miércoles, 7 de diciembre de 2011

LANZAN UNA ANTOLOGÍA DE POETAS JÓVENES EN ARGENTINA.


por Jorge Boccanera

La compilación, coeditada en Argentina por los sellos Visor de España y el vernáculo El Suri Porfiado, salió en forma simultánea en México, Nicaragua, El Salvador, Perú, España, Colombia y Chile, y se programan ediciones en Estados Unidos, Italia y Bélgica.

La edición argentina, que se presenta en Paraná 1159, está conformada por 12 poetas: los españoles Fernando Valverde, Daniel Rodríguez Moya y Raquel Lanceros; los argentinos Ana Wajszczuk y Carlos Aldazabal, el salvadoreño Jorge Galán, los colombianos Andrea Cote y Federico Díaz-Granados, el nicaragüense Francisco Ruiz Uriel; Damsi Figueroa de Chile, el peruano José Carlos Irigoyen y Alí Calderón, de México.
El carácter polémico del prólogo radica en el deseo de sentar una posición en un tiempo que caracterizan "de incertidumbre", y abogar por una poesía "que se entienda, se humanice, se aproxime a la gente corriente", para recuperar público.
Hay que decir que la producción de estos jóvenes poetas (cuya edad ronda los 34 años) para nada es homogénea; con sus singularidades se destacan textos de Galán, Valverde, Aldazábal, Cote, Figueroa, Ruiz Uriel, Ana Wajszczuk y Rodríguez Moya.
En particular textos de estos dos últimos donde asoman trenes sombríos: el de "Stefanía, 1939" de Wajszczuk, llevando prisioneros polacos al campo de concentración de Dacha, y el de "La Bestia" de Rodríguez Moya con inmigrantes centroamericanos hacia Estados Unidos.
Sobre el objetivo de "Poesía ante la incertidumbre", señala Valverde: "Queríamos llamar la atención sobre un hecho muy preocupante. La poesía se ha convertido en un género minoritario.
Esto es un fenómeno del siglo XX que creemos se debe a que los lectores tienen la sensación de que se trata de algo difícil, en muchos casos incomprensible".
Asegura que en Europa la poesía carece de lectores: "La poesía ha quedado arrinconada al último estante. Hay que recuperar a los lectores de poesía demostrándoles que los poemas actuales también hablan de sus inquietudes y sus preocupaciones, de sus incertidumbres decisivas".
Con todo, el prólogo del libro da la sensación de navegar en subjetividades y límites difusos respecto a una supuesta función del arte, por lo que reaviva dicotomías superadas en torno a experimentación y claridad.
"¿Superado? No lo creo", dice Rodríguez Moya, "este debate es consustancial a la poesía, siempre va a existir, forma parte de sus tensiones. Cualquier lenguaje, también el poético, está sometido a una continua reflexión sobre sí mismo".
La intención, dice, es: "Llamar la atención de que parte de la poesía que se hace actualmente, sobre todo por los más jóvenes a ambos lados del idioma, está olvidando algo siempre fundamental: su capacidad para comunicar emociones entre los hombres y las mujeres".
Se suma al diálogo Aldazábal, poeta y editor de la compilación en Argentina: "No creo que la comunicación sea sinónimo de transparencia. En este punto, el prólogo es ambiguo, y es esa ambigüedad la que permite pensar en la incertidumbre de esta época sin estéticas dominantes, lo que se reemplaza muchas veces por una suerte de esnobismo exasperado".
"En esta perspectiva -acota- la antología busca afirmar la poesía como gesto estético y político por fuera de las modas pasajeras".
De nuevo se impone el tema de la reedición de viejas antinomias entre hermetismo y realismo. Galán sostiene: "El prólogo no intenta reeditar ninguna dicotomía sino decir cuál era nuestra manera de ver la poesía. Cuando se escribió, nadie lo hizo con otro sentimiento o razonamiento que no fuera ése. Queríamos decir: para nosotros la poesía es esto".
Respecto a si la propuesta del prefacio -en el texto repite la palabra "comunicación"- se toca propuestas de Mario Benedetti esbozadas en los años 70 en el libro "Los poetas comunicantes", dice Valverde: "Hay muchas cosas de la propuesta de Benedetti que son interesantes, pero no tenemos por qué suscribirla en su totalidad; tampoco esta antología supone un regreso a esa idea. La poesía tiene que comunicar, lo que no quiere decir que tenga que ser narrativa o conversacional. Un poema puede comunicar de muchas maneras. Pero tiene que portar algún sentido. De lo contrario como lector me siento estafado".
Dado que el prefacio culpa a una escritura "oscura" de que la poesía no llegue al público, cabe preguntarse qué responsabilidad le cabe a un sistema político que prioriza lo superfluo frente a los aspectos creativos.
"El sistema político, el poder en definitiva -responde Moya- invita a la incomunicación y genera un discurso hueco y vacío, con apariencia de complejidad y profundidad. La poesía, como discurso ideológico que también es, no ha escapado de eso. Esa mercancía, en lo poético, hoy es una fachada barroca que no es más que una ilusión óptica".
Y subraya: "Creo que es un error asimilar claridad con facilidad. No es lo mismo apostar por una poesía clara que por una poesía fácil. Nada tiene que ver una cosa con la otra. No se trata de facilitar las cosas al lector rebajando el nivel, como si hubiese que adaptar el lenguaje igual que se hace con las adaptaciones de los clásicos para niños".
Las voces de "Poesía ante la incertidumbre", conforman, según Valverde, más que una antología, "un movimiento, porque son muchos los poetas en toda la lengua que comparten esta inquietud. Así que en cada nueva edición irá sumando nuevos poetas".
Concluye Moya señalando las reacciones que despertó el libro: "Más que debate, abrió fue la caja de los truenos. Tengo la impresión de que muchas de las voces que se alzaron contra nuestra propuesta no leyeron el libro, sólo el prólogo que ha circulado mucho por internet".
Fuente: Télam.

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