Justicia consuetudinaria o para las mujeres indígenas: ¿complementarias o contrasentido?
Este es uno de los principales escollos con los que se enfrentan las
mujeres indígenas de Ecuador, Chile y Colombia cuando se sientan a
analizar qué grado de justicia proveen sus sistemas consuetudinarios, la
llamada justicia indígena.
Por Blanca Diego, de Periodismo Humano
Pressenza, Quito, Ecuador. Se preguntan si esta justicia de usos y costumbres "sirve” para todas
las mujeres o si el conjunto de leyes y normas que la rigen garantiza
sus derechos fundamentales para las mujeres, como el derecho a una vida
libre de violencia y a decidir sobre el propio cuerpo y sobre la propia
vida sin necesidad de un tutor.
¿Es el derecho a la libertad y la autonomía del individuo, consagrado
en convenciones y tratados, complementario con la ley indígena cuando
ésta antepone la defensa de valores colectivos? ¿Hay diferencias entre
países? Es decir, ¿el sistema de justicia consuetudinario es monolítico y
siempre antepone los derechos colectivos a los individuales o es
flexible y depende de cada pueblo o nacionalidad?
Son más las preguntas y los desafíos que las respuestas y las
certezas. Se trata de un campo sin abonar y la discusión apenas
comienza. En América Latina, donde nace la preocupación por el tema, la
Corporación regional, feminista, Humanas, ha impulsado el debate a
través de la elaboración de un manual que lleva por título:Manual de
Incidencia en derechos humanos de mujeres, con especial énfasis en
mujeres indígenas.
Para llegar a la versión final del manual, la Corporación Humanas
Ecuador, invitó a un grupo de mujeres indígenas de Colombia, Chile y
Ecuador a revisar dicho manual y a mejorarlo. Si algo quedó claro en el
taller, que estuvo a cargo de la experta costarricense en derechos
humanos y justicia de género, Roxana Arroyo, es que las preguntas son
inagotables, los límites extremadamente finos y el debate pertinente y
comprometedor, además de apasionante.
La mirada intencionada
Aymaras, rapanui, mapuches, quichuas, shuar, nasas y wayúu… Al
interior de cada una de estas nacionalidades hay voces, las de las
mujeres, que cuestionan la infalibilidad de la justicia indígena frente a
aquellas prácticas "culturales ancestrales” que, objetivamente, son
dañinas para niñas y mujeres: ablación, encierro durante seis meses o
"cesión de la niña” para casamiento.
El afán de estas pioneras del debate no es la crítica ciega o el
rechazo en bloque hacia la justicia que rige sus propios pueblos sino la
necesidad de concretar y dar vida a la complementariedad entre los
derechos colectivos y los derechos de las mujeres. El peligro existe: si
no se llega a un entendimiento, se continuará obligando a las mujeres
indígenas a vivir en un dilema permanente y a tener que hacer elecciones
dolorosas entre su identidad indígena y su identidad de género. Un
ejemplo: ¿Cuáles podrían ser los puntos de intersección entre el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo -que garantiza
los derechos colectivos- y la Convención sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)?
La Corporación regionalHumanasdefiende la necesidad de una mirada
nueva sobre el Convenio 169 para situar mejor al sujeto colectivo desde
las mujeres. En el fondo de la cuestión, está el axioma de que lo
individual y lo colectivo no son antagónicos sino complementarios. Y
entonces Humanas preguntaba: ¿Cómo hacer una lectura de los derechos
humanos en clave de complementariedad e intersección y no de
antagonismo? En una visión del mundo desde la colectividad y lo
colectivo ¿cuán perjudicadas salen las mujeres indígenas?
