miércoles, 1 de agosto de 2012

Nueva sensibilidad: atisbos y reflejos en la Declaración de la Cumbre de los Pueblos.

por Nelsy Lizarazo

Hace seis semanas, en Río de Janeiro y casi como metáfora del momento histórico que atravesamos, tuvieron lugar la Cumbre Oficial Río + 20 y la Cumbre de los Pueblos. La declaración final construida colectivamente en la Cumbre de los Pueblos, merece una lectura en clave de nueva sensibilidad. Merece varias. Esta es apenas un primer acercamiento, un acercamiento valorador.

Pressenza, Río de Janeiro. A modo de entrada.
La Cumbre de los Pueblos se llevó adelante entre el 15 y el 22 de junio. Al tiempo que se llevaba adelante la Cumbre Oficial y a veinte años de la denominada Cumbre de la Tierra, cientos de movimientos, organizaciones e instituciones diversas, llevaron adelante talleres, seminarios, paneles, presentación de experiencias, diálogos, asambleas y movilizaciones.
Bajo el lema “Por una justicia social y ambiental, en defensa de los bienes comunes y contra la mercantilización de la vida”, el sentido de la Cumbre de los Pueblos quedó establecido. Lo que se busca: justicia social y ambiental; lo que se quiere: la defensa de los bienes comunes; y también lo que no se quiere: la mercantilización de la vida.
Tuve el privilegio de estar allí, de observar, percibir, conversar, entrevistar, debatir y, a diferencia de posiciones hipercríticas y también escépticas, afirmo que la Cumbre de los Pueblos ha sido un momento importante de convergencia de la diversidad desde los pueblos, con un fuerte protagonismo y liderazgo de las mujeres y con una muy impresionante participación activa, reflexiva y propositiva de los jóvenes, hombres y mujeres.
El documento final refleja de modo sintético e inteligente lo que allí se vivió. Evidentemente, no puede contenerlo. Por oposición al documento oficial, denominado, no sin cierta prepotencia, “El futuro que queremos”, este es un documento que recupera al conjunto diverso que se expresó en la Cumbre. Es, ya en si mismo, una señal de la presencia de una nueva sensibilidad que va tomando fuerza en medio de las tensiones y contradicciones, también presentes en este amplio proceso social que, claramente, avanza.
Atisbos y reflejos de la nueva sensibilidad
La conciencia de ser “sujetos de otra relación entre humanos y humanas” , una de las primeras afirmaciones de la declaración, marca la posibilidad de un emplazamiento distinto, situado en las personas y las relaciones entre ellas, asumidas como humanos y humanas. No parece menor que en un documento político, que busca reflejar acuerdos que marquen camino al quehacer de organizaciones y movimientos, se parta por la afirmación de nuestra condición de humanos Y humanas y por la certeza de que ya hoy, necesariamente, nos encontramos en otra relación. Sin duda, un atisbo de nueva sensibilidad.
La contundencia con la que se marca al sistema, no solamente en su definición económica, es decir, capitalista sino también al sistema asociado a elementos ideológicos y simbólicos claves que lo sostienen, como el patriarcado, la homofobia, el racismo (no por casualidad, todos ellos expresiones claras de discriminación y violencia) y la denuncia explícita a las corporaciones y su avance sistemático sobre los Estados, los gobiernos, la naturaleza, las personas a través de la militarización, la violación sistemática de los derechos humanos, la desterritorialización de pueblos enteros, como estrategias de avance. A mi modo de ver, tampoco es de menor importancia que, en un escenario con tan diversos actores, debates, agendas, motivaciones e intereses, el nivel de debate y análisis haya permitido enunciar con claridad y simpleza tanto la raíz de la situación, como la estrategia mayor del sistema para sobrevivir, en esta fase de recomposición. Sin duda, un reflejo de nueva sensibilidad.
La convergencia de la diversidad se marca como la mejor y mayor estrategia para la construcción de alternativas. De hecho, la Cumbre es definida como un momento simbólico en un nuevo ciclo del proceso de las luchas globales, y la convergencia de movimientos muy diversos (mujeres, jóvenes, indígenas, negros, campesinos, sindicalistas, comunidades urbanas de base, religiones y espiritualidades), es valorada como la mayor riqueza en este momento histórico, asociada, además, a la riqueza y diversidad de la naturaleza. De este modo, se sigue cerrando la puerta de las agendas sectoriales y los liderazgos exclusivos, que han traido consigo tantas dificultades y retrocesos al movimiento social. Y el camino de la organización múltiple, diversa, horizontal, complementaria, parece allanarse. Sin duda, atisbo y reflejo de una nueva sensibilidad.
Final abierto
Es claro que no se agota aquí la posibilidad de análisis de esta Declaración Final de la Cumbre de los Pueblos, en clave de nueva sensibilidad. También es claro que el mismo documento, desde la misma clave, podría valorarse de otros modos. Y, por supuesto, es claro que el otro documento, el de la Cumbre Oficial, con su más de doscientos párrafos y su lenguaje políticamente “correcto” y, por lo tanto poco comprometido, debe ser analizado para encontrar allí atisbos y reflejos de los elementos que seguramente operarán en contra del avance de estas y otras expresiones de la nueva sensibilidad. Pero no era ese el objetivo de este escrito.
Este escrito solamente buscaba llamar nuestra atención, como humanistas, a los múltiples procesos que se están dando en este y otros continentes. Entusiasmarnos a nosotros, como humanistas, a insertarnos en estos procesos y entregar lo que tenemos en la perspectiva de que, aquellos procesos que se están gestando en clave totalmente transformadora se reconozcan y se comprometan con esta nueva sensibilidad que abre futuro y en la que nosotros, como humanistas, nos reconocemos y queremos comprometernos.

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