por Florencia Saintout
Qué repudio genera la doble moral. La hipocresía institucionalizada.
Mientras todo el grupo Clarín y sus periodistas independientes se rasgan
las vestiduras por el fallo en la desaparición de Marita Verón, y
hablan de la corrupción de la justicia en Tucumán, por abajo pactan con
esa misma justicia podrida de arreglos con las derechas, con el
neoliberalismo atroz, con las posiciones más reaccionarias para ir
contra la voluntad popular.
Por una lado, Clarín dice condenar la trata y la violencia contra las
mujeres; por otro lado publica una página entera con una caricatura de
la Presidenta con el ojo negro de un golpe (de una trompada, de un puño
cerrado sobre su cara!) para afirmar que esa justicia corrupta de la
cual son cómplices le ha ganado la partida contra el 7D. La violencia
contra las mujeres es imposible sin una cultura que la naturalice y
Clarín ha trabajado desde hace años en esa dirección. Por eso es posible
esa caricatura que condensa tantas violencias.
La hipocresía además tiene historia. Está entre muchos otros el relato
de Lidia Papaleo y su recuerdo de la mirada de magneto “apretándola”
para vender. Ella, que luego fue torturada salvajemente, dice recordar
más la mirada de magneto que la de sus torturadores. El grupo Clarín
tiene esa historia que todos sabemos y al mismo tiempo tiene la
desvergüenza de hablar de libertad de expresión.
Pero – ay! .. ay de ellos y su lamentable papel de mentirosos, porque va llegando el tiempo de la caída de las máscaras.
El domingo pasado, la Presidenta habló de tiempo, mirando a las madres
y a las abuelas. Dijo: “si ellas esperaron, cómo no vamos a esperar
nosotros”. La Presidenta se refería a esperar justicia contra las
trampas que las corporaciones le ponían a la posibilidad de la plena
implementación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Pero también
seguramente se refería a esa idea de que al final del camino la victoria
es para los que simplemente hicieron las cosas bien.
Porque esperar jamás es no hacer nada.
Porque el tiempo no es solamente tiempo. No es eso que sólo trascurre
por fuera de los hombres. Tal vez ni siquiera haya humanidades sin
tiempo.
La política es esa capacidad creadora en/sobre el tiempo: lo que sucedía, lo que puede suceder, lo que sucederá por voluntad.
Por eso no fue el tiempo como mero transcurrir el que trajo justicia:
las que esperaron una vida por justicia la tuvieron porque lucharon, y
porque un presidente que se declaró hijo de las madres, y bajó cuadros,
impulsó los juicios a pesar de todos los obstáculos para hacerlo.
Y también pasó que el 7 D fue el 14 D, porque la Ley de Servicios
Audiovisuales es producto de las dimensiones más profundas de la
democracia, y no podía ser de otra manera aunque mintieran y trampearan.
Había que esperar porque tantos y tantos ya habían luchado.
Y sucederá lo mismo con la justicia para Marita Verón.
Porque está la fuerza arrolladora de una madre, de muchas madres (mientras leían el absuelto, absuelto, absuelto trece inmorales
veces, se veía entre otras a Rosa Bru gritándoles en Tucumán “hijos de
puta”, como tantas otras gritó contra esa in-justicia socia de las
malditas policías que le desaparecieron el hijo en democracia).
Porque está una Presidenta que cree que al final del camino se hace la verdad… como convicciones de mayorías, como emancipación.
Y porque la política finalmente está trayendo ese tiempo a favor de los
pequeños, de los desnudos, de los olvidados. Un tiempo que está a favor
de buenos sueños y que pronunciará sin duda el nombre de Marita a golpes
apurados.
Fuente: Télam
lunes, 17 de diciembre de 2012
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