lunes, 23 de julio de 2012

A propósito de la Ley de Comunicación en Ecuador: aportes a una reflexión necesaria.

por Nelsy Lizarazo

Después de tres meses en el “congelador”, tras el intento de primera votación de la ley, el presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Cordero, convocó de nuevo. En una situación confusa y con aplausos por parte de quienes se oponen a la ley, tampoco fue posible la votación. Coyuntura oportuna para entregar algunos elementos a la reflexión.

Pressenza, Quito, Ecuador. 
. Historia mínima
La reflexión y el debate en torno a la comunicación en América Latina y Caribe no es un debate nuevo. En rigor, este continente cuenta con un acumulado de pensamiento y experiencia diversa en torno a la comunicación reconocido ampliamente en otros continentes. Lo que sí resulta nuevo, sin lugar a dudas, son los modos distintos en los que gobiernos como el del Economista Rafael Correa han planteado su relación con las empresas mediáticas y la respuesta de estas en ese nuevo escenario. Este nuevo tipo de relación es objeto de reflexión y debate en múltiples espacios. Estas reflexiones intentan entregar elementos a este debate que, de fondo, pone en evidencia y en muchas ocasiones también en cuestión un poder hasta hace poco incuestionado: el poder mediático.
Uno de los ejes del debate en estos nuevos “modos” de la relación tiene que ver con su nivel de conflictividad. De hecho, estas reflexiones obeceden a mi participación en un foro que llevaba justamente ese título: “Las relaciones conflictivas entre gobiernos populares y medios de comunicación”.

. Disección breve
El enunciado en sí mismo es ya sugerente y una breve “disección” se hace inevitable.
− Afirma que hay relaciones conflictivas entre dos actores centrales del poder: gobierno y medios. No con mucha frecuencia hemos visto que estos dos actores se confronten. Al contrario, hemos estado acostumbrados a que se lleven de maravilla. Sin embargo, no nos extrañaba que se llevaran bien, parecía natural e incuestionable. Ahora, al menos, las opiniones se dividen. A unos les preocupa que haya confrontación y otros comienzan a preocuparse de que no la haya.
− Califica a los gobiernos que están en uno de los dos lados de la relación como populares.Así que, sin entrar en profundidades teóricas y observando en qué lugares del continente se están dando esas relaciones conflictivas, tendríamos que concluir que son gobiernos populares los de Fernández, Morales, Chávez o Correa. Cabe preguntarse, por qué los demás gobiernos no tienen relaciones conflictivas con los medios? Qué tipo de relaciones tienen?
− No califica a los medios de comunicación. Debería entenderse entonces que, cuando nos referimos a ellos contamos solamente con un objeto de referencia que, a juzgar por las “relaciones conflictivas”, son los medios de comunicación del sector privado, con fines de lucro, es decir, las empresas mediáticas.
La caracterización es importante también para este actor. Si los gobiernos a los que se alude se caracterizan como populares, los medios con los que están en conflicto deberán caracterizarse como las empresas que son. De este modo se aclararía mejor el origen del conflicto.
− Otro enunciado posible, que daría lugar a un develamiento más complejo aún sería: “las relaciones conflictivas entre los gobiernos no-populares y los medios de comunicación comunitarios”. Admitiría una disección similar pero en sentido contrario (y no es un juego de palabras). Honduras y México son apenas dos ejemplos con consecuencias sobre la vida misma de los periodistas y comunicador@s.
Así, estas “novedosas” relaciones contribuyen a transparentar realidades existentes y al hacerlo, nos ayudan también a transparentar el mundo y, como diría Boaventura de Souza, un mundo más transparente, nos ayuda a pensar mejor.

. Desafíos urgentes
En medio de escenarios donde lo arriba mencionado es apenas un elemento, se implementan o se debaten nuevos marcos normativos para la comunicación. Va ganando terreno una tendencia democratizadora en el campo de la comunicación. Sin embargo, avanzar en esa tendencia en escenarios tan complejos, presenta al menos un par de desafíos urgentes.
− Politizar el debate en torno al derecho a la comunicación, superando los límites del debate en torno a la libertad de prensa. Con politizar quiero decir poner este debate en su lugar: el lugar del poder. Estamos tocando dos campos de poder determinantes en la construcción de las democracias y un desafío es hacerlo explícito, transparentarlo y debatir desde esos lugares de poder dimensionando el alcance que este debate tiene para la profundización de las democracias en nuestro continente.
− Los nuevos marcos normativos tocan intereses que pensábamos intocables: la redistribución del espacio radioeléctrico, de manera igualitaria y en condiciones igualitarias en tres sectores, es, metafóricamente, la redistribución de la tierra en el campo o de la riqueza en estas sociedades con desigualdades tan terribles. Redistribuir significa, necesariamente, desconcentrar. Por lo tanto, quienes tienen concentradas las frecuencias, tendrán que entregar. Es ineludible. Es la única forma en la que otr@s pueden acceder al mismo derecho. Este es un desafío no menor y tal vez el más conflictivo. Sin embargo, no es el argumento que se esgrime públicamente desde l@s opositor@s a las nuevas leyes de comunicación.

Alternativas necesarias
La democratización de la comunicación en América Latina y Caribe, uno de cuyos pasos es sin duda la lucha por nuevos marcos normativos y por políticas públicas que garanticen su concreción, será muy difícil si no se profundizan al menos tres alternativas necesarias.
− La clara y determinante voluntad de los actores en el poder político para dar las luchas que necesariamente traen consigo los nuevos marcos normativos. Se trata, como hemos dicho arriba, de redistribuir poder. Eso sin duda, significa disputa y sin voluntad clara de los actores en el poder político, es prácticamente imposible.
− La comprensión cada vez más amplia por parte de sectores sociales diversos, organizaciones y movimientos y también del ciudadan@ no organizado de la centralidad del ejercicio efectivo del derecho a la comunicación y la libertad de expresión de tod@s. No son derechos de quienes hacemos comunicación ni periodismo, son derechos de tod@s
− La apuesta clara y frontal por lo que podríamos llamar una "ecología de medios": cada uno distinto, cada uno desde su lugar , con sus opciones y su función, ocupando los espacios que le corresponden, con equidad y justicia, cada uno haciendo lo suyo pero todos haciendo lo que finalmente haciendo una sola cosa: aportando decididamente a las democracias que nuestra gente y nosotros mismos, gente también, nos merecemos.

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