por Amy Goodman (foto)*
El oeste de Pensilvania es considerado la cuna de la industria
petrolera. El 27 de agosto de 1859, Edwin Drake encontró petróleo en
Titusville, Pensilvania y cambió el rumbo de la historia. Hoy en día,
los habitantes de esa zona están ocupados tratando de detener la
expansión de los pozos petroleros y la práctica conocida como
perforación hidráulica, o “fracking”, que se está volviendo cada vez más
común. La fracturación hidráulica es la técnica utilizada para extraer
gas natural del subsuelo, que es promovida por la industria del gas
estadounidense como fundamental para dejar de depender del petróleo
extranjero. Sin embargo, hay cada vez más pruebas que indican que la
mezcla secreta de químicos tóxicos utilizada en la fracturación
hidráulica contamina los acuíferos subterráneos, lo que implica una
amenaza inminente a la salud y la seguridad públicas. Esta práctica
incluso ha llegado a provocar terremotos en Ohio. Mientras tanto, a un
año del nacimiento del movimiento Occupy Wall Street, la resistencia popular al enorme poder de la industria energética crece cada vez más.
En el centro, y literalmente debajo, del problema que plantea la
fracturación hidráulica está el esquisto Marcellus (casualmente
denominado de manera oficial Marcellus Member of the Romney Formation).
Esta enorme formación geológica subterránea se extiende desde el norte
del estado de Nueva York hasta Tennessee, pasando por Pensilvania, el
este de Ohio, Virginia Occidental y partes del estado de Virginia. A
diferencia del petróleo crudo de Arabia Saudita, que es de fácil
extracción, el gas natural del esquisto Marcellus es capturado en
pequeñas cantidades y es de difícil acceso. Para poder extraerlo con lo
que la industria considera eficacia, es preciso perforar hoyos de miles
de metros de profundidad y continuar perforando miles de metros más a
nivel horizontal. La detonación de explosivos, junto con la inyección de
fluidos a alta presión, fractura el esquisto y permite que el gas suba a
la superficie.
Los elementos que integran los fluidos utilizados en la fracturación
hidráulica son considerados secretos de la industria, a pesar de que se
sabe que contienen toxinas. Una de las cuestiones fundamentales es hacia
dónde van los fluidos utilizados en la fracturación hidráulica. El ex
Concejal de Pittsburgh Dough Shields me dijo: “Tan solo un 20% del agua
regresa, y esa agua regresa con materiales radiactivos como bario o
estroncio. Es inherentemente peligroso. El Estado no ha realizado
estudios de impacto ambiental. El Estado, es decir, las instituciones de
nuestro gobierno, han fallado en forma rotunda en realizar cualquier
tipo de diligencia debida. ‘No pasa nada, estamos sentados en medio de
la segunda mayor reserva de gas en el mundo. ¿Cuál es el problema?’, ese
es el modo de pensar del estado. No realizan estudios de impacto
ambiental ni estudios sobre los riesgos para la salud. Y ahora vemos que
cada vez hay más personas enfermas en la zona. Tenemos un Ministerio de
Salud al que no le dan financiamiento para que siquiera mire las
denuncias”.
El ex Concejal Shields propuso una ordenanza municipal para prohibir
la fracturación hidráulica en Pittsburgh, que fue aprobada. La industria
del gas y del petróleo reaccionó: “Fueron tan lejos que se llegó a
aprobar una ley a nivel estatal, la Ley 13, que le da autoridad sobre
todas las ordenanzas de zonificación a una única industria: la industria
del gas y el petróleo. Y el estado de Pensilvania tiene derecho, en
virtud de la ley promulgada en febrero, a perforar en cualquier parte,
incluso en zonas residenciales”. Los municipios de Pensilvania
presentaron una demanda que sostiene que es inconstitucional impedir el
ejercicio de su derecho a proteger la salud pública. Ganaron la demanda,
pero deberán defender sus derechos ante la Corte Suprema de Pensilvania
el próximo 17 de octubre.
El problema es aún más grave en Ohio. A diferencia de Pensilvania y
Nueva York, en Ohio no se prohibieron los pozos de inyección de aguas
residuales. Estos pozos son utilizados para deshacerse de los líquidos
residuales, que son enviados al subsuelo. Ohio se convirtió en el
vertedero de aguas residuales provenientes de la fracturación hidráulica
de Pensilvania y Nueva York. Al igual que los líquidos utilizados en la
fracturación hidráulica, gran parte del material contiene toxinas, pero
no se tiene mucha información acerca de los líquidos que son enviados
al subsuelo, ni hay certeza sobre dónde terminan.
En el mes de junio, la habitante de Athens, Ohio, Madeline ‘ffitch’
decidió tomar medidas al respecto. Se sentó en medio de la calle y fijó
sus brazos dentro de dos barriles de cemento para bloquear el acceso a
un pozo de inyección local. Agentes de varios organismos de seguridad
llegaron para sacar a ‘ffitch’, en lo que muchos curiosos describieron
como una reacción desmedida de las fuerzas del orden. Madeline fue
acusada de provocar alarma, un delito grave de quinto grado. Sin
embargo, en lugar de provocar alarma, el acto pacífico de desobediencia
civil de ‘ffitch’ cosechó apoyo local y atrajo la atención nacional
hacia el tema. Madeline declaró: “El gobierno debería actuar en
beneficio de sus ciudadanos. Cuando el gobierno se olvida de sus
ciudadanos, las personas de principios, concienzudas deben tomar
medidas. Los ciudadanos no actúan impulsivamente, ni por sensacionalismo
ni para llamar la atención. Lo hacen porque se trata de una emergencia
de salud pública. El vertido de desechos tóxicos, radiactivos, aquí
amenaza a toda la población de la zona de los Apalaches en Ohio. Los
ciudadanos deben reaccionar. Deben hacerlo. Se trata, nada más y nada
menos, que de un asunto de vida o muerte. Gracias”.
La fracturación hidráulica se convirtió en tema de debate a nivel
nacional cuando ‘Gasland’, la premiada película del realizador Josh Fox,
mostró que el agua corriente de las casas cercanas a las zonas de
operaciones de fracturación hidráulica podía fácilmente prenderse fuego.
Fox recientemente hizo público un “cortometraje de emergencia” que
centra su atención en el activismo de las organizaciones de base para
prohibir la fracturación hidráulica en el estado de Nueva York. Como
todo buen periodista, y como corresponde en esta época posterior al
fallo de Citizens United, Fox sigue la pista del dinero. Fox declaró:
“No quieren que se sepa que [el ex gobernador de Pensilvania] Tom Ridge
recibió 900.000 dólares para ser el principal portavoz de la empresa
Marcellus Shale Collision. Ni que Tom Corbett [actual gobernador de
Pensilvania] recibió 1,6 millones de dólares en aportes de la industria
del gas a su campaña. Ni que [la industria del gas] gastó 3 millones de
dólares en hacer lobby en Albany y 747 millones, es decir, cerca de mil
millones de dólares en hacer lobby en Washington”.
Al igual que el agua corriente de los hogares estadounidenses, la
fracturación hidráulica como asunto político está que arde. En mi gira
por 100 ciudades del país para cubrir la campaña electoral de 2012 he
conocido gente que está muy preocupada por lo que se está permeando
debajo de nuestro suelo. La indignación pública se está convirtiendo en
acción coordinada. Su mensaje es el siguiente: “Mantengan la
fracturación hidráulica fuera de nuestra agua”.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
* Award-winning investigative journalist and syndicated columnist, author and host/executive producer of Democracy Now!
www.democracynow.org
sábado, 22 de septiembre de 2012
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