lunes, 17 de diciembre de 2012

La victoria de los que no mienten

por Florencia Saintout
 
Qué repudio genera la doble moral. La hipocresía institucionalizada.
Mientras todo el grupo Clarín y sus periodistas independientes se rasgan las vestiduras por el fallo en la desaparición de Marita Verón, y hablan de la corrupción de la justicia en Tucumán, por abajo pactan con esa misma justicia podrida de arreglos con las derechas, con el neoliberalismo  atroz, con las posiciones más reaccionarias para ir contra la voluntad popular.
Por una lado, Clarín dice condenar la trata y la violencia contra las mujeres; por otro lado publica una página entera con una caricatura de la Presidenta con el ojo negro de un golpe (de una trompada, de un puño cerrado sobre su cara!) para afirmar que esa justicia corrupta de la cual son cómplices le ha ganado la partida contra el 7D.  La violencia contra las mujeres es imposible sin una cultura que la naturalice y Clarín ha trabajado desde hace años en esa dirección. Por eso es posible esa caricatura que condensa tantas violencias.
La hipocresía además tiene historia. Está entre muchos otros el relato de Lidia Papaleo y su recuerdo de la mirada de magneto “apretándola” para  vender. Ella, que luego fue torturada salvajemente, dice recordar más la mirada de magneto que la de sus torturadores. El grupo Clarín tiene esa historia que todos sabemos y al mismo tiempo tiene la desvergüenza de hablar de libertad de expresión.
Pero – ay! .. ay de ellos y su lamentable papel de mentirosos, porque va llegando el tiempo de la caída de las máscaras.
El domingo pasado, la Presidenta habló de tiempo, mirando a las madres y  a las abuelas. Dijo: “si ellas esperaron, cómo no vamos a esperar nosotros”.  La Presidenta se refería a esperar justicia contra las trampas que las corporaciones le ponían a la posibilidad de la plena implementación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Pero también seguramente se refería a esa idea de que al final del camino la victoria es para los que simplemente hicieron las cosas bien.
Porque esperar jamás es no hacer nada.
Porque el tiempo no es solamente tiempo. No es eso que sólo trascurre por fuera de los hombres. Tal vez ni siquiera haya humanidades sin tiempo.
La política es esa capacidad creadora en/sobre el tiempo: lo que sucedía, lo que puede suceder, lo que sucederá por voluntad.
Por eso no fue el tiempo como mero transcurrir el que trajo justicia: las que esperaron una vida por justicia la tuvieron porque lucharon, y porque un presidente que se declaró hijo de las madres, y bajó cuadros, impulsó los juicios a pesar de todos los obstáculos para hacerlo.
Y también pasó que el 7 D fue el 14 D, porque la Ley de Servicios Audiovisuales es producto de las dimensiones más profundas de la democracia, y no podía ser de otra manera aunque mintieran y trampearan. Había que esperar porque tantos y tantos ya habían luchado.
Y sucederá lo mismo con la justicia para Marita Verón.
Porque está la fuerza arrolladora de una madre, de muchas madres (mientras leían el absuelto, absuelto, absuelto trece  inmorales veces, se veía entre otras a Rosa Bru gritándoles en Tucumán “hijos de puta”, como tantas otras gritó contra esa in-justicia socia de las malditas policías que le desaparecieron el hijo en democracia).
Porque está una Presidenta que cree que al final del camino se hace la verdad… como convicciones de mayorías, como emancipación.
Y porque la política finalmente está trayendo ese tiempo a favor de los pequeños, de los desnudos, de los olvidados. Un tiempo que está a favor de buenos sueños y que pronunciará sin duda el nombre de Marita a golpes apurados.
Fuente: Télam

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