lunes, 28 de febrero de 2011

MÁS DEMOCRACIA Y MÁS HUMANISMO.


por Jorge Nuñez (poeta y periodista humanista)

Los desbordes sociales y los reclamos de democracia crecen día a día en diferentes países. Se movilizan multitudes en lugares públicos, tambalean gobiernos, se inundan las redes sociales virtuales con mensajes y convocatorias mientras los medios de prensa del mundo muestran flashes de esa realidad. Parecen estar claros los motivos del conflicto, pero no tanto las soluciones.


Irrumpe con fuerza en el escenario político internacional esa palabra tabú: “revolución”. Titulan los diarios y portales de internet: “revolución en Egipto”, y se extiende a Túnez, Yemen, Bahrein..… Un clamor popular que se congrega en las plazas y desafía los poderes instalados, enfrentando a viva voz los palos, escudos y balas de policías, militares u otros grupos destinados a mantener el régimen. Un dato significativo: los activistas utilizan la “no-violencia” como método de protesta. No hay bandos en pugna ni guerras civiles al modo tradicional. Más bien se trata de un repudio generalizado a un tipo de orden social. Sin organizaciones que se constituyan en vanguardia ni ideologías que modelen un programa integral. O, en todo caso, no hay organización a escala ni referencias suficientes como para aglutinar a las poblaciones. Una rebelión ante lo que “no se quiere”, aunque no sea fácil precisar “lo que se quiere”. La gente no quiere amos, ni jefes, ni dirigentes ni representantes. No se quiere un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. No se quiere un ejército policíaco ni bandas armadas que los sustituyan*. Los manifestantes están pidiendo más democracia, libertad, participación, justicia, pero no se puede explicitar la manera de alcanzarlas.

DEMOCRACIA… ¿CUÁL DEMOCRACIA?
Se levantan pancartas por la “democracia” en un gesto espontáneo y emotivo. Una reacción en cadena. El grito de dignidad de un pueblo que conmueve el corazón de otros pueblos. Luego, en el diálogo para la construcción colectiva habrá que pasar de la consigna a la reflexión: “cuál democracia”. Es solidario advertir que la democracia formal, republicana y representativa está en crisis en otras regiones. Gravemente se ha ido arruinando el edificio de la Democracia al resquebrajarse sus bases principales: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto a las minorías*. Además, la tiranía del dinero utiliza diversas y sofisticadas manipulaciones para imponerse en todo el globo y a cualquier precio.
Es necesario dar una orientación a estos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de producción*, de la distribución de la riqueza, de la capacidad plena de cada ciudadano para elegir y ser elegido en votaciones libres y transparentes, garantizando la expresión de las minorías sin paternalismos ni discriminaciones. En definitiva, poner por delante los temas de la relación entre capital y trabajo, democracia formal o democracia real, centralización o descentralización del aparato del Estado, es fundamental para la creación de condiciones que habiliten a construir nuevas formas de gobierno.

EL APORTE DEL NUEVO HUMANISMO.
El movimiento humanista internacional tiene el compromiso moral no sólo de apoyar sino de aportar a las demandas de esta época, desde la filosofía del Humanismo Universalista y la sensibilidad que caracteriza a su acción. Los humanistas luchan por una “democracia participativa”, propiciando la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos. Abogan por leyes de responsabilidad política mediante las cuales aquellos que no cumplan lo prometido a sus electores enfrenten el desafuero, la destitución o el juicio político. Proponen dar a los trabajadores participación en la propiedad de la empresa y cogestionarla.
Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad*.
Este nuevo humanismo que reconoce los más altos valores de las diferentes culturas, rechaza todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, y promueve la educación para la no-violencia y la salvaguarda de todos los derechos humanos.
Los humanistas no consideran sus propuestas como la expresión más avanzada de la conciencia social, ni piensan a su organización en términos indiscutibles. Los humanistas no fingen ser representantes de las mayorías. En todo caso, actúan de acuerdo a su parecer más justo apuntando a las transformaciones que creen más adecuadas y posibles en este momento que les toca vivir*.
Las actuales “convulsiones del mundo árabe” pueden tener réplicas en otras sociedades y generar la oportunidad de un cambio profundo… para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo*.

* Citas del “Documento del Movimiento Humanista”.

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