martes, 17 de noviembre de 2009
El muro por la paz más largo del mundo.
Bajo un sol abrasador, 700 artistas, la mayoría jóvenes graffiteros y muralistas, se dedicaron a plasmar en imágenes sus ideas sobre la paz, el desarme y el rechazo a las distintas formas de violencia. La actividad, impulsada por ‘Mundo sin Guerras’, se desarrolló durante 3 días, hasta cubrir 1.800 metros de un muro ubicado en una comuna en la precordillera de Santiago de Chile.
Pressenza, Santiago. Quizás sea el muro más extenso de la capital de Chile el que se transformó, en tres días, en un manifiesto gráfico por la paz mundial.
Con el doble incentivo de disponer de un lienzo de características excepcionales para su arte y el de lograr una obra digna de ser inscrita en los records mundiales del Libro de Guiness, un pequeño grupo de entusiastas trabajó durante casi un año para convocar y organizar a más de 100 colectivos y artistas individuales que se distribuyeron una muralla que bordea las calles y casas de un extenso barrio popular de Peñalolén (Reunión de hermanos, en Mapudungún, lengua Mapuche).
Cada uno contó con el apoyo tanto de los organizadores y de la municipalidad capitalina, como con la pintura donada por una empresa del rubro y la hospitalidad y simpatía del vecindario que acudió a admirar el proceso de las pintadas y a colaborar con bebidas para refrescar a los pintores.
Entre los graffiteros se incluían algunos venidos desde Canadá, de Marsella, Costa Rica, España, Argentina, Paraguay y Brasil, y también de regiones de Chile. "Este mural le cambiará el rostro al barrio" -declaró una vecina- porque hasta ahora se conoce como el barrio en el que vive el Cisarro, aludiendo a un niño delincuente que se hizo famoso por sus reiteradas acciones violentas.
Los motivos de las pinturas reflejan no sólo el particular lenguaje del muralismo actual, sino las diversas visiones que los artistas callejeros tienen acerca del tema de la paz y de la violencia. La violencia de las armas, la destrucción del medio ambiente, la esperanza del amor como salida de la incomunicación y el aislamiento urbano, el rechazo del armamento nuclear, la intolerancia racial, la admiración por Obama y Gandhi y las complejas y hermosas firmas dibujadas de los autores configuran un caleidoscópico mensaje que, sin duda, hará reflexionar a los vecinos que diariamente transitan por los casi dos kilómetros del Muro por la Paz.
Casi diez horas diarias se invirtieron, en algunos casos, para completar el trozo de pared correspondiente. Es que al prestigio y la satisfacción de participar en un proyecto gigantesco, se agregó el compromiso con la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia y la alegría de compartir una aventura única con tantos 'colegas' de un gremio que habitualmente debe 'robar' paredes para ejercer su arte.
Al entusiasta soporte brindado por el alcalde Claudio Orrego de Peñalolén, se sumó la organización de voluntarios promotores de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que, a través de Mundo Sin Guerras contactaron a un conjunto de distintas organizaciones de graffiteros; Calquín, Siembra ARTE, Chile Estencil, Brócoli y DASIC. Gracias a ellos, al apoyo logístico y organizativo de la Fundación Conciencia y a la donación de 5.000 aerosoles y otras pinturas por parte de Marson Street Art, el día domingo 15 se dió por concluido el titánico esfuerzo de pintar el Muro más largo de la Historia, obra para la cual ya se solicitó formalmente su inscripción entre los records mundiales.
La aspiración de Daniela Hirsch, una de las organizadoras del Muro por la Paz -"generar conciencia sobre la necesidad de la paz y cambiar este mundo"- cuenta desde hoy con una formidable pantalla pública expuesta a la mirada y a la reflexión de miles de transeúntes a los que hará pensar.
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