por Edwin González
Cuando uno se detiene a observar todo lo que sucede en el mundo, uno se
hace consciente, que los intentos de las reformas políticas, económicas y
sociales han fracasado. El cambio es probable que esté en nuestro
interior, que dependa de cada uno de nosotros. Pressenza publica la
opinión del periodista guatemalteco
Edwin González.
Pressenza, Guatemala. Entonces de nuevo surge el planteamiento ¿Qué ha sucedido, con tantas leyes
que promueven la paz y la igualdad entre los seres humanos? Y ¿Cuál es son las causas
de este deterioro que ha impedido el cambio, tan necesario?
Vemos en los registro de la historia, las constantes guerras, la rebelión de los países con
otros, la pobreza extrema, la economía exclusiva para algunos cuantos, y los cientos de
muertes alrededor del mundo.
La humanidad encadenada a repetir una y otra vez estas mismas tragedias. Uno se
vuelve a plantear que no sabe lo qué está sucediendo.
El poder corrompido, las marcadas diferencias de desigualdad, la desnutrición crónica y
un listado de cosas como si no tuvieran fin.
Y una consciencia social alterada por el odio, la avaricia, la envidia, etcétera.
¿Cuál es el fallo, entonces de la humanidad? Nos volvemos a preguntar. Quizás la
respuesta a ésta pregunta no este muy lejos, y la solución a estos graves problemas, no
se encuentren muy lejanos del presente.
Sino que posiblemente este en alguna parte de nuestro interior, y que solo necesita
que lo saquemos a la luz para que podamos cambiar esta tragedia que le acontece a la
humanidad.
El cambio no depende, entonces, de algún partido político o de algún líder, ni mucho
menos ideológico, sino de cada uno de nosotros, que conformamos está diversidad
social y cultural.
Que los problemas de antaño de la humanidad pueden quedarse atrás si permitimos
evolucionar hacia el cambio. Hacia una revolución de consciencia, capaz de transformar
e influir desde la raíz misma, como una vez lo dijera el pensador agentino Silo. Para entender y comprender
que nosotros somos los únicos que podemos afectar para bien ésta sociedad.
martes, 31 de julio de 2012
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