Pressenza, México. Decenas de miles de bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ocuparon en emblemático silencio las calles de cinco municipios chiapanecos,
en la primera manifestación pública que los zapatistas hacen desde el 7
de mayo de 2011, cuando se unieron a la convocatoria del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Esta acción simultánea y masiva, la más grande de toda su historia,
estuvo precedida por el anuncio de que la organización indígena daría
su palabra, que se conoció unas horas después de la movilización.
“A quien corresponda. ¿Escucharon? Es el sonido de su mundo
derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era
noche. Y noche será el día que será el día”, fue el mensaje signado por
el subcomandante Marcos y difundido horas después, a través de la
página Enlace Zapatista.
En cada una de las ciudades ocupadas (Ocosingo, Las Margaritas, Palenque, Altamirano y San Cristóbal), los tzeltales, tzotziles, ch’oles, tojolabales, zoques, mames y mestizos marcharon con sus tradicionales paliacates y pasamontañas,
en filas y en estricto silencio. Hombres y mujeres, jóvenes en su
mayoría, pasaron sobre un templete en cada ciudad y levantaron el puño.
Esa fue la expresión más simbólica de toda la movilización.
Fuerza, disciplina, extraordinario orden, dignidad, entereza,
cohesión. No es poco. Son 19 años en los que infinidad de veces los han
dado por muertos, por divididos y aislados. Una y otra vez salen a decir
“aquí estamos”. Hoy, con 40 mil zapatistas en las calles, nuevamente silenciaron de tajo rumores e infundios.
En San Cristóbal de las Casas, ciudad donde
tradicionalmente se hacen las manifestaciones del EZLN fuera de su
territorio, más de 20 mil hombres y mujeres zapatistas procedentes del
caracol de Oventik, donde se concentraron desde un día antes, desfilaron
bajo una lluvia que comenzó desde la madrugada. La marcha de 28
destacamentos (de acuerdos a la numeración que llevaban los grupos en
sus pasamontañas) inició en las afueras de la ciudad, alrededor de las
ocho y media de la mañana, y para las 12 del día la retaguardia estaba
muy lejos del centro todavía. La plaza fue demasiado chica para
recibirlos.
Habitantes y turistas lanzaron gritos de apoyo y cantaron el himno
zapatista en algunos tramos. Los negocios, como de costumbre, bajaron
sus cortinas, pues nuevamente los indios los sorprendieron. El templete
se ubicó al frente de la catedral, mientras que los ordenados bloques de
zapatistas se ubicaron alrededor del primer cuadro de la ciudad.
En Palenque, antigua ciudad ch’ol y uno de los
centros turísticos más importantes del estado, los indígenas zapatistas
entraron por la avenida principal de la población y realizaron el gesto
del puño en alto sobre el templete colocado en el centro de la ciudad,
enfrente de la iglesia. Posteriormente, salieron por la calle Chiapas
para regresar a sus comunidades.
En Las Margaritas, los zapatistas repitieron la dinámica con 7 mil bases de apoyo, mientras que en Ocosingo
-población también tomada por los insurgentes el 1 de enero de 1994,
donde tuvo lugar la masacre de civiles por parte del ejército federal en
los primeros días de la guerra, más de 6 mil bases de apoyo
desarrollaron la acción desde las seis de la mañana; trascendió que
cerca de 8 mil zapatistas más se quedaron en el caracol de La Garrucha
al no ser suficiente el transporte para la ciudad. No se habían
concentrado tantos zapatistas en esta localidad desde los cruentos
combates del alzamiento indígena.
Los símbolos son muchos, pues eligieron el último día del ciclo maya,
el que para muchos tendría que ser “el fin del mundo” y para otros el
inicio de una nueva era, el cambio de piel, la renovación. Durante estos
19 años el recorrido de la lucha zapatista ha estado lleno de
simbolismos y profecías, y esta ocasión no tendría que ser la excepción.
Desde el anuncio de que próximamente la comandancia general del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) daría a conocer su
palabra, la expectativa por el contenido de su mensaje ha ido creciendo.
Este viernes, sin embargo, lo que se escucharon fueron sus pasos, su
caminar silencioso recorriendo cinco plazas, su andar digno y rebelde
por las calles y su puño en alto.
La última vez que habló el subcomandante Marcos,
jefe militar y vocero zapatista, fue en el intercambio epistolar con el
filósofo Luis Villoro, el 7 de diciembre del 2011. Y la iniciativa
política más reciente fue el festival de la Digna Rabia, al que
convocaron a luchas y movimientos de México y del mundo, en diciembre
del 2008.
Este viernes no se presentaron los miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, como lo hizo su plana mayor en mayo del 2011. Fue la última vez que se les vio a Tacho, Zebedeo, Esther, Hortencia, David
y al resto de la comandancia general, con excepción del subcomandante
Marcos, quien se ha mantenido alejado de la escena pública.
Fuente: Desinformémonos
Fotos: Tim Russo
jueves, 27 de diciembre de 2012
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