lunes, 30 de julio de 2012

República Democrática del Congo: la corrupción contra el periodismo.

Radio Nederland trabaja con corresponsales en todo el mundo. Algunos de esos periodistas ejercen sus funciones en países donde la libertad de expresión está severamente restringida. En la República Democrática del Congo no solamente son las autoridades las que presionan a los periodistas sino todo aquel que cree disponer de algún poder. Y los periodistas son un blanco apropiado para todos los que quieren llenar sus bolsillos.

Cuatro individuos nos rodean en un concurrido Mercado de Kinshasa, en la República Democrática del Congo. “Policía del mercado,” gritan. Intentan arrebatarnos la cámara. “Nosotros mandamos aquí, y ustedes no están autorizados para fotografiar”. Nos empujan, a mí y al fotógrafo con el que trabajo, hacia dentro de un contenedor. Miramos a nuestro alrededor. Es una oficina provisoria. El jefe del mercado está detrás de su escritorio. Su personal bloquea la salida. No hay forma de escapar.

Periodista en Peligro
El año pasado, la organización Journalist in Danger (JED) (Periodista en Peligro), afiliada a Reporteros Sin Fronteras, informó del asesinato de un periodista en la República Democrática del Congo, además de 42 arrestos, 57 casos de intimidación o agresión, 43 casos de censura o restricciones del flujo de información y 17 casos de presiones a medios informativos. JED hizo un llamado al gobierno para que se ponga fin a la permanente persecución contra los medios de comunicación. La tensión alcanzó su punto más álgido en la víspera de las últimas elecciones de noviembre.
Yo no estoy aquí para hacer reportajes políticos. Estamos para sacar fotos que ilustren los problemas económicos por los que pasan los congoleses. Los propietarios de los tenderetes están ocupados echando detergente en polvo, sal y azúcar en bolsas de plástico. Las cantidades son cada vez más pequeñas porque la gente cada vez puede permitirse menos. Incluso se puede comprar una cucharada de azúcar o media galleta si no se puede pagar por una entera.

Extorsión
Les mostramos a los hombres nuestra acreditación del Ministerio de Información y les explicamos que estamos autorizados a hacer nuestro trabajo. Ellos lo niegan. Este es su territorio, aquí las reglas son diferentes y tenemos que pagar. Ya hemos escuchado esa historia antes. A cualquier lado que vayamos primero tenemos que negociar con cualquiera que crea que tiene poder, o cualquiera que piense que puede sacarte algo de dinero. Estoy feliz de que hiciéramos el esfuerzo por tener una acreditación de prensa congolesa. Eso hace nuestra posición más fuerte. Cada vez hemos podido librarnos con la amenaza de que llamaremos a las autoridades estatales. Pero nos hace perder valioso tiempo y energía.
La situación me hace comprender que no se trata solamente de una supresión por parte de las autoridades “verdaderas” la que impide el flujo de información en la República Democrática del Congo y la forma como los periodistas pueden trabajar, sino también la latente corrupción enquistada en todos los segmentos de la sociedad. A pesar de que hay varios países africanos que están mucho peor cuando se trata de libertad de prensa, como Eritrea, Sudán y Somalia, la RDC es uno de los más corruptos. Si no pagas, no tendrás tu reportaje, no podrás ir a los lugares de la noticia, no podrás pasearte libremente por un barrio o hablar con una persona que quieras entrevistar.
Pero pagar es inaceptable. Yo prefiero seguir hablando y convencer a los extorsionadores de que no soy una persona tan fácil de timar. Yo no ceso hasta que hayan comprendido que va a tomar demasiado tiempo y energía conseguir lo que querían de mí de forma rápida. Yo trato de convencer a los entrevistados de que es importante que cuenten su historia y que yo, como periodista, no puedo pagar porque la gente dirá que me contaron cualquier mentira para tener el dinero. No es algo fácil de explicar, especialmente cuando estás trabajando áreas pobre donde han llegado periodistas dispuestos a pagar."

Truco periodístico
Pasa una hora y ya el calor se está haciendo sofocante dentro del contenedor del mercado de Kinshasa. Las “autoridades” del mercado siguen presionándonos para que les demos dinero. Estamos comenzando a desesperarnos un poco, solos ante la presión. Les decimos que les daremos lo que hemos grabado en lugar de pagarles. Usamos un viejo truco de periodismo reemplazando rápidamente las tarjetas de memoria. Lanzamos con un aire dramático una tarjeta vacía en el escritorio con una expresión de frustración por haber tenido que hacerlo. Pero, por supuesto, no es eso lo que quieren. Ellos no están “protegiendo” el mercado sino sus propios bolsillos. Y lo grabado en la tarjeta de memoria no es suficiente.
Saco mi teléfono celular del bolsillo y marco un número. Hablo en holandés con una línea que no responde. “¿Con quién está hablando?” “Con la embajada holandesa para que nos ayude en esto”. Sus caras enrojecen. Me dicen que cuelgue y nos empujan fuera del contenedor hacia el mercado. Nos acompañan a abandonarlo. Nos alejamos de los tenderetes con la historia en nuestra maleta.
La próxima es una visita al estadio deportivo donde se llevó a cabo el histórico combate de boxeo “Rumble in the Jungle”, en 1974 entre George Foreman y Muhammad Ali. Nos detienen en la puerta. “Su acreditación no vale. Necesita una acreditación del estadio, dice el hombre de la puerta. Eso cuesta dinero”. Entramos y comienza el mismo teatro de nuevo.
Fuente: Radio Nederland.

0 comentarios: