Antonis Broumas, de Grecia, es un abogado investigador y
activista que trabaja enfocado en la construcción de puentes entre el
derecho, la tecnología y la sociedad. Participa en organizaciones
sociales en Grecia que promueven la autononomía y la comunalización.
Actualmente trabaja en la Fundación P2P. Antonis estuvo en Quito del 24
al 28 de agosto, invitado por la Fundación Rosa Luxemburg. Pressenza
tuvo la oportunidad de entrevista. Compartimos con nuestros lectores las
reflexiones y puntos de vista de Broumas.
Pressenza: Volvamos a la noche del referéndum y los días que
siguieron, ¿por qué crees que Tsipras decide ignorar la voluntad de la
gran mayoría que voto por el NO?
Antonis Broumas: Tsipras en realidad ha estado expuesto a un
chantaje que demoró seis meses, desde que asumieron el poder hasta la
noche que se rindió a los acreedores. Las negociaciones no han sido
negociaciones. Ha sido una situación de “tómalo o déjalo” y hay que
entenderlo en esta clave. Yo no usaría la palabra “ignorar” no creo
que Tsipras ignoró la voluntad popular sino que fue obligado a hacer lo
contrario y más bien tenemos que entender por qué sucedió esto.
Estamos viviendo en tiempos donde el poder del capital se define como
estructural. Las instituciones del mercado, las transnacionales que
apuestan a favor del interés del capital, utilizan instrumentos
financieros para presionar a los gobiernos y no necesitan instrumentos
de negociación. Hoy en día, gobiernos que intentan gobernar de acuerdo
con los más desfavorecidos enfrentan estas presiones que, en la era
neoliberal, se ejercen a través de constelaciones de deuda pública,
entonces su margen de acción es significativamente menor que en otras
épocas.
En el caso griego este poder estructural ha operado de manera más
absoluta. Grecia es miembro de la Unión Europea, en la que los Estados
Nación han delegado parte de su soberanía nacional a las instituciones
de la Unión Europea, específicamente la capacidad de manejar la moneda y
hacer política con esto, y la capacidad de manejar su propia deuda.
La deuda es uno de los instrumentos más poderosos de presión por el
agravamiento de la deuda pública, pues los gobiernos ya no están en
condiciones de cobrar impuestos al gran capital, están empujados a
cobrar impuestos a las clases más desfavorecidas que, además han perdido
poder adquisitivo. Entonces, deben resolver su liquidez a través de la
deuda.
P: ¿Por qué los gobiernos no pueden cobrar impuestos a las grandes empresas?
AB: Es porque los Estados Nación hoy en día, en el paisaje
neoliberal global, las condiciones del capital global son mucho más
fáciles para cambiar de país. Entonces, los países compiten por ofrecer
las mejores condiciones al gran capital para que invierta en su
territorio y eso implica bajar impuestos y quitarle obstáculos para que
los procesos de producción se queden.
P: ¿La opción de salir de la Zona Euro, es realmente la
catástrofe que dicen los medios? ¿por qué lo sería? ¿el pueblo griego
sabe realmente cuál sería la catástrofe?
AB: Hay tres estrategias que el bloque popular en el poder
podría elegir en esta situación. La primera es más moderada. Quedarnos
en la Eurozona. Eso requeriría tratar de cambiar la correlación de poder
en el nivel transnacional de la Unión Europea. La experiencia de los
últimos dos años y, más específicamente, de los últimos seis meses, ha
mostrado que la camisa de fuerza de la Unión Europea es genuinamente
neoliberal. No hay un espacio real ni significativo para otro tipo de
políticas progresistas, alternativas o de izquierda. Esta estrategia
tiene la ventaja de ser la más fácil, la menos riesgosa para los pueblos
y para los líderes. La segunda opción sería salir de la Eurozona y
quedarse en la Unión Europea, pero no es viable porque superpondría los
efectos negativos de ambos¡ modelos, el de la austeridad impuesta por la
Unión Europea y el manejo de una moneda propia que sería muy débil.
La tercera salida sería salir de la Unión Europea y recuperar la
soberanía nacional. Esta estrategia tiene la ventaja de corresponder a
la voluntad popular y a sus necesidad más urgentes pero la correlación
negativas de fuerzas que existe dentro de la Unión Europea no cambian si
tú sales de Unión y te siguen afectando. Entonces, por un lado
recuperas soberanía nacional y capacidad para implementar políticas
nacionales pero tienes que enfrentarte a otro tipo de problemas, por
ejemplo, cómo preservar la unidad nacional y cómo evitar una guerra con
Turquía que está lista para atacar a Grecia.
El segundo problema es que te quedarías solo renegociando la deuda
con tus acreedores externos y tendrías que lograr una renegociación
poderosa para poder sobrevivir. El tercer problema será respaldar la
moneda nacional con algún tipo de reservas porque no estaría respaldada
por el sistema europea y el cuarto problema, al menos a primera vista,
es que perderías la oportunidad de cambiar la correlación de fuerzas en
el nivel transnacional del poder que es el nivel en el que se juega el
poder hoy.
En cualquier caso, esta tercera salida es una salida radical. Si tú
eliges esta alternativa y eres elegido gobierno tu tienes que
implementar realmente políticas radicales en el país para poder
realmente encaminar el cambio.
P: ¿Este debate se vive en Grecia?
