por Iván Novotny
Al mismo tiempo que en Latinoamérica se refuerzan los lazos entre los
países, en Europa los Estados Nacionales pierden poder frente a la
banca. Ya casi ni el rol de intermediario entre los organismos
financieros internacionales y los bancos le quedó al poder político
europeo. Mientras tanto, en América del Sur se consolidan los procesos
políticos populares.
Pressenza, Buenos Aires. Con el ingreso de Venezuela al Mercosur se concreta un paso más en la
integración regional. Luego del Golpe de Estado institucional en
Paraguay, ideado por el mismo Parlamento que se opuso al ingreso del
país de Hugo Chávez a la alianza, ahora los presidentes Dilma Rousseff
de Brasil, José “Pepe” Mujica de Uruguay y Cristina Fernández de
Argentina aprobaron la integración al bloque de la República Bolivariana
de Venezuela.
No se trata de un socio menor, ya que de la mano de Chávez se han
consolidado los gobiernos populares en Latinoamérica durante la última
década. El bolivariano fue quien, por ejemplo, respaldó a Néstor
Kirchner en 2005 para que Argentina cancelara la deuda con el FMI y de
ese modo el país se liberara de las presiones del organismo. Asimismo,
en Bolivia Evo Morales no habría podido consolidar las importantes
transformaciones políticas, sociales y económicas que lleva adelante -al
igual que Rafael Correa en Ecuador- sin el respaldo de la Venezuela de
Hugo Chávez.
Al mismo tiempo que en Latinoamérica se refuerzan los lazos entre los
países, en Europa los Estados Nacionales pierden poder frente a la
banca. Ya casi ni el rol de intermediario entre los organismos
financieros internacionales y los bancos le quedó al poder político
europeo. Mientras tanto, en América del Sur se consolidan los procesos
políticos populares, junto con medidas de avanzada como la
nacionalización de sus hidrocarburos en distintos países, que de seguir
en este camino, la región se iría convirtiendo en un modelo de
integración bajo un signo progresista y verdaderamente democrático.
Se trató entonces de un día histórico para el Mercosur. Ahora el
desafío es consolidar una real integración de los pueblos, un entramado
diverso pero convergente en lo social y en lo cultural. No una
integración financiero-económica de los mercados y la banca como la que
hoy destruye a Europa y arrasó nuestra Latinoamérica en los neoliberales
90´. Sino una integración que apunte a mejorar las condiciones de vida
de los pueblos, que reconozca el aporte cultural, material y espiritual
de cada nación en un proceso de regionalización. Esos serán los signos
de una integración con una dirección humanista, con el ideal de la
Nación Humana Universal como horizonte final.
miércoles, 1 de agosto de 2012
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