sábado, 21 de enero de 2012

USA: ESTUDIANTES AHOGADOS EN PRÉSTAMOS.


por Ernesto H. De Casas

La protesta de estudiantes esta vez es en la Universidad Davis del Estado de California. Porque en Estados Unidos dicen que pocas cosas son tan sagradas como el contrato (a deal). Y romperlo o faltar, es como una especie de herejía. Llegan a decir que es como "un tipo de obligación que llevamos impresa en nuestro ADN".

Pressenza, California. Pero el profesor Andrew Ross, de sociología en la New York University, incita de algún modo a ese sacrilegio desde que en octubre dio una charla en el ámbito del movimiento Ocupa Wall Street titulada ¿Es la deuda universitaria un contrato? Ross detalló la gravedad de la deuda universitaria estadounidense puesto que supera el billón de dólares, los cálculos denotan que uno de cada cinco estudiantes será perseguido por impago –ya en 2005 se les prohibió declararse en quiebra, como a cualquier otro-. Así quedó claro que los préstamos a estudiantes es un negocio suculento para las financieras, lo que se convierte en una trampa mortal para los jóvenes en tiempos de crisis, situación que incitó a los estudiantes a hacer algo. Al menos manifestarse y delatar el problema.
Así ‘los indignados estadounidenses’ aspiran a reunir un millón de firmas de universitarios predispuestos a no pagar su deuda hasta que se cumplan unas demandas concretas, tales como: desde devolver la gratuidad (real) a las universidades públicas, a que se desvele la contabilidad de las privadas y la eliminación de los intereses en los créditos a estudiantes. Algo como mínimo justo. Roos explica que en este país "Negarte a pagar una deuda, por voluntad propia y no sólo por falta de fondos, es controvertido, porque tiene una fuerte implicación moral y consecuencias prácticas, así que sabemos que será una carrera de fondo"; quien además, considera injusto que su sueldo esté vinculado al endeudamiento de los estudiantes.
Desde que se lanzó esta campaña hace un mes, apenas 3.000 personas han firmado la petición. Lejos del millón por lo visto, lo cual indica el tremendo desafío que implica. Pero en el movimiento Ocupa Wall Street se muestran satisfechos y deciden reforzarla este febrero. Ya se ha conseguido que el problema de la deuda estudiantil, antes callado, sea parte del debate político, llegue a la prensa y sitúe a los estadounidenses a hacerse preguntas: como, porqué hoy, un estudiante puede ser perseguido por impago el resto de su, pero en el privilegiado mundo de las finanzas empresas y empresarios ellos pueden escapar a sus deudas sin problemas". Insólito. Hoy se calcula que quien se licencie con este régimen, quedará con unos 35.000 dólares de deuda. Una hipoteca más.
Es sin duda es una propuesta radical para un país en el que los ciudadanos conciben como algo natural que acceder a estudios superiores es sinónimo de endeudarse. Una licenciatura universitaria costaba en 2010 una media de 25.000 dólares y aun en la universidad pública, nadie se libra de pagar. Hasta los años setenta las matrículas en centros públicos de Nueva York y California eran gratuitas, pero poco a poco se implantaron tasas -como ha ocurrido en Europa y otros países (recuérdese la tremenda huela estudiantil en Chile por análogos motivos- y hoy al estudiar ahí se puede llegar a acumular deudas de hasta 30.000 dólares, según The Institute for College Access & Success. Es decir, el coste de las matrículas se ha incrementado en un 900% en los últimos 30 años y desde 1999 las cifras de la deuda estudiantil también se han disparado en un 511%, hasta alcanzar en 2010 el billón de dólares, que al comparar, da escalofríos, porque es una cifra superior a lo que los ciudadanos estadounidenses le deben a las tarjetas de crédito, unos 50.000 millones de dólares.
Además, con el mayor índice de desempleo de jóvenes licenciados de la historia de EE UU (un 9,1%) la devolución de esa deuda se ha convertido en un quebradero de cabeza mayúsculo, no solo para ellos sino para el Gobierno, pues la capacidad de consumo de los jóvenes, (que es dos tercios de la economía se apoya en el consumo privado) se reduce exponencialmente. O sea un destartalamiento general. De allí la atención al fenómeno pues sin el conjunto estudiantil se declara en rebeldía, las consecuencias son imprevisibles.
Desde que se lanzó la campaña se han multiplicado las voces de alarma. La ministra de Educación urgía hace poco a los rectores universitarios a que "sean creativos" y piensen urgentemente "en fórmulas para reducir los costes y las deudas de los estudiantes", y el mismo presidente se ha reunido con algunos de ellos con el mismo objetivo. ¿Es que no saben como hacerlo? ¿Es que es tan difícil advertir que es una prioridad a las políticas de estado facilitar la educación y la salud públicas? Así les irá.
Quienes no son afortunados de ser el número uno en deportes o en matemáticas en los colegios secundarios – donde se premia con becas a los destacados y a las minorías étnicas, pero se dejan fuera a todos los demás, a la clase media- solamente pueden estudiar si piden un crédito y, por tanto, se gradúan con deudas que crecen y se multiplican a medida que pasan los años y les llueven los intereses o las penalizaciones por no pagar a tiempo. Y nos explican que la cosa empeora si se aspira a seguir estudiando tras licenciarse, con estudios post grado, puesto que si se lleva años pagando una deuda y se decide pedir otro préstamo para financiarse un doctorado por ej.,la cosa puede costar la friolera de 30.000 dólares al año (no en total) y además, el estudiante ha de considerar que con el préstamo se pagas la matrícula pero para el resto que lleva simplemente vivir se tiene que trabajar y ¿cómo se hace eso y se puede con todo?
Al no quedar tiempo para estudiar el doctorado se alarga eternamente y las deudas también. Es una trampa, y una burla, que solo atrapa a los que no son ricos. En el llamado ‘país de las oportunidades’ (¡de endeudarse!) además esta el tiempo requerido para escribir la tesis. Es clarísimo para este estudiantado que si solo la gente con dinero tiene el privilegio de acceder a lo más alto de la educación universitaria, el esquema aplicado por el sistema está equivocado. ¿No nos habían vendido que el sueño americano es que todos podíamos aspirar a nuestros sueños? Pro la realidad es que el sistema educativo norteamericano es brutalmente clasista, dicen los afectados.
Un observador ilustrado vería que este mercantilismo crudo y duro ha olvidado el humanismo con el que surgió de la mano en su día y que hoy, si no lleva las cosas en conjunto, su ceguera, será su también su lápida.

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