el nombre vamos a armar algo bueno`. Llamé a otros autores y fundamos la revista literaria Caras amigos que vendió muy bien", dice.
Para Ferréz, "la literatura siempre fue elitista y estuvo reservada para una clase. La literatura marginal es algo abierto donde todo el mundo puede escribir y leer. Esto abrió paso a que las personas escriban en las calles, en cárceles y orfanatos".
Como Doña Rosa, una mujer que aprendió a leer a los 72 y publicó un libro a los 84. "La fui a visitar a una colonia de pescadores y me dijo: `yo soy literatura marginal` porque nunca se halló en ningún otro lado. En definitiva, es lo que me interesa como escritor: fabricar lectores con sentido crítico, que tomen las riendas de su vida para no ser sólo una masa de mano de obra", cuenta.
Analista de la realidad cruda de su país, Ferréz es también una figura polémica.
En 2009 fue acusado por el gobierno de hacer apología del crimen. El autor escribió por encargo del diario Folha de Sao Pablo una ficción desde el punto de vista de un ladrón como respuesta a un artículo del presentador de TV Luciano Huck que fue asaltado esa semana y a quien le robaron un reloj.
Ese personaje inventado por Ferréz reunía las características de la mayoría de los habitantes de un barrio pobre y violento de la periferia: una familia desestructurada, pobreza, una educación mala, baja autoestima y sentimiento de inferioridad.
El paulistano quiso mostrar la otra historia del asalto para explicar que el crimen, si bien no es defendible, no sucede porque sí.
"Planteé el foco narrativo del marginal con las dificultades que pasa diariamente en su vida. El ministerio público entendió que era apología, pero Rambo -que mata a todo el mundo- no lo es", dice.
-¿Qué genera odio?
"Todo el mundo quiere cosas, prendés la televisión y dicen lo que hay que tener. La noción de éxito es una persona blanca de ojos azules, nunca alguien de la favela. Uno crece infeliz, porque no se tiene esto o lo otro, porque las personas que aparecen en la televisión no son iguales a mí. Los iguales son los empleados domésticos o el ladrón".
Para Ferréz gran parte de la culpa la tienen los medios de comunicación: "son grandes canales de comunicación de los ricos, pero mi pueblo ama eso. Lo miran porque es más bonito, porque hay tanto sufrimiento alrededor y porque quieren estar del otro lado, se pasan la vida trabajando para intentar llegar y no pueden".
Su país, analiza, está "vendiendo una imagen de riqueza pero infelizmente las personas con las que yo vivo no son parte de ese cambio, viven la misma vida. Esa pretensión de crecimiento es sólo para algunos, es financiero sin cultura, sin salud y sin planos de base".
En Argentina, en cambio, vio otra cosa: "las personas son muy militantes, tienen mucha fe y son comprometidas. Es muy bueno porque no van a dejar que nadie se duerma y se acomode. Cuando la gente se incomoda, las cosas empiezan a mejorar", concluye.
Fuente: Télam.
"Los maestros me decían que lo que escribía no era una redacción sino un cuento. Como no había Internet, les preguntaba a las personas mayores: - `¿qué es un cuento?. Es una historia más grande`, me respondían", recuerda en diálogo con Télam.
Nació en Capão Redondo, barrio periférico al sur de San Pablo que le dio letra y sustento a sus ficciones y también, como explica su traductora argentina Lucía Tennina: "uno de los blancos más apuntados por los relatos del terror que alimentan la retórica de la seguridad en los medios de comunicación".
"Manual...", editado en la colección Vereda Brasil del sello Corregidor con impecable traducción, un glosario de palabras y una batería de estudios críticos especiales para esta edición, propone con un ritmo cinematográfico una novela donde sus personajes se marginalizan, se abrazan al crimen y sin dejar de ser un policial contundente también transita lo que el escritor y poeta Joao Camillo Penna llamó una "noir social".
Su personaje central es Régis, un líder que imparte la filosofía de conquistar la riqueza nacional, "dinero, dinero es la razón de todo", dice, y profesa un objetivo aún más contundente: asaltar un banco para poder traspasar ese "muro social" que el propio Ferréz experimentó.
"No tengo cómo hacer un libro fuera de este tema, estoy adentro y veo quién es parte. Mi papel no es una simple participación, yo vivo allá, yo soy tema. Los personajes están basados en personas reales que ficcionalicé porque la realidad no cabe en un libro", dice y agrega: "lo escribí desde el lado criminal, para mostrar cómo las personas se involucran en el crimen, aún siendo buenas".
