por Mora Cordeu
La
literatura latinoamericana tiene un lugar de privilegio en esta 38va
Feria del Libro, con la presencia de escritores que marcan nuevos rumbos
como el colombiano Tomás González, de Colombia, la mexicana Guadalupe
Nettel, el chileno Alejandro Zambra y la participación del emblemático
cubano Roberto Fernández Retamar.
"Siguiendo
a la Feria del Libro de Chile, iniciamos un diálogo con la intención de
que todas las ferias en Latinoamérica asuman la difícil tarea de saber
que están escribiendo nuestros escritores. A veces es necesario un largo
recorrido a través de España u otros países legitimizadores para poder
hacerlo", dijo anoche Gabriela Adamo, directora de la Fundación El
Libro.
De la primera de las mesas redondas, que hasta el 3 de mayo serán una caja de resonancia de las problemáticas de la literatura latinoamericana en la feria, participaron los argentinos Marcelo Cohen y Claudia Piñeiro, además de Nettel, Zambra y González.
Cohen en una medulosa exposición marcó la visibilidad y el acercamiento político que vive Latinoamérica en estos tiempos, "en un clima de alegría, optimismo y ascenso en su protagonismo geopolítico; donde empieza a funcionar la esperanza de ser un todo".
En contraposición con la venta de una idea de lo latino en la que se dibujan cuerpos tatuados, mucha sensualidad, fruta, mafias, violencia, machismo, mucho baile, aparece la necesidad de darle encarnadura a este "cuerpo del espectáculo".
Cohen historió que cuando se fue acercando a la latinoamericano a fines de los años 60, principios de los 70, a través de "un pensamiento vibrante", que se reflejaba en los textos de Martí, Lezama Lima y otros. Escritores que habían pensado el continente desde la "posibilidad infinita de una peculiaridad basada en la materia de lo que ellos vivían".
Dio el ejemplo de Carpentier: "Cuando veía en una iglesia un ángel tocando el charango y decía `esto es Latinoamérica`, la metáfora. Y otro empuje a este acercamiento fueron los ideales revolucionarios de la década del 60 y del 70".
"Visto desde la Buenos Aires urbana, tan cercana al culo del mundo, Latinoamérica era inabarcable y exótica y casi inaccesible, pero llegaban en ese momento oleadas de libros: uno de los primeros `Cien años de soledad` de Gabriel García Márquez -nombró-. Y desde acá muchos quisieron hacer el camino inverso a partir de la invasión de "una poesía en acto".
Luego de relatar el camino desdibujado en ese sentido por el arrinconamiento de la literatura latinoamericana por la denuncia y el realismo mágico, Cohen describió el itinerario de los libros que se han movido o no bajo el impulso de los grandes grupos editoriales españoles y llegan "a nosotros de maneras azarosas".
"No hay nada en estos días, ningún autor latinoamericano que pueda provocar una bomba de estruendo como pasó con la publicación de `Cien años de soledad`, el acceso va por otras vías: un poco por la curiosidad, por el azar y, quizá, una función fundamental de nosotros como escritores es derramar aquello que leemos, recomendarlo para ampliar la circulación de esos libros", dijo Piñeiro.
El colombiano Tomás González (autor de `Manglares`, `Primero estaba el mar`) resaltó la variedad de modelos latinoamericanos que tuvo durante su formación.
"Y después pasó lo que pasó, la entidad latinoamericana se fragmentó, y esa fragmentación la estamos viviendo hoy. Nos ha alejado los unos de los otros, pero hay señales de un movimiento contrario. Vamos otra vez hacia la integración cultural".
Zambra ("Bonsai", "Formas de volver a casa") puso de relieve "esa cosa autónoma que tiene Buenos Aires -un referente para los chilenos-, que los demás países no tienen. El libro existe si sale en la Argentina. Tiene una cierta autonomía editorial, que nosotros no tenemos, a pesar de algunos sellos independientes".
A su vez, Guadalupe Nettel ("El Huésped") recordó su primer acceso a los libros a través de la literatura universal, aunque una tía anoréxica y muy lectora le leía a Borges. Luego llegó a Onetti, Quiroga, Bioy Casares.
Al opinar sobre el momento que vive hoy la literatura del continente, Nettel hizo hincapié en que "todavía es difícil acceder a muchos de nuestros autores".
Sin embargo, destacó "el trabajo de las editoriales pequeñas con muy buenos catálogos (El cuenco de Plata, Adriana Hidalgo, Interzona). En México está pasando ahora como los esfuerzos de `Sexto Piso` `Almadía`, que empiezan a distribuirse en otros países".
Para Nettel, este incipiente conocimiento tiene mucho que ver con "la impresión digital, ya no hay que hacer grandes tirajes para que valga la pena imprimir. Gracias al libro electrónico vamos a poder regresar a lo que verdaderamente importa que es el texto y esto no le saca el trabajo al editor. Esto va a ser posible si uno tiene la responsabilidad de ir a buscar los textos".
