viernes, 26 de febrero de 2010

Parlamentarios por la No-proliferación Nuclear y el Desarme continúan cosechando apoyos.


por Carlos Segalis.

El grupo de Parlamentarios por la No-proliferación Nuclear y el Desarme (PNND) es una red global que reúne a más de 700 parlamentarios de 75 países. Su misión consiste en prevenir la proliferación nuclear y lograr el desarme atómico, y para lograrlo realizan tareas de concientización con legislaturas y funcionarios de estamentos estatales, federales y regionales.

Pressenza, Buenos Aires. La principal preocupación de los Parlamentarios por la No-proliferación Nuclear y el Desarme (PNND) es “el aumento de las amenazas de proliferación de armamento nuclear en nuevos países, la capacidad de los terroristas de adquirir o fabricar armas nucleares y el mantenimiento y las políticas de uso vigentes en los Estados poseedores de tales armas”, según explican en las Declaraciones de Apoyo Parlamentario a la Convención Sobre la Armas Nucleares que intentan movilizar.
Desde su perspectiva, existe un sólo modo de asegurar la prevención de la proliferación nuclear y la seguridad a nivel mundial: prohibir las armas nucleares totalmente e implementar un desarme completo “de buena fe”. Esto significa que el control estricto y efectivo debe ser una obligación y compromiso voluntario mundial, basado en el mandato de la Corte Internacional de Justicia, de alcanzar el desarme nuclear.
Al igual que la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia que recorrió el mundo en 2009, el PNND sostiene 5 puntos básicos en torno a los cuales conseguir adhesiones de sus pares. En primer lugar, sostienen que se debe “llamar a negociaciones multilaterales a fin de evitar la proliferación y alcanzar el desarme nuclear gracias a un tratado mundial no discriminatorio, una Convención sobre las Armas Nucleares”.
En segundo lugar, proponen aprobar el modelo de Convención sobre las Armas Nucleares presentado por Costa Rica y Malasia en la Conferencia Preparatoria del Tratado de No proliferación y en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se trata de una guía para conseguir la aprobación de un tratado actual que permita “el análisis de las medidas legales, técnicas, institucionales y políticas que harían posible la abolición de las armas nucleares”.
Tercero, instan a los parlamentos del mundo a “reconocer que la abolición total y la eliminación de las armas nucleares es un proceso complicado que podría suponer tomar una serie de medidas paulatinas y contiguas”, cuyo resultado debe ser una Convención sobre las Armas Nucleares (ya sea un solo tratado o bien como un conjunto de acuerdos).
Luego, proponen afirmar que la Convención sobre las Armas Nucleares incorporaría, reforzaría, uniría y añadiría los instrumentos existentes en materia de no proliferación y desarme incluidos en el Tratado de no proliferación (TNP), El Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y la Agencia Internacional de Energía Atómica (AlEA).
Finalmente, buscan un compromiso real. Este asumió la forma de presentaciones del Modelo de Convención sobre las armas nucleares en los respectivos parlamentos para “promover las negociaciones, fomentar la concienciación ciudadana, identificar los pasos necesarios para el desarme nuclear e indicar las medidas nacionales que deben ponerse en marcha para apoyar e implementar una convención”.
La actividad del PNND es intensa, y por su rol institucional tiende a manejarse en las altas esferas del poder institucional. A modo de ejemplo, el último 19 de febrero, el miembro japonés Hideo Hiraoka logró que otros 203 legisladores japoneses enviaran una carta al presidente de Estados Unidos, Barack Obama (con copia a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, el secretario de Defensa Robert Gates y varios congresales) proponiendo una estrategia conjunta para la próxima Conferencia de Revisión del TNP.
Asimismo, y en esa misma fecha, el Parlamento de Costa Rica aprobó por unanimidad, los “cinco puntos” que promueve el PNND (el único país que la había aprobado en el 2009 había sido Bélgica, pero no por unanimidad). Todas estas iniciativas cuentan con apoyo del secretario general de ONU, Ban Ki-Moon, quien es un ferviente promotor del “mapa de ruta” costarricense para el logro de un acuerdo de desarme nuclear definitivo.

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