AB: Este es exactamente el debate que se está dando en
Grecia aunque no necesariamente se da en los términos que yo planteo,
pero es la temática que se está discutiendo. Yo vengo de los movimientos
sociales de Grecia y para nosotros lo que prima es la democracia
radical y las necesidades del pueblo, esta es nuestra línea roja, junto
con los temas de medio ambiente.
Entonces, nunca vamos a aceptar el plan del enemigo. Vamos a buscar
construir nuestras propias estrategias para salir de la crisis, porque
esta es nuestra forma de hacer política. Nuestro punto de partida es el
de la autonomía social, nosotros no tenemos por qué cargar en esa deuda,
sino que tenemos que partir de nuestras propias necesidades e ideales
de transformación social.
Este es exactamente el mensaje del 63% del NO en el referéndum. Fue
la primera vez desde la guerra civil, que en Grecia se ve tan claramente
una división en dos bloques. El bloque de poder y el bloque popular, al
que yo me adhiero.
Grecia es realmente el eslabón más débil de la Unión Europea y por
serlo tiene que tener el valor de transformarla y eso es imposible
hacerlo quedándonos adentro de la Unión Europea, hay que salir de ella y
llevar a su final, para que algo nuevo pueda surgir.
P: Un nuevo partido, la Unidad Popular, espera capitalizar el
“desencanto” con Alexis Tsipras. ¿Está Grecia preparada para votar
significativamente por un partido que impulsa abiertamente, la salida de
la Eurozona?
AB: Yo no apostaría a la política electoral en Grecia. Mi
punto de partida son los movimientos de base, creo que hay que apostarle
a ellos y a su poder transformador. Hemos tenido la situación de que
los movimientos sociales han perdido fuerza en esta fase de delegar el
poder a la democracia representativa con Siriza pero que ahora van a
volver a ser los protagonistas de los acontecimientos.
Sin embargo, voy a decir que la Unidad Popular no ha encontrado
todavía su identidad clara. En cualquier caso este partido y también las
otras fuerzas políticas electorales que apoyan la salida de la Unión
Europea pertenecen ala vieja izquierda lo que significa que ellas no
representan los movimientos, no creen en la transformación desde abajo,
son el clásico vanguardismo político que cree en las salidas desde
arriba.
Esto crea dos problemas, el primero es que su propuesta sobre cómo
transformar la ignora el dinamismo de los nuevos movimientos sociales;
el segundo problema con la Unidad Popular es que su perspectiva
vanguardista hace que pongan el Estado al centro y todo lo tiene que
resolver el Estado. Entonces, en lugar de discutir una visión de
futuro, entran al debate con falsos dilemas planteados desde otra
agenda, como si hay que quedarse en el Euro o quedarse en el Dracma, si
hay que aplicar o no el memorándum, es decir, no tienen ninguna conexión
con la gente.
P: ¿Cuáles son esos movimientos sociales, cuál su dinámica? ¿Qué
es lo que te permite asegurar que en esos movimientos sociales está la
fuerza transformadora y liberadora de Grecia?
AB: Yo creo que la política electoral es un reflejo de lo
que está sucediendo en la base. Si es que llegásemos a tener políticas
más justas y redistributivas, será por las luchas políticas de los
movimientos. Pero este futuro no es seguro. Los movimientos griegos, en
el transcurso de la crisis, han aprendido nuevas formas de lucha.
Primero ha habido la dinámica de defender a la sociedad a través de
las luchas obreras. En los últimos cinco años hemos tenido alrededor de
treinta marchas enormes, de más de cien mil personas. Esto incluye
movimientos que optan por el no pago de impuestos, de peajes, de
transporte público, comités populares de vecinos que reconectan la
electricidad a familias a las que se las habían cortado por falta de
pago. Además hay redes de solidaridad alimentaria para cubrir las
necesidades de comida de las familias más afectadas por la crisis.
La segunda forma que los movimientos han adoptado en la crisis, es
una forma más transformadora. Esta incluye movimientos que proveen salud
y educación en formas horizontales de organización, autogestionados y
comunitarios. Además incluye la transformación en bien común de ciertos
servicios públicos del Estado, como lo eran los medios públicos y la
empresa de agua potable, gestionada ahora por la ciudadanía. También
incluye iniciativas de economía solidaria y de comercialización sin
intermediarios. Finalmente, movimientos que centran en la noción de
“comunes”, que incluyen también a la naturaleza.
P: ¿Estos movimientos tienen estrategias internacionales de
trabajo con otros movimientos similares en Europa o en otros
continentes?
AB: No es solamente el capital el que ha llegado a una
crisis que ahora intenta solventar a través de políticas de austeridad.
Los movimientos también enfrentan una crisis que es, precisamente, la de
lograr consolidarse a nivel europeo. Históricamente, los movimientos de
izquierda que impulsaron la Unión Europea, tenían en mente la
construcción de un movimiento obrero transnacional europeo que podría
realmente disputar las políticas de la Unión, es la visión del
Eurocomunismo. Hasta ahora, esto no ha sucedido, pero estamos trabajando
en ello. Un ejemplo de ello es la organización de un gran campamento
europeo contra el extractivismo en Halkidiki, donde hay una mina de
oro en desarrollo. Este campamento fue la semana anterior y hemos tenido
cientos de compañeros europeos que han decidido apoyar esta lucha.
Queda un camino largo por andar pero hay procesos importantes en marcha,
orientados hacia la unión de los movimientos sociales en Europa.
Autor: Nelsy Lizarazo
Fuente: Pressenza
lunes, 31 de agosto de 2015
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