por Luis Ammann
La premisa que consideramos fundamental en los documentales es la
veracidad de los hechos narrados, el respeto al contenido en las
entrevistas -tanto de los protagonistas como de los testigos- para que
alcancen un nivel de autenticidad trasmisible al espectador.
Generalmente refleja un aspecto de la realidad narrado por un observador
imparcial y por personas que certifican o aportan datos. El requisito
de la secuencia cronológica hoy ya no es imprescindible, como tampoco la
severa condición inicial del blanco y negro y la música grave. Hoy hay
saltos en el tiempo, interrupción en un relato para enlazarlo con otro
coincidente y reforzar el mensaje y una variedad de formatos y
utilización del recurso audio para acompañar de diferentes modos al
visual.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde 1895 y el
“cinématographe”, o cinematógrafo portátil de los Lumiere que permitía
llevar un artefacto de doble propósito -proyector e impresor- al mundo
real. Con él el cine nació como documental cuyo primer nombre fue “cine
de actualidad”. Luego vinieron los reportajes y las noticias, los
collages sonoros, los diferentes tipos de montaje y diferentes
movimientos de plano.
Hace unos días asistimos a la presentación en el cine Gaumont de
Buenos Aires de “Tupac Amaru: algo está cambiando”, un filme de Magalí
Buj y Federico Palumbo que se ajusta bastante a la descripción incial.
Un documental a caballo del modo histórico y del que se denomina
“procesal” por mostrar una secuencia de hechos que constituyen -en este
caso- una transformación psicosocial. El esquema es simple: en un lugar
del país profundo, una líder reúne a su alrededor a una cantidad de
personas carenciadas de todo y les insufla coraje para alzarse sobre sus
contingencias. Eso es en esencia el fenómeno de la organización Tupac
Amaru, nacida en San Salvador de Jujuy como “barrial”; pero que está
creciendo en 16 provincias argentinas. Con ese material Buj/Palumbo han
construido una narración que gira en torno a Milagro Sala, la fundadora y alma mater de la Tupac Amaru. Su compañero Raúl Noro
y otras personas, protagonistas desde los momentos iniciales y actuales
referentes, dan su testimonio y cuentan cómo comenzó y se desarrolló
tanto la organización como su obra, una auténtica creación colectiva.
La Tupac Amaru es un fenómeno no sólo social sino
psicosocial. Tiene características que le dan un carácter único: una
profunda mística que expresan en el convencimiento de que todo es
posible si se pone el empeño necesario; un sentimiento de autoestima
basado en la conversión de sus propias líneas de vida; un sentido de
pertenencia al grupo; una reivindicación de sus orígenes étnicos -hay
mayoría de descendientes de aymaras- o sociales -clase baja- y una
espiritualidad que les ha permitido reivindicar tanto las ceremonias de
sus ancestros como recibir la influencia del pensamiento de Silo; en
particular, el tema de la no violencia.
Volviendo al documental, tiene un tono alto y colorido, con música
alegre y excelentes imágenes, resultado de un buen trabajo de cámara y
de compaginación que alterna testimonios pasando de unos a otros para
mantener el interés y el nivel atencional. Lo que no se puede decir de
este trabajo es que sea aburrido. En nuestra opinión es floja la
presentación del proceso de concreción de un objetivo: una casa, un
barrio, una fábrica cooperativa. Tal vez si se comenzaba mostrando
brevemente el inicio de la construcción de una casa y se iba
intercalando su avance con las entrevistas, para mostrarla terminada
hacia el final del documental y rematar con la proyección de un barrio
completo ya habitado se hubiera cerrado la respuesta a la pregunta:
“¿Qué es lo que hacen?” Tengamos en cuenta que están llegando a las 4000
viviendas, hay fábricas, centros médicos, centros deportivos, escuelas
primarias y secundarias y esa dimensión del aporte no se alcanza a ver
en el filme. No obstante, tiene méritos cinematográficos y le damos la
derecha como un producto válido.
Es importante ahora su presencia en los festivales para obtener la
mayor visibilidad posible. Tiene la calidad necesaria y el mensaje de
superación de dificultades a partir de lo que hay a mano y con una
metodología de presionar en forma no violenta, es de interés para toda
Latinoamérica y para los países postergados de todo el mundo. Como dice Silo, “el cambio es posible y depende de la acción humana”.
jueves, 26 de abril de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario