por Nelsy Lizarazo
Hace seis semanas, en Río de Janeiro y casi como metáfora del momento
histórico que atravesamos, tuvieron lugar la Cumbre Oficial Río + 20 y
la Cumbre de los Pueblos. La declaración final construida colectivamente
en la Cumbre de los Pueblos, merece una lectura en clave de nueva
sensibilidad. Merece varias. Esta es apenas un primer acercamiento, un
acercamiento valorador.
Pressenza, Río de Janeiro. A modo de entrada.
La Cumbre de los Pueblos se llevó adelante entre el 15 y el 22 de
junio. Al tiempo que se llevaba adelante la Cumbre Oficial y a veinte
años de la denominada Cumbre de la Tierra, cientos de movimientos,
organizaciones e instituciones diversas, llevaron adelante talleres,
seminarios, paneles, presentación de experiencias, diálogos, asambleas y
movilizaciones.
Bajo el lema “Por una justicia social y ambiental, en defensa de los
bienes comunes y contra la mercantilización de la vida”, el sentido de
la Cumbre de los Pueblos quedó establecido. Lo que se busca: justicia
social y ambiental; lo que se quiere: la defensa de los bienes comunes; y
también lo que no se quiere: la mercantilización de la vida.
Tuve el privilegio de estar allí, de observar, percibir, conversar,
entrevistar, debatir y, a diferencia de posiciones hipercríticas y
también escépticas, afirmo que la Cumbre de los Pueblos ha sido un
momento importante de convergencia de la diversidad desde los pueblos,
con un fuerte protagonismo y liderazgo de las mujeres y con una muy
impresionante participación activa, reflexiva y propositiva de los
jóvenes, hombres y mujeres.
El documento final refleja de modo sintético e inteligente lo que
allí se vivió. Evidentemente, no puede contenerlo. Por oposición al
documento oficial, denominado, no sin cierta prepotencia, “El futuro que
queremos”, este es un documento que recupera al conjunto diverso que
se expresó en la Cumbre. Es, ya en si mismo, una señal de la presencia
de una nueva sensibilidad que va tomando fuerza en medio de las
tensiones y contradicciones, también presentes en este amplio proceso
social que, claramente, avanza.
Atisbos y reflejos de la nueva sensibilidad
La conciencia de ser “sujetos de otra relación entre humanos y
humanas” , una de las primeras afirmaciones de la declaración, marca la
posibilidad de un emplazamiento distinto, situado en las personas y las
relaciones entre ellas, asumidas como humanos y humanas. No parece
menor que en un documento político, que busca reflejar acuerdos que
marquen camino al quehacer de organizaciones y movimientos, se parta por
la afirmación de nuestra condición de humanos Y humanas y por la
certeza de que ya hoy, necesariamente, nos encontramos en otra relación.
Sin duda, un atisbo de nueva sensibilidad.
La contundencia con la que se marca al sistema, no solamente en su
definición económica, es decir, capitalista sino también al sistema
asociado a elementos ideológicos y simbólicos claves que lo sostienen,
como el patriarcado, la homofobia, el racismo (no por casualidad, todos
ellos expresiones claras de discriminación y violencia) y la denuncia
explícita a las corporaciones y su avance sistemático sobre los Estados,
los gobiernos, la naturaleza, las personas a través de la
militarización, la violación sistemática de los derechos humanos, la
desterritorialización de pueblos enteros, como estrategias de avance. A
mi modo de ver, tampoco es de menor importancia que, en un escenario con
tan diversos actores, debates, agendas, motivaciones e intereses, el
nivel de debate y análisis haya permitido enunciar con claridad y
simpleza tanto la raíz de la situación, como la estrategia mayor del
sistema para sobrevivir, en esta fase de recomposición. Sin duda, un
reflejo de nueva sensibilidad.
La convergencia de la diversidad se marca como la mejor y mayor
estrategia para la construcción de alternativas. De hecho, la Cumbre es
definida como un momento simbólico en un nuevo ciclo del proceso de las
luchas globales, y la convergencia de movimientos muy diversos (mujeres,
jóvenes, indígenas, negros, campesinos, sindicalistas, comunidades
urbanas de base, religiones y espiritualidades), es valorada como la
mayor riqueza en este momento histórico, asociada, además, a la riqueza y
diversidad de la naturaleza. De este modo, se sigue cerrando la puerta
de las agendas sectoriales y los liderazgos exclusivos, que han traido
consigo tantas dificultades y retrocesos al movimiento social. Y el
camino de la organización múltiple, diversa, horizontal, complementaria,
parece allanarse. Sin duda, atisbo y reflejo de una nueva sensibilidad.
Final abierto
Es claro que no se agota aquí la posibilidad de análisis de esta
Declaración Final de la Cumbre de los Pueblos, en clave de nueva
sensibilidad. También es claro que el mismo documento, desde la misma
clave, podría valorarse de otros modos. Y, por supuesto, es claro que el
otro documento, el de la Cumbre Oficial, con su más de doscientos
párrafos y su lenguaje políticamente “correcto” y, por lo tanto poco
comprometido, debe ser analizado para encontrar allí atisbos y reflejos
de los elementos que seguramente operarán en contra del avance de estas y
otras expresiones de la nueva sensibilidad. Pero no era ese el objetivo
de este escrito.
Este escrito solamente buscaba llamar nuestra atención, como
humanistas, a los múltiples procesos que se están dando en este y otros
continentes. Entusiasmarnos a nosotros, como humanistas, a insertarnos
en estos procesos y entregar lo que tenemos en la perspectiva de que,
aquellos procesos que se están gestando en clave totalmente
transformadora se reconozcan y se comprometan con esta nueva
sensibilidad que abre futuro y en la que nosotros, como humanistas, nos
reconocemos y queremos comprometernos.
miércoles, 1 de agosto de 2012
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