lunes, 15 de junio de 2009

¡Ha llegado la hora!

Montserrat Ponsa i Tarrés, periodista y miembro de la Fundación Cultura de Paz, da testimonio en este artículo de las razones que le llevan a participar en la 1ª Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.

Pressenza, Cataluña. Recientemente se ha presentado la 1 ª Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, que se iniciará en Nueva Zelanda el 2 de octubre y finalizará en Punta de Vacas, Argentina, el 2 de enero de 2010.
Formaré parte del equipo base, de unas cincuenta de personas que hará todo el recorrido de 160 mil Km. atravesando seis continentes, visitando un centenar de ciudades, entre ellas Barcelona, donde llegaremos el viernes 13 de noviembre.
Cuando hablo, muchos me preguntan con ironía, ¿servirá para algo? Yo digo que Sí, y que pese a que la Paz no es un artículo que tenga mucha demanda, el solo hecho de romper el silencio ya es importante.
¿Imagináis lo que supondrá caminar juntos gente de cinco continentes, blancos, negros, amarillos, jóvenes y menos jóvenes, de pensamiento distinto, de cultura e ideas diferentes, clamando a una sola voz por la Paz, y para decir NO a todo tipo de violencia? Nuestro mundo se encuentra en un momento de decadencia, un final de etapa, por lo tanto, juntos, debemos decidir qué futuro queremos y dibujarlo.
La Marcha servirá para que los violentos se den cuenta, que todos nosotros -con mayúsculas-, tenemos voz, nombre y apellido, que somos de tal o cual país, que nuestra preocupación es el futuro del ser humano, no de la economía, ni del dominio, ni del vasallaje. Que decimos: ¡No más muertos de hambre, basta de violencia sea del orden que sea, basta de bombas!. Como canta Raimon, “para la vida se ha hecho el hombre, no para la muerte se ha hecho”.
Los violentos se verán obligados a pensar, se darán cuenta de que no pueden actuar a su capricho porque los estamos acorralando, y, como somos muchos, y aún seremos más, les pediremos cuentas de lo que hacen y no tienen que hacer, es decir, someter a la penuria y al terror mediante guerras fratricidas, algunas en nombre de Dios, otras en nombre del capital, otras en nombre del terrorismo, incluso, algunas, en nombre del futuro...
Será una Marcha para reclamar la dignidad de todos. Porque, Paz, no significa sólo ausencia de guerra. Paz supone vivir con serenidad, con derechos y deberes para todos los ciudadanos. Que nadie tenga que irse de su país para ganar algo con lo que acallar el hambre de los suyos. Que todos los seres humanos tengan acceso a la educación, a la sanidad, a un hogar, a desarrollar sus aptitudes, a tener un sueldo que cubra sus necesidades. Para que la gente mayor, aquélla que después de trabajar toda la vida, cuando deje de producir, tenga lo necesario para hacer frente a sus necesidades y, sobre todo, no quede en el abandono. Paz equivale a libertad de opinión. Nadie puede imponer su pensamiento sobre el de los otros, paz es pues respeto, consideración hacia el otro sea quien sea, piense lo que piense... ¡ Basta ya de pensamiento único! Paz es también rigor para los que, de forma democrática, hemos escogido para dirigir el futuro de nuestros pueblos, de los diferentes países, del mundo, los que mandan, deban escuchar la voz de los sin voz, aquellos que hasta ahora no han sido capaces de hacerse oír, por miedo.
No queremos la Paz del rebaño ni la del cementerio. La del rebaño para que un pastor y un perro les obliguen a seguir en silencio, la del cementerio porque supone que la vida ha dejado de existir. Queremos la Paz del respeto, del amor, de la equidad. De respetar y ser respetados porque se ha acabado el tiempo de la esclavitud. No aceptamos guerras para hacerse con el dominio del mundo y de las riquezas que guardan sus entrañas. Tampoco que algunos países se enriquezcan con la venta de armas. No es válido el razonamiento de que dejarán a mucha gente sin trabajo. ¿Alguien se lo puede creer? No queremos que las guerras sean el único recurso para llegar a acuerdos. Juntos, a una sola voz, pugnaremos por el desarme, por el diálogo, por la negociación.
Exigimos que la palabra, ese don maravilloso del que gozamos los humanos, se convierta en la más sutil de las armas. Única, en exclusiva. Éste será nuestro gran triunfo.
La marcha está ya en camino, es hora de adherirse, para que los que formaremos parte del equipo podamos decir que representamos a millones de ciudadanos del mundo, personas que quieren lo mismo que nosotros, vivir en paz y dignidad cerca de nuestros seres queridos.
No dejemos pasar la ocasión para manifestar nuestro rechazo a la guerra, exigir el desarme. No olvidemos que juntos podemos hacer mucha fuerza. Como afirma Federico Mayor Zaragoza, ¡ha llegado la hora! ¡Podemos!.

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