91 años después
Más de cuatrocientos indígenas fueron baleados en 1924 en Chaco
por hacer una huelga y protestas por las condiciones de esclavitud en
las que vivían. Los heridos eran rematados a machetazos. Pedro Balquinta
hoy tiene 108 años y es el único sobreviviente vivo de la masacre. El
año pasado el hombre declaró en la fiscalía federal de Resistencia y la
investigación podría derivar en un juicio por la verdad.
Por: Gustavo Ahumada
En 1924, más de cuatrocientos indígenas que realizaron una huelga
para mejorar sus condiciones de vida y trabajo en la reducción Napalpí,
provincia de Chaco, fueron asesinados. Noventa y un años después, esa
masacre puede terminar en un juicio por la verdad. Los fiscales
federales de Chaco presumen que la matanza se trató de delitos de lesa
humanidad y analizan la posibilidad de la intervención del Equipo de
Antropología Forense (EAAF) para examinar la fosa común donde fueron
depositados los cuerpos de los indígenas.
“El motivo de la protesta fue mejorar las condiciones de vida,
esclavitud en realidad, a la administración de la reducción indígena”,
cuenta Juan Chico, historiador y autor de “Napalpí. La voz de la
sangre”.
La huelga incluía a indígenas de las etnias Moqoit, Qom y Vilelas
porque la paga no era buena, se les daban vales en lugar de dinero por
su trabajo, había maltratos y además estaban cercados por el propio
gobierno provincial. Al iniciarse la protesta, y ante los reclamos de
los terratenientes de la zona, el entonces gobernador Francisco Centeno
firmó un decreto donde prohibió la salida de los indígenas de la
reducción. Una salida que buscaban por aquellos años los indígenas ante
las malas condiciones laborales era ir hacia el norte argentino para
trabajar en los ingenios azucareros ubicados en Salta y Jujuy. Pero la
presión de la oligarquía los cercó en la reducción.
El 19 de julio de 1924 era sábado, los mayores esperaban reunirse en
el parlamento indígena y los chicos jugaban y correteaban por ahí. Dos
días antes, una avioneta piloteada por policías había pasado por el
lugar de la huelga para ver quiénes estaban allí y los diarios de
Resistencia ya hablaban de “sublevación indígena”. “Aún seguía vigente
una idea del famoso malón que iba a atacar a Resistencia”, explicó
Chico. El gobernador Centeno dio la orden.
“Llegaron las fuerzas policiales, estaban a 200 o 300 metros de la
toldería y venía un jefe en un jeep”, contó Mario Yrigoyen, hijo de
Melitona Enrique, una de las sobrevivientes de la masacre. Comenzaron
los tiros. Ciento treinta policías y algunos civiles comenzaron a
disparar unos 5 mil tiros durante 45 minutos, no importaba si eran
hombres, mujeres o niños. Los heridos eran rematados a machetazos, los
que escapan eran perseguidos y también muertos.
Pedro Balquinta hoy tiene 108 años y es el único sobreviviente vivo
de la masacre. El año pasado declaró en la fiscalía federal de
Resistencia, ante el fiscal Diego Vigay, y recordó que “en la reducción
Napalpí mataron a muchos. Los taparon en un pozo grande, un solo pozo”.
“Tiraban todos juntos. No le dieron tiempo a salir. Muchos murieron con
la primera descarga. Tiraban sin ninguna contemplación. Había ancianos,
niños, jóvenes, mujeres embarazadas. Los heridos trataban de correr. La
policía avanzaba y seguía tirando, para aniquilar, para fundirle a todos
los que estaban haciendo el reclamo”, contó Sabino, el otro hijo de
Melitona. Más de 400 indígenas fueron asesinados y algunos de sus restos
fueron exhibidos como trofeos en la comisaría de Quitilipi.
La investigación
Junto con Vigay, los fiscales federales Federico Carniel y Patricio
Sabadini, comenzaron una investigación de oficio de la masacre con la
recopilación de documentos que incluyen investigaciones históricas sobre
los hechos; el expediente judicial original de la época; informes de la
Comisión de Reducciones de Indios sobre el funcionamiento de las
Reducción Napalpi; las memorias del Ministerio del Interior de la
Nación; y el libro de sesiones de la Cámara de Diputados cuando
interpelaron al Ministro de Gobierno de la Nación por los hechos.
En diálogo con Infojus Noticias, Vigay
explicó que aún “debe analizarse la factibilidad de realizarse
exhumaciones con la debida autorización de las comunidades Qom y Moqoit y
la intervención del EAAF” y una vez finalizado esto “la Fiscalía
deberá requerir – al no existir imputados con vida – la apertura de un
juicio por la verdad y que se pretendemos sea oral y público”. En
noviembre del año pasado los fiscales tomaron declaración a Balquinta y a
los hijos de las sobrevivientes de la masacre, Melitona Enrique y Rosa
Chara.
Además, en la fiscalía también tienen los legajos de agentes
policiales que participaron del ataque, el informe y fotografías
tomadas por el antropólogo alemán Lehman Nietsche que estuvo al mismo
momento de la masacre, reportes periodísticos de la época, “Informes y
Documentos del Archivo Histórico de la Provincia del Chaco” Monseñor
José Alumni” del Museo del Hombre Chaqueño, del Ministerio de Defensa de
la Nación, entre muchos otros documentos.
Vigay recordó lo que decía el acta de apertura de la investigación de
la Fiscalía; al sostener la necesidad de “la búsqueda de la verdad y
el ejercicio de la memoria histórica para que los hechos de violencia no
se repitan”.
“Los viejos prefirieron morirse de pie luchando”
“Es un hecho histórico, es la primera vez que se está planteando un
juicio por la verdad, el tiempo que estamos viviendo en el país y en la
provincia, reivindicar la lucha de nuestros mayores”, explica Juan Chico
sobre lo que realizan los fiscales y recuerda palabras del ex
integrante de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, cuando sostuvo que
“la sociedad Argentina tiene que empezar a reconocer que la nación fue
fundada a partir del genocidio indígena”.
Además, que hoy se esté investigando en la Justicia la masacre, para
Chico muestra “el avance y el reconocimiento del movimiento indígena en
el Chaco y en el país”. “Pensar que los viejos prefirieron morirse de
pie luchando” aunque “sabían que con lo que hacían lo que les tocaba era
la pena de muerte”, reflexionó.
Este año, a los 91 años de la masacre, fue la primera vez que la
comunidad realizó un homenaje en el lugar de los hechos, donde está la
fosa donde se enterraron los cuerpos de los indígenas asesinados.
GA/AF
Fuente: Infojus Noticias
martes, 28 de julio de 2015
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