Hillary Clinton, la ex secretaria de Estado que busca ser la primera
mujer en llegar a la Casa Blanca, es la única que por ahora puede
ponerle freno al fenómeno antiinmigrante de Donald Trump.
Aun así, la aspirante a la nominación demócrata está perdiendo terreno
frente al empresario republicano que no es muy bien visto por el voto
latino.
Contra todos los pronósticos, el magnate neoyorquino parece ser mucho
más que la "burbuja veraniega" que pronosticaban los analistas y, día a
día, recorriendo de un lado a otro el país, se está convirtiendo en un
personaje peligroso incluso para los republicanos.
Es agresivo, habla claro pero con cierta brusquedad, y esa manera de
ser parece gustarle a muchos estadounidenses como ocurrió esta semana en
el pueblo de Derry, en New Hampshire, en el noreste del país, donde el
94% de la población está constituida por blancos.
Trump, de 69 años, monta verdaderos shows en los que responde a todas las preguntas de sus seguidores y curiosos.
"¿Trump versus (Jeb) Bush: quien es el real conservador?", se pregunta
Peter Grier en un artículo en el diario The Christian Science Monitor.
"Esta es la pregunta que el ex gobernador de Florida quiere que los
votantes republicanos se formulen a sí mismos cuando evalúen las
opciones para votar" en la elecciones de noviembre 2016, señaló Grier.
El hermano del ex presidente George W. Bush estuvo el miércoles en acto
partidario realizado en la misma ciudad que viajó Trump.
Jeb no perdió el tiempo y atacó al magnate, señalando que el empresario
inmobiliario no tiene una probada historia conservadora. "Dio más
dinero a los demócratas que a los republicanos", dijo Bush.
Trump promete terminar de construir un muro entre su país y México
(frontera Tijuana-San Diego -California) y rechaza que los inmigrantes
ilegales reciban subsidios sociales, vivienda, ayuda médica, mientras
que los soldados que "regresan de ultramar viven en la calle".
En materia de política exterior el aspirante a la nominación republicana
fue claro: se comprometió a invadir Irak y Siria con el fin de tomar el
petróleo que se encuentra en poder de las milicias del Ejército
Islámico (EI).
En cambio, Hillary aspira a recoger la herencia política que dejará
Obama al finalizar su presidencia, tras ocho años en el poder.
Anclada en el discurso moderado del primer mandatario negro de la
Unión, que lanzó una reforma migratoria que aún debate el Congreso para
beneficiar a la mitad de los once millones de inmigrantes ilegales,
Hillary apunta a continuar con esa filosofía si llega a Casa Blanca.
A pesar del fenómeno Trump, la aspirante demócrata sigue siendo por
ahora la favorita en las encuestas, aunque su aparente ventaja se
diluyó, ya que supera a este empresario por sólo 6 puntos, (51 a 45%),
según una encuesta de la cadena de televisión CNN y el periódico USA
Today.
"Antes de Donald Trump, los candidatos republicanos podían desviar la
pregunta de la inmigración con vagas promesas de asegurar las fronteras y
oponerse a cualquier amnistía para los inmigrantes ilegales", dijo en
una nota editorial el diario The New York Times.
Este diario sostiene que Jef Bush y el senador Marco Rubio de Florida
-también aspirante a la nominación republicana- "entienden los asuntos
de inmigración y presumiblemente quieren el voto latino, pero son muy
conscientes de los peligros que enfrenta su partido secuestrado por las
ideas de extrema derecha".
Trump ya enfocó su pirotecnia verbal contra la ex primera dama cuando
dijo -a principios de agosto- que Hillary concurrió a su boda luego de
que el empresario aportara dinero para su fundación.
Con estas armas está llegando muy lejos, a punto tal que empiezan a
temerle fuera de las filas de su propio partido en los que dieciséis
candidatos compiten por la nominación republicana.
Pero cada declaración antiinmigrante de Trump, con el fin de realzar el
nacionalismo estadounidense, aleja más a los latinos de votar a los
republicanos.
Y sin el respaldo de este importante grupo electoral, que podría llegar
a superar los 13 millones de votantes en 2016, las posibilidades de
Trump de llegar a la Casa Blanca se reducen drásticamente, advierten
analistas.
En cambio, la esposa del ex presidente Bill Clinton acapara las
preferencias del voto latino. Según una encuesta de la cadena Univisión
de mediados de julio pasado, Hillary obtendría el 64% en esta franja de
votantes, contra el 27% de los republicanos.
Pero entre la ex secretaria de Estado y Trump, la diferencia sería del 70-16%.
Lo cierto es que el problema del voto latino con el Partido Republicano
va mucho más allá de los dardos envenenados que lanza el magnate
neoyorquino contra los inmigrantes ilegales.
Tanto Hillary como Jeb Bush tienen su respaldo en dicho sector del electorado.
La ex secretaria de Estado venció a Obama en las primarias del voto
latino en 2008, mientras que el ex gobernador de Florida, con su esposa
mexicana, mantiene una buena conexión con los cubanos y puertorriqueños.
Fuente: Télam
sábado, 22 de agosto de 2015
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