Mientras se desarrollaba este primer diálogo latinoamericano, el cubano Fernández Retamar ante un numeroso público que colmó la capacidad de la sala Alfonsina Storni presentaba una "Nueva Antología personal", con la participación de Mario Goloboff -autor del prólogo- Daniel Freidemberg y Alejandro Boverio.
De la primera de las mesas redondas, que hasta el 3 de mayo serán una caja de resonancia de las problemáticas de la literatura latinoamericana en la feria, participaron los argentinos Marcelo Cohen y Claudia Piñeiro, además de Nettel, Zambra y González.
Cohen en una medulosa exposición marcó la visibilidad y el acercamiento político que vive Latinoamérica en estos tiempos, "en un clima de alegría, optimismo y ascenso en su protagonismo geopolítico; donde empieza a funcionar la esperanza de ser un todo".
En contraposición con la venta de una idea de lo latino en la que se dibujan cuerpos tatuados, mucha sensualidad, fruta, mafias, violencia, machismo, mucho baile, aparece la necesidad de darle encarnadura a este "cuerpo del espectáculo".
Cohen historió que cuando se fue acercando a la latinoamericano a fines de los años 60, principios de los 70, a través de "un pensamiento vibrante", que se reflejaba en los textos de Martí, Lezama Lima y otros. Escritores que habían pensado el continente desde la "posibilidad infinita de una peculiaridad basada en la materia de lo que ellos vivían".
Dio el ejemplo de Carpentier: "Cuando veía en una iglesia un ángel tocando el charango y decía `esto es Latinoamérica`, la metáfora. Y otro empuje a este acercamiento fueron los ideales revolucionarios de la década del 60 y del 70".
"Visto desde la Buenos Aires urbana, tan cercana al culo del mundo, Latinoamérica era inabarcable y exótica y casi inaccesible, pero llegaban en ese momento oleadas de libros: uno de los primeros `Cien años de soledad` de Gabriel García Márquez -nombró-. Y desde acá muchos quisieron hacer el camino inverso a partir de la invasión de "una poesía en acto".
Luego de relatar el camino desdibujado en ese sentido por el arrinconamiento de la literatura latinoamericana por la denuncia y el realismo mágico, Cohen describió el itinerario de los libros que se han movido o no bajo el impulso de los grandes grupos editoriales españoles y llegan "a nosotros de maneras azarosas".
"No hay nada en estos días, ningún autor latinoamericano que pueda provocar una bomba de estruendo como pasó con la publicación de `Cien años de soledad`, el acceso va por otras vías: un poco por la curiosidad, por el azar y, quizá, una función fundamental de nosotros como escritores es derramar aquello que leemos, recomendarlo para ampliar la circulación de esos libros", dijo Piñeiro.
El colombiano Tomás González (autor de `Manglares`, `Primero estaba el mar`) resaltó la variedad de modelos latinoamericanos que tuvo durante su formación.
"Y después pasó lo que pasó, la entidad latinoamericana se fragmentó, y esa fragmentación la estamos viviendo hoy. Nos ha alejado los unos de los otros, pero hay señales de un movimiento contrario. Vamos otra vez hacia la integración cultural".
Zambra ("Bonsai", "Formas de volver a casa") puso de relieve "esa cosa autónoma que tiene Buenos Aires -un referente para los chilenos-, que los demás países no tienen. El libro existe si sale en la Argentina. Tiene una cierta autonomía editorial, que nosotros no tenemos, a pesar de algunos sellos independientes".
A su vez, Guadalupe Nettel ("El Huésped") recordó su primer acceso a los libros a través de la literatura universal, aunque una tía anoréxica y muy lectora le leía a Borges. Luego llegó a Onetti, Quiroga, Bioy Casares.
Al opinar sobre el momento que vive hoy la literatura del continente, Nettel hizo hincapié en que "todavía es difícil acceder a muchos de nuestros autores".
Sin embargo, destacó "el trabajo de las editoriales pequeñas con muy buenos catálogos (El cuenco de Plata, Adriana Hidalgo, Interzona). En México está pasando ahora como los esfuerzos de `Sexto Piso` `Almadía`, que empiezan a distribuirse en otros países".
Para Nettel, este incipiente conocimiento tiene mucho que ver con "la impresión digital, ya no hay que hacer grandes tirajes para que valga la pena imprimir. Gracias al libro electrónico vamos a poder regresar a lo que verdaderamente importa que es el texto y esto no le saca el trabajo al editor. Esto va a ser posible si uno tiene la responsabilidad de ir a buscar los textos".
Mientras se desarrollaba este primer diálogo latinoamericano, el cubano Fernández Retamar ante un numeroso público que colmó la capacidad de la sala Alfonsina Storni presentaba una "Nueva Antología personal", con la participación de Mario Goloboff -autor del prólogo- Daniel Freidemberg y Alejandro Boverio.
0 comentarios:
Publicar un comentario