miércoles, 29 de febrero de 2012

SIRIA: ¿QUÉ BANDO TOMAR?


por Luis Felipe García

Las noticias sobre los violentos acontecimientos sirios y las explicaciones sobre los protagonistas y responsables de ellos son confusas y muy diferentes según las fuentes a las que se acuda. Para el grueso de la población mundial, eso sí, la fuente es única y en ella se reconoce la mano de los mismos que fabricaron la información sobre los vergonzosos sucesos de Libia.

Pressenza, Santiago de Chile. Para entender la tragedia que hoy se abate sobre las principales ciudades sirias y la escalada violentista que allá se está desarrollando hay que remontarse, en el análisis, a los comienzos del siglo XX sino antes incluso. Ya en la época romana, Siria era un botín apetecible y sus habitantes sufrían las invasiones que la codicia - ¿o la defensa de la democracia y del ‘mundo libre’?- llevaba a cabo en su territorio. Antes aún, los egipcios, los asirios, los persas, los turcos y hasta los Hititas se habían apropiado varias veces de la vida, la cultura y los bienes de quienes, por azar, les había tocado nacer en medio de una ruta fácil, costanera en medio del rigor del desierto y comercialmente casi obligatoria. Desde 1918 su destino pasó a ser decidido por ingleses y franceses para, recién en 1946, ser “liberado” y “devuelto” a quienes realmente viven ahí.
Esta nota podría terminar aquí y de este modo dejar a los lectores el tiempo y el espacio para meditar acerca de cómo se ha construido la historia y se han ido juntando las piezas de esta sociedad. También para reflexionar acerca de las fantasías que cada uno de nosotros se ha ido tragando sobre nuestro entorno sociopolítico y la imagen del mundo y de la civilización que tiene cada quien.
Pero sigamos adelante. El título nos impele a explayarnos sobre esto de los bandos...
Como se repite en la historia de los países invadidos y colonizados, Siria tuvo una infancia convulsionada a partir del momento en que le fue concedida su independencia. Más de 3 siglos de intervención extranjera no pasan sin dejar huellas. Numerosos golpes de estado, nuevas intervenciones desde occidente, facciones y heridas internas nunca reconciliadas y ensayos varios culminaron en una definición de República Democrática, Popular y Socialista controlada por un partido único que se ha mantenido en el poder desde los años 70. Un partido que logró la reelección del actual presidente, hijo del fundador del partido quien gobernó por 30 años el país.
Ubicado en una región cruzada desde siempre por fundamentalismos religiosos varios, Siria es peculiar. Quizás el último país heredero del socialismo árabe que pretendió ser libertario en la época en que las grandes compañías petroleras aún no daban órdenes al pentágono. En Siria, cuya población mayoritaria es árabe-musulmana-suní, hay libertad religiosa; se celebran tanto la navidad como el nacimiento de Mahoma en feriados nacionales. Hay ‘elecciones’ cada 7 años. Hay pena de muerte para castigar conductas políticas. Las mujeres no son decapitadas como en otros países vecinos si no portan el velo y pueden estudiar. La educación es gratuita.
En fin, un país como otros, pero con la desdicha de tener petróleo bajo sus pies y de estar en el centro del medio oriente. Además, auto definido como socialista y aliado de Irán.
Es difícil saber con exactitud qué es lo que ocurre al interior del país.
Las informaciones varían según la posición ideológica de quienes las difunden por medio de la red de Internet y sus innumerables sitios.
Las noticias llegan a través de los ‘canales oficiales’, es decir mediante las 3 o 4 agencias noticiosas internacionales que tienen asegurado y controlado el flujo de las mismas hacia las audiencias mundiales que aún ven los noticieros centrales. Los corresponsales y periodistas bélicos hoy no son héroes ni Hemingways librepensadores sino meros empleados de esas mismas agencias; son los que con caras compungidas desde alguna plaza iraquí desvastada por las bombas, reproducían la noticia falsa de que en Kuwait, soldados de Sadam arrancaban a los bebés de sus cunas y los estrellaban contra el suelo, son -y en los últimos acontecimientos de medio oriente lo han demostrado a cabalidad- el lápiz armado de las multinacionales e intereses políticos que promueven y crean los conflictos bélicos, y hasta ahora no conocemos a ninguno que haya pedido disculpas por las falsedades sostenidas ni confesado que la fragilidad de su puesto de trabajo lo obligó a poner cara de serio al leer noticias malintencionadas.
