sábado, 5 de febrero de 2011

UBUNTU: EL HUMANISMO AFRICANO.


“Si ganan todos, ganas tú”. Esa es la filosofía de este concepto presente en todo el continente africano, que fue vital en la pacificación de Suráfrica después del apartheid. “Es amar a los demás”, asegura Silvia, una trabajadora doméstica xhosa, cuando se le pregunta qué es ubuntu. “Es la unidad de África”, afirma vacilante Louis, una camarera de Johannesburgo.

Pressenza, Johannesburgo. “Paz”, abrevia Eddie al volante de su taxi. Seguramente cada africano tendrá su versión de lo que significa Ubuntu, un concepto común a lo largo de las diferentes –y muy diversas– culturas africanas, aunque cambie de nombre. Si bien en Suráfrica se conoce así, en shona –la principal lengua de Zimbabwe– se le llama unhu, en Tanzania, ujamaa, y obuntu, en Uganda, por poner sólo unos ejemplos.
Pero, ¿qué significa exactamente? Hay que reconocer que éste es un concepto vago y difícil de definir en las lenguas europeas –algo que pasa a menudo en culturas tan distintas a las nuestras como son las africanas–, aunque normalmente se traduce como: “Una persona es una persona sólo a través de las otras personas”. Desmond Tutu, el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo y Premio Nobel de la Paz, da una descripción más extensa: “Una persona con ubuntu está abierta y disponible para los otros, se afirma en los otros y no se siente amenazada por las capacidades ajenas porque tiene la seguridad de que el progreso ajeno es en beneficio de la totalidad, que se incrementa, y que se reduce cuando el otro es torturado u oprimido”. O sea, que por nosotros mismos, sin la comunidad, no somos nada. “En un entorno que a menudo puede ser muy hostil –como pasa en muchas partes de África, con animales salvajes, enfermedades como la malaria, etc.– una persona sola está perdida. Para sobrevivir, para alimentarse, guarecerse y sentirse protegido, necesita de otras personas”. Quien habla así es Johann Broodryk, un filósofo surafricano que dedicó su tesis doctoral al ubuntu y que hoy es uno de sus máximos estudiosos.
El ubuntu es, pues, la base ideológica del comunitarismo africano. Una visión del mundo en la que cada persona no es que tenga que someterse a la comunidad –como pasaría en los estados autoritarios–, sino que hay una síntesis entre individuo y comunidad para crecer juntos. “Es muy iluso –continua Johann Broodryk– pensar que con sólo nuestro esfuerzo individual podremos progresar. La envidia que nos hace que le pongamos la zancadilla a nuestro vecino no sólo es un mal sentimiento, también es una estupidez. Todo es mucho más fácil si trabajamos con nuestro entorno y aprovechamos las sinergias”.

‘Ubuntu’ es paz
Ubuntu es hoy la filosofía oficial de Suráfrica y está recogida en la propia constitución. Pero aún hay más. En 1994, cuando Nelson Mandela fue liberado, el país parecía al borde de una guerra civil: la extrema derecha blanca se organizaba en milicias paramilitares, diversas facciones políticas negras se enzarzaban en una dura batalla alimentada secretamente por la policía del apartheid, y parecía inevitable que el odio acumulado por décadas de opresión y humillación derivara en un revanchismo cruel de la mayoría negra contra la minoría blanca. Pero en cambio sucedió el milagro. Mandela fue elegido presidente en una elecciones libres y pacíficas, la violencia fue disminuyendo y, lo que fue más impresionante, un sentimiento de perdón se extendió en la población negra. En una iniciativa de reconciliación pionera en el mundo entero, se creó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (TRC, según las siglas en inglés, como se la conoce), presidida por Desmond Tutu. Según las normas de la TRC, cualquier persona que hubiera cometido un crimen por razones políticas podía acudir a la Comisión y, si decía la verdad, escuchaba a sus víctimas y pedía perdón, se le garantizaba la amnistía automáticamente. Ante el asombro de expertos en derecho y periodistas de todo el mundo, el sistema funcionó. Reunido con toda la comunidad, el torturador tenía que oír el relato de las personas que había torturado, reconocer sus hechos y pedirles perdón. Lo mismo tenían que hacer los guerrilleros negros ante sus víctimas blancas.

La mayor dignidad
Drucilla Cornell es una jurista surafricana que ha estudiado cómo incluir el ubuntu en la jurisprudencia surafricana. Ella fue testigo del trabajo de la TRC: “Es obvio que, sin ubuntu, aquello no hubiera funcionado. Fue la mayor muestra de dignidad y humanidad que he visto en mi vida. Toda una lección de civilización que la cultura negra nos dio a los blancos”.
Pero, ¿cómo puede ser que esta filosofía sobreviva en un continente flagelado por cruentas guerras civiles plagadas de niños soldado, violaciones masivas, mutilaciones y genocidios? “África, además del ubuntu –responde Broodryk–, tiene muchísimos otros problemas. Una filosofía no puede resolver los problemas de pobreza y hambre muchas veces heredados de la colonización europea”. Y no se olvida de recordar que, “a pesar del mensaje de paz de Jesucristo, la Iglesia se embarcó en las terribles Cruzadas”.
Fuente: Revista Integral
Texto: Joan Canela, desde Johannesburgo

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