Ferréz sostiene que en su "Manual..." no hay moral, "ellos son criminales, pero también son seres humanos con familia, con sueños y este relato tiene esa pretensión: la de mostrar el lado más humano del crimen, de las personas que fueron juzgadas por un delito y que están en un lugar que la vida los fue llevando".
El lenguaje de la novela -enraizada en las expresiones callejeras y en el hip hop, género al que Ferréz suscribe con pasión- fue definido poéticamente por el músico Arnaldo Antunes, uno de los críticos invitados a analizar la edición en español de esta obra.
"Ferréz no da vueltas. Habla de forma lisa, limpia, sin desvíos. Prosa sustantiva, sin subterfugios. Con agilidad narrativa, pegada al ritmo del habla, contaminada por el acento de la periferia, Ferréz crea una sintaxis propia, líneas de las que brota la vida de las calles", escribe uno de los Tribalistas.
El escritor es también el ideólogo del llamado Movimiento de Literatura Marginal que comenzó a funcionar en 1999, cuando sacó su primer libro "Capão Pecado" y que agrupa a escritores de las regiones periféricas de Brasil.
"No tenían cómo definirme, era un autor de la periferia, de la literatura urbana, entonces me llamaron literatura marginal. Al comienzo fue extraño pero dije: `si ese es el nombre vamos a armar algo bueno`. Llamé a otros autores y fundamos la revista literaria Caras amigos que vendió muy bien", dice.
Para Ferréz, "la literatura siempre fue elitista y estuvo reservada para una clase. La literatura marginal es algo abierto donde todo el mundo puede escribir y leer. Esto abrió paso a que las personas escriban en las calles, en cárceles y orfanatos".
Como Doña Rosa, una mujer que aprendió a leer a los 72 y publicó un libro a los 84. "La fui a visitar a una colonia de pescadores y me dijo: `yo soy literatura marginal` porque nunca se halló en ningún otro lado. En definitiva, es lo que me interesa como escritor: fabricar lectores con sentido crítico, que tomen las riendas de su vida para no ser sólo una masa de mano de obra", cuenta.
Analista de la realidad cruda de su país, Ferréz es también una figura polémica.
En 2009 fue acusado por el gobierno de hacer apología del crimen. El autor escribió por encargo del diario Folha de Sao Pablo una ficción desde el punto de vista de un ladrón como respuesta a un artículo del presentador de TV Luciano Huck que fue asaltado esa semana y a quien le robaron un reloj.
Ese personaje inventado por Ferréz reunía las características de la mayoría de los habitantes de un barrio pobre y violento de la periferia: una familia desestructurada, pobreza, una educación mala, baja autoestima y sentimiento de inferioridad.
El paulistano quiso mostrar la otra historia del asalto para explicar que el crimen, si bien no es defendible, no sucede porque sí.
"Planteé el foco narrativo del marginal con las dificultades que pasa diariamente en su vida. El ministerio público entendió que era apología, pero Rambo -que mata a todo el mundo- no lo es", dice.
-¿Qué genera odio?
"Todo el mundo quiere cosas, prendés la televisión y dicen lo que hay que tener. La noción de éxito es una persona blanca de ojos azules, nunca alguien de la favela. Uno crece infeliz, porque no se tiene esto o lo otro, porque las personas que aparecen en la televisión no son iguales a mí. Los iguales son los empleados domésticos o el ladrón".
Para Ferréz gran parte de la culpa la tienen los medios de comunicación: "son grandes canales de comunicación de los ricos, pero mi pueblo ama eso. Lo miran porque es más bonito, porque hay tanto sufrimiento alrededor y porque quieren estar del otro lado, se pasan la vida trabajando para intentar llegar y no pueden".
Su país, analiza, está "vendiendo una imagen de riqueza pero infelizmente las personas con las que yo vivo no son parte de ese cambio, viven la misma vida. Esa pretensión de crecimiento es sólo para algunos, es financiero sin cultura, sin salud y sin planos de base".
En Argentina, en cambio, vio otra cosa: "las personas son muy militantes, tienen mucha fe y son comprometidas. Es muy bueno porque no van a dejar que nadie se duerma y se acomode. Cuando la gente se incomoda, las cosas empiezan a mejorar", concluye.
Fuente: Télam.
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