El ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziére, anunció hoy que su
país impondrá temporalmente controles en su frontera sur, por la que en
las últimas semanas ingresaron decenas de miles de refugiados, al mismo
tiempo que los trenes entre el territorio germano y la vecina Austria
fueron suspendidos.
Después de dos semanas de cálidas bienvenidas a decenas de miles de
refugiados en Munich, el gobierno alemán impuso hoy controles
fronterizos y movilizó a cientos de policías al límite sur con Austria
"para limitar las entradas actuales y volver a los procedimientos
normales".
Al mismo tiempo, en el sur de Europa, una vez más una barcaza repleta de
refugiados e inmigrantes naufragó cerca de una isla griega en el mar
Egeo y terminó en tragedia. Al menos 34 muertos, entre ellos cuatro
bebés y 11 niños, según la Guardia Costera helena.
Mientras los naufragios y las muertes se suceden sin cesar todas las
semanas frente a las costas del sur europeo, en el corazón del
continente las potencias siguen dirimiendo sus diferencias reforzando la
seguridad de sus fronteras, suspendiendo trenes y dificultando el
avance de miles de refugiados.
El primer ministro alemán, Thomas de Maiziere, anunció hoy el
establecimiento de controles fronterizos y destacó que sólo podrán
entrar al territorio desde Austria aquellos que tengan la documentación
necesaria.
En otras palabras, todos aquellos refugiados que fueron registrados en
algún otro país de la Unión Europea (UE), como al desembarcar en Grecia o
al pasar por Hungría o Austría, deberán volver a ese territorio, donde
según el Acuerdo regional de Dublín deben pedir formalmente asilo
político.
Además, se podría considerar que aquellos que no se hayan registrado ni
en Grecia, ni en Hungría ni en Austria ingresaron ilegalmente a la UE y
no cumplieron con el procedimiento debido para pedir asilo político.
La decisión de Berlín, que podría ser aplicada con menor o mayor
rigidez, se conoció en la víspera de la cumbre de ministros del Interior
de la UE de mañana en Bruselas.
En esa cumbre volverán a enfrentarse los estados miembros más cerrados
que se niegan a absorber a los refugiados recién llegados y los otros,
como Alemania, que piden repartirse la responsabilidad de la actual
crisis.
Pero las reacciones de sus vecinos europeos no esperaron hasta el encuentro mañana en Bruselas.
El gobierno de República Checa, uno de los miembros de la UE que se
niega a recibir a miles de refugiados, anunció hoy que va a reforzar la
vigilancia en su frontera con Austria ya que una vez cerrado la vía
Viena-Munich, la ruta a través de Praga podría ganar popularidad entre
los cientos de miles de personas que siguen avanzando a través de Europa
en busca de un futuro.
El ministro del Interior de República Checa, Milan Chovanec, no quiso
adelantar qué medidas de seguridad tomarán en la frontera y sólo
adelantó de cuántos refugiados empiecen a tomar esa ruta, según informó
la cadena de noticias local CT24, citada por la agencia EFE.
Por su parte, el gobierno de Austria anunció que no copiará a Alemania imponiendo controles en su frontera sur con Hungría.
Desde hace meses, la ruta privilegiada de los refugiados que llegan
escapando de guerras y conflictos violentos en Medio Oriente comienza
por tierra hasta Turquía, de ahí continúa por agua por el mar Egeo y una
vez en Grecia suben por el continente a través de los Balcanes,
Hungria, Austría y, finalmente, Alemania o los países nórdicos.
Luego de hablar con su par alemana, Angela Merkel, el canciller
austríaco, Werner Faymann, informó que no tomará ninguna medida, pero
advirtió que no pueden "predecir cómo va a ser el atasco" en la frontera
con el territorio germano.
Alemania y Austria llevan dos semanas aplicando una política de
fronteras abiertas que ha permitido que alrededor de 63.000 refugiados
lleguen a la ciudad de Munich.
Sólo ayer las autoridades de Munich registraron el arribo de 12.200
personas en tren y en Viena al menos 8.000 personas entraron al
territorio para continuar viaje hacia Alemania.
Ni bien el ministro De Maziere anunció el fin de la política de
fronteras abiertas, la empresa nacional de ferrocarriles Deutsche Bahn
informó que se suspendían todos los trenes que hacen la ruta
Alemana-Austria hasta mañana a la mañana, unas horas antes que se reúnan
los ministros del Interior de la UE.
Desde principio de año, la ONU y la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) calcularon que más de 366.000 de personas cruzaron el
mar Mediterráneo desde el norte de África y atravesaron Turquía desde
Medio Oriente para llegar a Europa y construir un mejor futuro para
ellos y sus familias.
La gran mayoría de los recién llegados provienen de países devastados
por la guerra civil, como los sirios, la violencia sectaria y/o
religiosa, como Afganistán e Irak, y la represión estatal, como en el
caso de los eritreos.
Pese a las cifras inéditas de desembarcos, la UE aún no ha podido coordinar un política unificado para recibirlos e integrarlos.
Mañana los ministros del Interior del bloque se reunirán en Bruselas
para discutir la propuesta del presidente de la Comisión Europea,
Jean-Claude Juncker de dividir 160.000 refugiados en los próximos dos
años entre todos los estados miembros.
El clima promete ser tenso.
El ministro de Interior rumano, Gabriel Oprea, anunció hoy que votará en
contra del sistema de cuotas obligatorias que propuso la semana pasada
Juncker y no está solo.
Lo apoyan otros países del este de Europa como Hungría, República Checa,
Polonia y Eslovaquia. Reino Unido, en tanto, también se mantiene
reticente a sumarse al plan europeo.
Por otra parte, el debate de mañana en Bruselas también expondrá que aún
los países miembros que han estado recibiendo refugiados, quieren
comenzar a frenar el flujo de personas que cruzan sus fronteras. Entre
este grupo se destacan Alemania, Francia, Austria, Suecia.
Pero aún si Juncker consigue que todos los países de la UE acepten
repartirse 160.000 refugiados, esta cifra apenas supera un tercio de los
refugiados e inmigrantes llegados al continente europeo en lo que va
del año.
Mientras los gobiernos europeos siguen inmersos en una pulseada
política, en el mar Egeo, no muy lejos de las costas de la isla griega
de Farmakonisi, unos 34 refugiados se ahogaron hoy, entre ellos 15
chicos y bebés, luego que la barcaza en la que viajaban con otras 100
personas naufragara.
La Guardia Costera griega informó que respondieron a una alerta de
auxilio y que lograron rescatar a 68 personas, mientras que otras 29
lograron llegar a la playa de Farmakonisi nadando, una escena dramática
que ya se volvió habitual en estas costas paradisíacas.
Hasta ahora los rescatistas griegos recuperaron del mar los cuerpos de
seis mujeres, ocho hombres, cuatro bebés y 11 chicos, según informó EFE.
Pese a que el número de refugiados e inmigrantes muertos en el
Mediterráneo disminuyó -en parte porque la mayoría de los que escapan de
Medio Oriente eligen ahora cruzar por tierra a través de Turquía- los
naufragios siguen repitiéndose todas las semanas, ahora en el Egeo.
Ayer sábado cinco menores de edad se ahogaron en esas mismas aguas en dos naufragios similares.
Fuente: Télam
domingo, 13 de septiembre de 2015
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