viernes, 9 de septiembre de 2011

LA INTERRUPCIÓN DEL EMBARAZO Y LA CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO.


por Andrés Koryzma Zep
correo electrónico: andreskoryzma@gmail.com


En el contexto del debate actual acerca de la interrupción del embarazo y donde en general los que opinan y están en situación de decidir son los hombres, es necesario recalcar que, antes que nadie, este tema corresponde ser discutido por sus protagonistas, las mujeres.

Pressenza, Santiago de Chile. En un momento histórico de profundas transformaciones sociales y culturales donde los avances científicos y tecnológicos han permitido la creación de vida artificial, la clonación, la fecundación in vitro, época donde el horizonte de cambios se acelera vertiginosamente, quisiéramos hablar acerca del tema que está a la raíz de nuestras creencias y que se refiere a aquello que define lo humano.
En cuanto a la definición de vida humana hay diametrales diferencias de puntos de vista. Hay corrientes que sostienen que el ser humano se constituye en el momento de la fecundación. Otros, entre los que nos incluimos, consideramos que es en el momento del nacimiento. Es pues un tema de creencias el que opera en el trasfondo de la discusión sobre la interrupción del embarazo no deseado, mas allá de los argumentos teóricos, sicológicos, estadísticas sociales, amenazas y temores que se esgrimen a favor o en contra.
El primer caso corresponde a la Iglesia Católica y su postura parece hoy inamovible. Sin embargo se puede constatar las modificaciones que ha hecho en su larga historia para definir el momento en que un embrión es considerado humano, el momento en que el alma es insuflada en el cuerpo para convertirse en humano. Para el Nuevo Humanismo inspirado en los planteos de Silo, este hecho se da en el nacimiento, el momento en que se manifiesta en el mundo es lo que lo convierte en humano. De acuerdo a esta concepción, el ser humano es un ser abierto al mundo y a la sociedad, y ese momento se produce en el nacimiento. Antes no hay vida humana, ya que el ser humano no es lo natural, no es su cuerpo lo que lo caracteriza como humano (cuerpo que puede y está siendo modificado por los avances científicos) sino que se va constituyendo humano, es un ser histórico y lo que define su ser no es “la naturaleza” que es un medio, sino su intencionalidad creciente en el mundo.
Antes de nacer es un proyecto humano, un ser natural, biológico que puede convertirse o no en ser humano. El nacimiento, para los humanistas, es la parte fundamental de cambio de medio, en donde el ser humano se abre al mundo.
Toda madre que quiere tener un niño, está pensando en un proyecto de vida, pero esto no vale necesariamente para toda mujer que se embaraza. Averigüemos primero qué es lo que dicen esas madres, cuáles son sus condiciones de vida y cuáles son sus creencias.
Todos estamos a favor de la vida, pero detrás de las decisiones que se toman están operando visiones diferentes que se fundamentan en creencias diferentes y bien sabemos cómo algunos tratan de imponer sus propias creencias a un conjunto de personas que no las comparten.
La postura de la Iglesia Católica considera que cuando se produce el entrecruzamiento entre el espermatozoide y el óvulo, una chispa divina llega a ese ser que es ya un ser humano. Si se tiene esa concepción del ser humano, ese ser en formación es no sólo un ser humano, sino además un ser humano con alma y con una cantidad de atributos propios de sus creencias. Consecuentemente con esa creencia quien cometiera un aborto, estaría pecando absolutamente. Pero sucede que muchos no adhieren a ese punto de vista. Por ejemplo en nuestro caso, tenemos una visión del ser humano donde creemos que mientras el feto está en gestación y no ha salido al mundo, es un ente natural, biológico, es un proyecto pero no es aún un ser humano.
La gente quiere tener hijos, aspira a que se conviertan en seres humanos, quiere tener descendencia. Pero decimos que únicamente en el momento del parto, en el momento de la apertura hacia el mundo, que es lo que caracteriza la esencia del ser humano, únicamente en ese momento, aparece un ser humano al mundo.
Entonces, lo que hay que aclarar en profundidad es la propia concepción del ser humano, avanzar hacia el respeto de las diferentes creencias personales y alentar la coherencia en la libertad de opción.
Hay dos concepciones muy diferentes: la de la Iglesia Católica y el planteo del Humanismo. Y cada cual tendría que justificar su postura y su coherencia. Esta discusión es necesariamente amplia, donde son las mujeres las que tienen el protagonismo, pero sin argumentos tortuosos, sin amenazas de ultratumba, sin acusaciones de querer acabar con la vida, o la disolución de la familia o destruir los valores occidentales. Bastante maltrechos están estos valores que han sido vaciados de su significado por la incoherencia y la hipocresía de quienes sustentan el poder de lo establecido.

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