Complementariedad frente a incesto, cesión o ablación Las aludidas
responden exponiendo dilemas concretos y cotidianos de sus respectivas
nacionalidades. La diversidad de los pueblos queda plasmada tanto como
las discriminaciones comunes. Sobre prácticas ancestrales en su pueblo,
la representante del pueblo nasa, de Colombia, dice: "me preocupa el
tema delincesto o la violencia sexual porque son temas tabú que no
hablamos las mujerespara no atacar a nuestro pueblo (…) Existe el
concepto de complementariedad entre el hombre y la mujer pero es una
utopía. En la realidad sigue habiendo incesto y violencia, y esta es mi
preocupación”. Desde la Isla de Pascua, la representante delpueblo
rapanuiexplica la ley del año 64 que rige en la Isla pero no en el resto
de Chile, "es una ley obsoleta para casos como laviolación o agresión
sexual porque las penas son ridículas. Las revisiones sólo han dado paso
a múltiples interpretaciones. Esto tiene un efecto negativo, enorme en
las mujeres”. El contexto en Chile es particularmente grave pues la
Constitución ni siquiera define a Chile como un estado multicultural o
plurinacional; en consecuencia, el poder judicial no reconoce las
diferentes culturas y criminaliza las prácticas ancestrales. "Las
mujeres son discriminadas por ser mujer, pobre e indígena”.
Mientras queen Ecuador y en Colombia cuando una mujer indígena acude a
la justicia ordinaria y no a la consuetudinaria corre el riesgo de ser
mal vistapor su comunidad. La expulsión de la comunidad de origen es un
castigo de enormes consecuencias para la vida de un hombre o de una
mujer, sea cual sea su edad. Cuestionar las tradiciones, la cosmovisión y
las prácticas ancestrales del pueblo propio puede derivar en el rechazo
unánime del colectivo.
De esto saben mucho las mujeres que desde hace años buscan esa
complementariedad que otros les niegan pero que ellas defienden como la
única forma de pervivencia. Marcharse o colocarse en el límite de ser
expulsada es un paso que no se da a la ligera. Por ejemplo, ¿Qué puede
pasar si las mujeres aymaras de Chile deciden no ceder en su lucha por
evitar que sus hijas, de no más de 10 años, sean "cedidas” en
matrimonio? ¿O si en Colombia, las mujeres indígenas se oponen
frontalmente a la práctica de la ablación?
La mestiza tiene más posibilidades de sobrevivir
Si las tensiones en el centro mismo de una cosmovisión particular son
patentes, más lo son las originadas cuando se ponen frente a frente las
percepciones más propias de las culturas de Occidente y las de los
diversos pueblos originarios. "La mestiza tiene más posibilidades de
sobrevivir, para la indígena la expulsión de la comunidad puede ser
fatal”, dicho durante el taller por una bogotana.
El reto es buscar la manera de mejorar ambas jurisdicciones, la de
usos y costumbres y la ordinaria, porque es la única forma de no llevar
al límite a una mujer indígena que no desea desprenderse de sus raíces.
Por ejemplo, ¿tiene sentido hablar de igualdad y de no discriminación en
la cosmovisión indígena? ¿Hay cabida para estos conceptos en las
culturas originarias?
Quedan muchas otras cuestiones y desafíos por delante, por ejemplo la
participación política de las mujeres indígenas al interior de sus
propios pueblos. La representante del pueblo wayúu lo expresa claramente
y en primera persona: "Yo tengo posición política en mi comunidad pero
he de enfrentar aún a mi tío materno al que no puedo pasar por encima,
porque él es el representante político de mi familia. Yo culturalmente
jamás podré traspasarle.La voz y la decisión pública y política siguen
en manos del hombreaunque las mujeres digamos lo que se debe hacer. Pero
debemos seguir la discusión porque seguimos pensando en estas
tensiones, y eso a pesar de que yo quiero mantener mi identidad indígena
wayúu. Las propias multinacionales me pasan por encima, por ser mujer”.
¿Es suficiente una legislación de y para los pueblos indígenas si hay
mujeres indígenas que no se sienten reflejadas? ¿Tiene sentido seguir
hablando de la universalidad de los derechos humanos, cuando se trata de
un concepto construido desde el hombre blanco? Y una última duda varias
veces planteada: ¿Qué puede ser considerado hoy en día originario dadas
las transformaciones sociales, económicas, idiomáticas, culturales…
provocadas o impuestas a lo largo de los siglos?
Para las mujeres indígenas y mestizas reunidas en Quito, en torno al
debate justicia consuetudinaria y justicia para las mujeres indígenas
-que aún está en pañales y del que la Corporación Humanas es pionera- lo
importante, en estos momentos, es hacerse las preguntas adecuadas y
seguir reflexionando sobre los cambios que las propias mujeres indígenas
quieren provocar.
Fuente: Adital
miércoles, 15 de agosto de 2012
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