jueves, 30 de junio de 2011

FINANCIAL WATCH COMBATIRÁ LA ESPECULACIÓN.


por Mariano Quiroga

La organización no gubernamental Financial Watch ha sido creada para denunciar las prácticas de las instituciones financieras. Lanzada en 2010 por iniciativa de 22 eurodiputados será oficializada el 30 de junio venidero. Cuenta con el apadrinamiento del filósofo Jürgen Habermas y en su seno también se incluirán a Attac, Oxfam y Transparency International entre otros.

Pressenza, Bruselas. Su funcionamiento es todavía un misterio, aunque su propósito es influenciar los textos parlamentarios y ejercer una suerte de contrapoder de los grandes capitales. Combatir los paraísos fiscales y las primas exorbitantes que cobran los operadores de bolsa y los directivos de las grandes corporaciones financieras.
Ex directores de la Bolsa, gestores de fondos y banqueros se han puesto a disposición de esta ONG, financiada por la Comisión Europea con un millón de euros. A partir de septiembre FW será escuchada en Bruselas para discutir los textos creados por los parlamentarios. Podrán así desmontar las ingenierías especulativas y esclarecer los efectos adversos de las políticas económicas.
Está por verse el peso que podrá serle otorgada a esta institución o si sus informes serán políticamente incorrectos. Lo cierto es que ante tanta desmesura de los capitales y del erguimiento del Dios Mercado, toda voz disonante es bienvenida. Cristina Fernández, presidente de la Argentina, se sentirá menos sola cuando arremeta en las reuniones del G20 contra las políticas de austeridad y vaciamiento de los estados europeos.
Y, sin duda, Grecia, Irlanda, Italia, España y Portugal podrán esbozar una sonrisa, ilusionándose con que los informes de Financial Watch muestren al gran público y a la Comisión Europea que las propuestas de Salvataje son una sentencia de muerte para la autonomía de estos países y que generarán deudas a tres o cuatro generaciones de “salvados”. Beneficiando a los grandes bancos alemanes y franceses y de paso dar entrada a las grandes transnacionales para comprar a precios de saldo las infraestructuras del Estado, conformando una clientela cautiva que dará unos beneficios astronómicos a estas empresas monopólicas.

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