por Roberto F. Campos
La Habana, 21
dic (PL) Pese a la reiterada expectativa alrededor de un augurio sobre
el fin del mundo, hoy los descendientes de los mayas tienen otros
problemas más terrenales, como dar de comer a sus hijos y buscar empleo.
Mientras una oleada de turistas viaja a las naciones de la ruta Maya
para conocer cultura tan antigua, las familias de esa procedencia viven
de manera difícil, quizás próximos a término, pero por otras causas,
durante esta esperada jornada, para algunos fin de los tiempos.
Varias voces son críticas con referencia al jolgorio, como es el caso de
la líder indígena guatemalteca Rigoberto Menchú, quien no ve con buenos
ojos tanta hojarasca frente al olvido y la marginación en la que viven
los descendientes directos de esos sabios de otros tiempos.
Ella, como algunos investigadores de la cultura mesoamericana,
desaprueba que la celebración por el 13 Báktun del calendario maya (fin
de una etapa e inicio de otra) tomara tanto vuelo de una manera que
desvirtúa lo esencial del ser humano, su espíritu.
Este fenómeno
social va mas allá, porque se trata del solsticio de invierno, que
lleva festejos en muchas culturas y partes del mundo, como en el monte
Rtanj, de Serbia, donde incluso algunos fanáticos ofrecen refugio ante
el cataclismo.
En forma de pirámide de mil 565 metros de altura,
las leyendas y magia rodean a ese monte, a 200 kilómetros de Belgrado,
lugar en muchos casos seleccionado como Base OVNI, cuyos dos hoteles se
repletan debido al acontecimiento.
Otras voces ven el lado bueno
de la celebración, pues intelectuales mayas guatemaltecos consideraron a
su vez que el Oxlajuj baktun o cambio de ciclo en una larga cuenta de
cinco mil 200 años de su calendario es ocasión para reivindicar la
cultura de ese pueblo.
Retomar la identidad, profundizar en su
ejercicio con pleno derecho es el principal aporte. Estadísticas
oficiales destacan que el 42 por ciento de los 14,7 millones de
guatemaltecos son indigentes de origen maya.
Los mayas en
Guatemala, por ejemplo, están divididos en 22 comunidades lingüísticas o
etnias con destaque para la Kíché, la mas numerosa con el 28 por
ciento.
Para el
politólogo Ivaro Pop, vicepresidente del Foro Permanente de las Naciones
Unidas para Cuestiones Indígenas, la celebración constituye un símbolo y
prueba irrefutable de la necesidad de reivindicación y posicionamiento
de la identidad colectiva de los mayas.
En la cuerda del turismo
y la cultura, el Monumento 6 de Tortuguero en Mérida, México, se
apropia de buena parte de los viajeros interesados en la ocasión. Es una
lapida de tres piezas rectangulares en forma de T que constituye uno de
los documentos mayas atractivos para muchos.
El fragmento de la
inscripción encontrada en 1958 en ese sitio arqueológico del estado de
Tabasco, sureste mexicano, narra precisamente los principales
acontecimientos de una época de poder del 644 al 670 DNE.
Allí
el arqueólogo José Luis Romero, del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH), considera que las interpretaciones de fin del mundo
son tergiversaciones de lo que realmente se plasmó en esa piedra.
Los mayas dividían su calendario en ciclos, en períodos de 20 años o de
400 años; este formato de baktunes, katunes, tunes, winales y kines es
el diseño de un calendario que se llama de cuenta larga, que no termina
en el baktun 13, sino recomienza, criterio de muchos entendidos.
Sin embargo, mientras unos 200 mil turistas celebran ese Báktun 13 en
Guatemala, y otro tanto de viajeros en el resto de la ruta Maya, los
descendientes están ocupados en alimentar a sus hijos, en Guatemala y en
el resto de los países de ese trayecto: México, Honduras, Belice y El
Salvador.
Fuente: Prensa Latina
viernes, 21 de diciembre de 2012
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