En recuerdo de los compañeros desaparecidos, de todos los actores y actrices que debieron emprender el camino del exilio, de los muchos más que sufrieron junto a sus familias prohibiciones que les impidieron ejercer su trabajo, este sindicato de actores no puede dejar pasar la ocasión sin dar testimonio de los días que acontecen.
Cada 24 de marzo nos llegan a la memoria imágenes de otros 24 de marzo. Para los que tienen la edad suficiente, también las de aquel 24 de marzo de 1976. Pero, sin duda, las imágenes más fuertes de cada 24 de marzo son aquellas que nos relatan todo lo que se ha construido para que nunca más haya otro día así en la historia de los argentinos
Es por ello que ver a una mega empresa periodística obstaculizar a través de una abierta y descarada operación judicial, el proceso que se lleva adelante para que se sepa la verdadera identidad de dos jóvenes sospechados de haber sido victimas de apropiación, es algo que se debe condenar este preciso 24 de marzo, y no otro.
Los que trabajamos en los medios masivos de comunicación, los trabajadores en su conjunto, vemos cómo algunos profesionales de la comunicación callan lo evidente, silencian los hechos y ocultan información. A la larga, todo saldrá a la luz de la historia, pero nosotros los instamos a que sean hoy lo suficientemente dignos, y se atrevan a trabajar por la libertad de expresión que dicen defender.
La empresa para la cual trabajan tiene a una alta directiva sospechada de haber mentido cuando la justicia le preguntó cómo fue que adoptó a sus dos hijos.
Que haya reductos de la dictadura en el Poder Judicial, siempre se supo. Que sectores de la derecha conservadora sean capaces de atentar contra la máxima investidura del pueblo, también se supo siempre. Pero cuando desde los medios de comunicación monopólicos, mostrando su peor rostro, se hace causa común con los torturadores, con los responsables del terrorismo de Estado, con los que se apropiaron de bebés, cabe preguntarse si esto es sólo en defensa de una empresaria, o acaso, la prueba insoslayable de la vigencia de una de las caras más repugnantes de la dictadura.
Y así aprovechan otra vez los lobos con piel de cordero para mostrar las garras y hacernos recordar que nunca se fueron, que nunca se rindieron y que jamás se sintieron derrotados por el peso de su propia ignominia.
Los que nos enrolamos en esta forma de denunciar la realidad, nos iremos de la vida con la paz que nos da la conciencia de no haber bajado nunca un centímetro las banderas de la dignidad ante la historia, ante las futuras generaciones, ante la mirada de nuestros hijos, y de los hijos de todos los hijos que durante mas de treinta años vieron cómo estos sobrevivientes se empecinaron en no olvidar, junto a las Abuelas y a las Madres.
Asociación Argentina de Actores.
miércoles, 24 de marzo de 2010
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