El reciente fallo del juez estadounidense que se encuentra frenado en la
Corte de Apelaciones de Nueva York hasta la definición del caso generó
una polémica a nivel mundial sobre los mecanismos de solución vigentes
para los países en crisis que encaran procesos de reestructuración.
Esta polémica involucra una pelea sin antecedentes entre grandes fondos
de riesgo, donde por un lado están los buitre, que litigan por el 100%, y
por otro los `hedge funds`, que compran a precios ganga, en el piso de
las cotizaciones, pero luego adscriben a los canjes. También comprende a
expertos en finanzas mundiales que cruzan los dichos de los juristas de
Estados Unidos.
El gurú de los economistas del momento, el premio Nobel Nouriel Roubini,
reconocido por haber predecido la crisis de las hipotecas subprime de
2008, se sumó a las voces de expertos del sistema financiero
internacional que se mostraron en contra de la actitud que tomó Griesa.
El magistado consideró que se violó el tratamiento igualitario a los
acreedores (el pari passu) y dispuso la obligación de pagarles a los
fondos buitre el 100% de lo adeudado, con fondos que pertenecen a
quienes ingresaron al canje de la deuda de 2005 y 2010.
Otra de las voces es nada menos que la de Anne Krueger, la ex numero dos
del FMI y bautizada por los argentinos como "la dama de hierro", que
padecieron los sucesivos gobiernos de la Alianza, de Eduardo Duhalde y
de Néstor Kirchner.
En declaraciones recientes publicadas en el diario Financial Times, y
lejos de comulgar con la Argentina, Krueger consideró que "a menos que
se revoque este fallo, se abrirá una caja de Pandora que habrá que
arreglar de alguna manera".
Krueger propuso un nuevo sistema para las restructuraciones soberanas
advirtiendo problemas en el mecanismo actual (denominado SDRM, por sus
siglas en inglés) en 2001, y su idea fue desechada por el ex presidente
estadounidense George Bush.
Por entonces, el republicano Bush atendió el fuerte lobby de los
acreedores, que se negaron a la existencia de un veedor internacional
para las soluciones vigentes de mercado.
En consecuencia, prosperaron las aplicaciones de las Cláusulas de Acción
Colectiva (CAC, por sus siglas en inglés), acerca de la utilización de
mayorías en los contratos, lo que resultó una "concesión" de los fondos y
bancos de inversión a los gobiernos desarrollados, que impulsaron su
aplicación a través del G7.
Con estas mayorías, que fueron utilizadas en un primer momento en México
y luego por la Argentina recién con los nuevos bonos de 2005 y 2010,
los gobiernos podían forzar a quienes rechazaban una oferta de canje.
Recientemente el uso de estas cláusulas de mayorías se observó para
concretar el canje griego, para obligar al 100% de los acreedores a
ingresar a la oferta, en el tramo de deuda de legislación local
(quedaron entre 6.000 millones y 8.000 millones de dólares en holdouts
con legislación extranjera).
Pero, para Roubini, la aplicación de las CAC no le pone punto final al
problema de los fondos buitre: marca un contrapunto con la postura de la
Corte de Apelaciones que avaló la interpretación de Griesa de que la
Argentina violó la cláusla del pari passu, el tratamiento igualitario a
los acreedores.
Aquí se suman voces de abogados internacionales y locales, que advierten
que aún con el uso de las CAC un fondo buitre podría reunir la mayoría
de una serie de emisión de deuda y frenar un proceso de reestructuración
soberano.
Al igual que el gobierno argentino, Roubini habla de un "vacío legal de
la arquitectura financiera internacional", por la que la Argentina
mantiene una disputa abierta con los fondos buitre desde hace 10 años,
pese a haber restructurado exitosamente el 93% de su deuda.
Como solución, Roubini desempolva el viejo enfoque de Krueger, al que
llama un "enfoque estatutario", del que no abundó en detalles.
El enfoque de Krueger preveía un sistema de solución de deudas soberanas
al estilo del capítulo 11 de la ley de quiebra de Estados Unidos, pero
sostenía que el veedor o juez debía ser el propio FMI.
El gobierno argentino, que sí adscribe a una nueva solución, rechaza de
plano que sea el FMI "el juez y parte de esta historia", según
consideran desde el Ministerio de Economía.
Esto es porque consideran que el mismo FMI promovió, en los 80 y 90, con
el nacimiento del Plan Brady, el mecanismo vigente con sus falencias,
donde las deudas de los sindicatos de los grandes bancos se
transformaron en bonos, que pasaron a tener acreedores desconocidos
diseminados por el mundo.
A través de sus reclamos en el G20, que fueron recientemente reforzados
durante la última cumbre de la UNASUR, en Lima, el Gobierno busca
ponerle freno a la embestida de los fondos buitre, que aprovechan al
máximo estos vacíos legales para arrinconar a los gobiernos.
Allí se promovió una propuesta que incluye la necesidad de crear
mecanismos generales de restructuración de la deuda soberana; la
resignificación del sistema CIADI; y la revisión de los tratados
bilaterales internacionales y de las calificadoras de riesgo; para lo
que se propuso una reunión extraordinaria del bloque para febrero del
año próximo.
Fuente: Télam
domingo, 9 de diciembre de 2012
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