miércoles, 28 de octubre de 2009
La pequeña agricultura debe volver a recuperar su importancia en las estrategias de desarrollo agropecuario.
Oxfam Interna- tional.
Del 25 al 31 de octubre Jamaica será la sede de la V Cumbre Ministerial de América Latina y el Caribe sobre Agricultura y Vida Rural en las Américas. Esta Cumbre tendrá como prioridad impulsar la revalorización de la agricultura y el medio rural, frente a los desafíos del desarrollo y propiciar la integración urbano-rural para un mejor desarrollo de los países.
Pressenza, Montego Bay. Del 25 al 31 de octubre Jamaica será la sede de la V Cumbre Ministerial de América Latina y el Caribe sobre Agricultura y Vida Rural en las Américas. Esta Cumbre tendrá como prioridad impulsar la revalorización de la agricultura y el medio rural, contribuyendo a enfrentar los desafíos del desarrollo, propiciando la integración urbano-rural, teniendo en cuenta los factores sociales, políticos, económicos, ecológicos y culturales y visibilizando la contribución de lo rural al desarrollo nacional”.
“Oxfam Internacional considera que la Cumbre debe ser un espacio para que los gobiernos de la región asuman el compromiso de invertir en la pequeña agricultura y garantizar la seguridad alimentaria”, explicó Asier Hernando, responsable regional de agricultura y recursos naturales de Oxfam en América del Sur. “Se debe poner especial atención en las mujeres, unas de las más afectadas por el hambre y la falta de acceso al agua y la tierra”, añadió.
“El apoyo a la pequeña agricultura es un componente indispensable en la lucha contra el hambre. Permite atacar la insuficiencia alimentaria y el alto precio de los alimentos, potenciando cadenas productivas y flujos comerciales locales y regionales”, sostuvo Eduardo Gudynas, investigador del Centro Latino Americano en Ecología Social, con sede en Montevideo. El investigador agregó que “esos agricultores y sus familias son parte de la solución, y los gobiernos deben asegurar su concurso y participación”.
El Plan AGRO 2003-2015 para la Agricultura y Vida Rural de las Américas –consensuado hace seis años por los gobiernos de América Latina- no hace un especial énfasis en la importancia de invertir en la pequeña agricultura. La crisis económica y financiera, el calentamiento global y la crisis alimentaria obligan a los gobiernos de la región –y del mundo- a cambiar las prioridades de la inversión para mejorar las condiciones los más del mil millones de personas que viven con hambre en el mundo.
En los últimos años, la poca inversión de los gobiernos en agricultura ha estado orientada hacia la agroindustria, cuando numerosos estudios han demostrado que ésta tiende a producir menos beneficios brutos y netos por hectárea de tierra que la pequeña agricultura. Pero más allá de las consideraciones de eficiencia económica, los agricultores campesinos e indígenas son además quienes cuidan de las tierras más degradadas, conservan la biodiversidad agrícola y manejan algunos de los suelos más frágiles de América Latina. Por ello son también aliados cruciales en la lucha contra el cambio climático.
CLAES, IDRS y Oxfam Internacional hacen un llamado a los ministros de agricultura y desarrollo rural de América Latina y el Caribe para que los acuerdos de la V Reunión Ministerial sobre Agricultura y Vida Rural en las Americas, permitan:
1. Situar la agricultura familiar en el centro de la Agenda Hemisférica 2010 – 2011 para la implementación del Plan AGRO 2003-2015. Los gobiernos deben incrementar la inversión para alcanzar -por lo menos- los montos dedicados a este sector en 1980. Para tener un mayor impacto sobre la productividad y reducir la pobreza, esa inversión debe complementarse con inversiones en desarrollo rural en infraestructura, educación y servicios sanitarios.
2. Fortalecer a las comunidades dedicadas a la agricultura. La población debe participar en la identificación de sus propias necesidades y ser consultadas sobre la pertinencia de inversiones que reciban. Se debe aumentar su capacidad para emprender acciones colectivas, negociar mejores precios y servicios y autofinanciar sus prioridades del desarrollo.
3. Visualizar a las mujeres como protagonistas de la economía. Las mujeres son pieza clave de la seguridad alimentaria del planeta y demandan atención especial. Mejorar su acceso a los recursos naturales y a los servicios financieros y sociales –como el crédito y los seguros- es fundamental para desarrollar el campo.
4. Políticas específicas para zonas marginadas. El sector público y el la sociedad civil deben liderar la reactivación de aquellos zonas marginales y ecológicamente degradadas facilitando inversiones suficientes que restituyan el ecosistema y expectativas de vida digna.
5. Apoyar tecnologías de bajos insumos. Se necesita invertir en el desarrollo de tecnologías de bajo coste, que buscan la protección del ambiente, reducen la dependencia de la compra de insumos y favorecen la adquisición de poder de los agricultores en zonas marginales.
6. Integrar los sistemas de investigación. La integración regional debe avanzar en paralelo entre las acciones políticas y técnicas, una acción de corto plazo es integrar los sistemas de investigación agropecuaria, especialmente la orientada a los pequeños agricultores y ganaderos.
En América Latina 53 millones de personas pasan hambre. La crisis de alimentos podría empeorar dramáticamente esta situación porque el descenso de la inversión en agricultura en las últimas dos últimas décadas ha limitado la capacidad de los gobiernos para hacer frente a las crisis económica y climática. En 1980 el 7% del gasto total de los gobiernos en América Latina se destinaba a la agricultura. Hoy ese monto a penas alcanza es 3% la inversión.
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