Entonces, ¿Qué creer? ¿A quién creer?
¿Es Bashar al-Assad, el presidente sirio, un dictador que no trepida en hacer morir a su propio pueblo?
¿Son, Obama, Sarkozy, los monarcas Isabel II y Juan Carlos II y otros líderes mundiales, tan siniestros como para promover una nueva Libia con tal de mantener a salvo la industria y el comercio de sus propios países?
¿Es el pueblo sirio un conjunto humano secuestrado y sometido a las peores vilezas de las que es capaz un gobierno? ¿Es simplemente la “Ley de la Vida”, la “naturaleza humana”, el designio de los dioses, la selección natural o las colateralidades inevitables del avance de la economía?
¿Están los ciudadanos sirios -que según las imágenes de videos anteriores a este conflicto, van al cine y compran autos como cualquier vecino de Uruguay o de Holanda- tan desesperados como para salir todos los días a la calle aunque los maten de a 100 diarios? ¿Constituye Siria un impedimento para el control definitivo de la zona petrolera que tanto necesitan las grandes economías?
¿Hay mercenarios libios y agentes de inteligencia turcos operando en Libia y saliendo ellos a las calles a disparar y bombardear?
¿Será cierto que cientos de médicos jordanos que quieren ayudar a los heridos en esta confusa situación, están acampando en la frontera sin que los dejen entrar?
¿Serán los verdaderos motivos del veto de Rusia y de China a una intervención militar en Siria, sus ansias de asegurarse petróleo?
Tantas armas que tienen un bando y el otro... ¿Vienen de Israel, de Rusia, de EE.UU., de Qatar?
Los niños muertos en explosiones que ocurren en las calles de las ciudades, ¿Eran hijos de los buenos o de los malos? ¿Milicianos infantiles de la Yidah, de las fuerzas opositoras o del Frente de Defensa de la Democracia?
¡Qué difícil decisión! Lo más probable es que toda posible respuesta a lo anterior sea correcta. Pero también es posible que se trate de afirmaciones falsas o una balanceada mezcla de verdad y de mentira en todo.
¡Qué interesante sería que toda persona enfrentada a estos paisajes humanos aspirara a tener una mirada lúcida e inquisidora de la verdad! ¡Qué sensato sería que todo observador pudiera, junto con la mirada externa, mirarse a sí mismo y reconocer que su corazón pendulea debido a la adhesión o gusto que experimenta por una verdad u otra!
¡Cuán sabio sería que todos pudiéramos comprender que no es la adhesión o rechazo a un bando o a otro lo importante, sino la reflexión y el cotejo de lo observado (en este caso el conflicto en Siria) con los valores más altos en los que uno cree!
Lo que ocurre hoy en Siria, así como lo que ocurrió en Libia, lo que le hayan hecho los fenicios al pueblo aborigen de Siria al ocupar su territorio, lo que se hizo y se haga en cualquier tiempo y lugar mediante la fuerza y violentando a otros; es despreciable.
Si tiene que haber un bando o posición frente a los acontecimientos de nuestra historia, ¡que éste sea el de la defensa y del respeto a la vida humana!
Mientras siguen pantalleando nuevos e interminables tuiteos, mensajes, posts, notas y comentarios referidos a Siria que pasan por el módem que me conecta al mundo, caigo en cuenta de que nunca antes había pensado en el pueblo sirio y en su vida cotidiana de estudiantes, pastores, comerciantes, fabricantes de ladrillos, sacerdotes, mamás, pescadores, alcaldes de pequeñas localidades, poetas, etc., etc. Con cierto disgusto, considero que ya es un poco tarde. La atmósfera está creada. Las luces ya languidecen anunciando el inicio de la función. Las agencias noticiosas y sus esbirros -periodistas en terreno o en las cómodas oficinas de Atlanta- ya están anunciando a los actores y sus respectivos papeles de buenos o de malos, el público está inquieto e impaciente al igual que el mercado y las bolsas.
Pido, con todas las fuerzas de mi corazón, que sea cual sea el guión que tienen previsto los poderosos, los ciudadanos de Siria, a quienes reconozco desde hoy como mis hermanos, no padezcan el dolor y el sufrimiento que conlleva todo acto violento de un ser humano contra otro ser humano. Pido paz y bienestar para ellos.

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